Madrid bien vale una misa... y hasta un gobierno
El PSOE explorará el apoyo de Cs a Gabilondo a cambio de aupar a Villacís a la Alcaldía.
Madrid bien vale una misa, un cocido y hasta un gobierno. Que una cosa es lo que se sostiene en campaña, y otra lo que se tercie luego. Hay margen, dicen, para revertir la maldición de la izquierda en una comunidad autónoma donde el PSOE está maldito. Incluso que haya un acuerdo con Ciudadanos para que el independiente Ángel Gabilondo ocupe el sillón de la Puerta del Sol a cambio de entregar a Begoña Villacís el bastón de mando de la Alcaldía.
Los contactos aún son exploratorios y, aunque la triple derecha ha celebrado con antelación una alianza para gobernar las instituciones regional y local, todo está abierto, todo es posible y todo puede cambiar en cuestión de días. Todo depende de si Albert Rivera levanta el veto que en campaña impuso a los socialistas. El “no es no”, de momento, ya es hoy un quizá, un ya veremos, porque los naranjas no cierran tampoco la puerta a ningún pacto y han creado una comisión que decidirá caso a caso.
Lo único seguro es que, tras los resultados del domingo, la presión sobre Ciudadanos para que no normalice la entrada de la ultraderecha en los gobiernos aumenta por segundos dentro y fuera de España. La cita de Pedro Sánchez con Macron en El Eliseo tiene, además del análisis de los resultados electorales en Europa y el reparto de cargos en las instituciones comunitarias, ese objetivo: que los liberales españoles se sumen al cordón sanitario de sus homólogos europeos contra las formaciones ultras, en lugar de alcanzar alianzas con ellos. E ídem la explícita amenaza de ruptura que Manuel Valls ha lanzado contra Ciudadanos si pacta con Vox en Madrid. “Pido con mucha humildad que se me escuche en este tema. Mirad lo que sucede en el resto de Europa”, afirmó solemne el ex primer ministro francés y candidato por los naranjas a la alcaldía de Barcelona.
El mensaje desde la calle Ferraz, después del análisis frío de los resultados electorales, también fue nítido. Y es que, después de un año de confrontación y polarización, además del duelo por la hegemonía de la derecha entre PP y Cs, corresponde ahora a los partidos interpretar los datos que han salido de las urnas. “Todos tenemos -advirtió José Luis Ábalos- la oportunidad y la obligación de repensar las estrategias para dar estabilidad y no poner palos en las ruedas de la gobernabilidad”. España se merece, cuando menos, cuatro años de sosiego tras otros tantos de sobresaltos y desgobiernos.
España, donde Vox ha obtenido este domingo la mitad del voto que sumó el 28-A, ha sido en las elecciones europeas un ejemplo para otros estados de cómo se puede poner coto a la ultraderecha. Los españoles pincharon una burbuja que antes de generales parecía imparable y el PSOE ha pedido solemnemente a Ciudadanos que no sean ellos quienes les proporcionen oxígeno con los acuerdos postelectorales y la posible entrada en los gobiernos. No lo entenderían los españoles y tampoco los liberales europeos, que ya dieron un toque de atención a Rivera el día que se prestó a la fotografía de la plaza de Colón junto a Santiago Abascal.
Los socialistas han creado, igual que Cs, una comisión de pactos que coordinará el propio Ábalos, quien ya se ha puesto en contacto con el secretario general de los naranjas, José Luis Villegas, para explorar la posibilidades de algunos acuerdos, no sólo en Madrid sino también en Aragón, Castilla y León y Murcia, donde el PSOE ha sido primera fuerza política, pero la suma de la geometría variable impediría que formase gobierno.
La operación, según fuentes socialistas, pasaría en el caso de Madrid por que Ciudadanos respaldara la investidura de Ángel Gabilondo a cambio de aupar hasta la alcaldía a Begoña Villacís con el apoyo del PSOE y de Más Madrid. El partido de Errejón tendría que elegir entre dejar gobernar a Ciudadanos en la Real Casa de Correos o permitir el paso a la ultraderecha de Vox. Las conversaciones están en fase preliminar, pero en ambas administraciones se trataría de gobiernos en minoría con apoyos externos. Rivera gobernaría el principal ayuntamiento de España y recuperaría, tras su entente con el PSOE, el espacio de centro que abandonó para competir por el liderazgo de la derecha, y desde el que no ha obtenido el deseado sorpasso al PP.
Lo que los socialistas alejan ya, sin ambages, es la posibilidad de un gobierno de coalición con Pablo Iglesias, tras su segunda debacle. El propio secretario general de Podemos ha admitido su debilidad negociadora una vez perdido gran parte del poder institucional acumulado en los últimos cuatro años. 860.000 votos menos el 26-M y más de un millón el 28-A. Cádiz es la única bandera de cambio y sólo será decisivo en La Rioja, Baleares y Valencia para la formación de gobierno. Y, aunque Iglesias sostiene que su objetivo sigue siendo el mismo, en Ferraz creen que sus resultados le desdibujan y, además, le invalidan para exigir un Ministerio a cambio de sus votos para la investidura de Sánchez. Esto por no entrar en la imagen que trasladaría de la política y de sí mismo si se empeñara en poner ese precio, después de su hecatombe electoral.
La política tiene esas cosas, que no es de fotos fijas, sino en movimiento. Y, tras los resultados del domingo, todo está en sacudida, menos la posición hegemónica del socialismo.