Qué es Madrid
4-M: radiografía de una comunidad que se ha convertido en la locomotora económica de España en la que campa a sus anchas la desigualdad.
“Madrid, en expresión del interés nacional y de sus peculiares características sociales, económicas, históricas y administrativas, en el ejercicio del derecho a la autonomía que la Constitución Española reconoce y garantiza, es una Comunidad Autónoma que organiza su autogobierno de conformidad con la Constitución Española y con el presente Estatuto, que es su norma institucional básica”.
Así se define la propia Comunidad en el artículo uno de su Estatuto. De manera muy madrileña, sin preámbulos, directa, sin hablar de naciones o realidades nacionales, pero dejando claro que es algo “peculiar” y con los rasgos que la marcan: su sociedad, su economía, su historia y la administración. Una autonomía que estuvo también a punto de no serlo, ya que en los debates previos se barajaron otras opciones como su inclusión dentro de Castilla-La Mancha o la creación de un gran distrito federal, mirando como espejos a México o Washington.
Al final, Madrid se encajó como comunidad, no aprobándose su Estatuto hasta el año 1983 -el último junto a Castilla y León-, ya que no tenía ni órgano preautonómico. Una historia muy diferente a la de hoy, en la que se ha construido con los años esa imagen de autonomía, esa identidad como unidad dominada desde el año 1995 por el Partido Popular. Desde entonces se ha venido trabajando por un modelo de corte neoliberal, en el que la administración intenta presentarse como palanca económica del sector privado. La propia web de la región lo dice tal cual: “Un Gobierno Regional dedicado a la mejora continua del clima de negocios y atento a las necesidades del inversor”.
Madrid es hoy por hoy la gran locomotora económica del país, un título que arrebató hace tres años a Cataluña, lastrada por el proceso independentista. Según los datos del INE, el PIB de Madrid cerró en 2019 con un valor de 239.878 millones de euros (el 19,3% del PIB nacional) frente a los 236.739 millones de euros de Cataluña (19%). Los madrileños también son los más ricos de los españoles, con un PIB per cápita situado en 35.876 euros por habitante (lo que supone un 35,7% más de la media nacional, que estaba en 26.438 euros).
Una historia de riqueza, lujo… y mucha desigualdad. Dentro de la propia autonomía se notan las diferencias. Figuran algunos de los municipios más ricos de España, llenos de mansiones y coches de lujo, como Pozuelo, con una renta media de 79.506 euros, seguido de Boadilla del Monte (61.910 euros), Alcobendas (60.842 euros) y Majadahonda (54.506 euros), según datos de la Agencia Tributaria. Unas cifras que marean a los núcleos en la cola, como Cenicientos (18.818 euros), Villaconejos (19.707 euros) y Estremera (20.430 euros).
Una autonomía en la que cada día es más patente la diferencia entre clases. Según el Informe FOESSA presentado por Cáritas, la desigualdad entre el 20% de los más ricos y el 20% de los más pobres en Madrid es la más alta en toda España. Un millón de personas está en situación de exclusión social en la región (el 16,2% de la población). De ellos, 490.000 están en “exclusión severa”: acumulan tantos problemas en la vida diaria que no tienen la oportunidad de construir un proyecto vital estructurado. En los últimos diez años, la renta media de la población ha crecido un 2%, mientras que entre los más pobres ha bajado un 30%. Y como gran causa de exclusión social: la vivienda.
En Madrid hay datos durísimos, como recoge el informe, como que existen 167.000 hogares en situación de hacinamiento, 315.000 hogares se quedan por debajo del umbral de la pobreza severa una vez se han pagado los gastos de vivienda y 219.000 hogares están en situación de vivienda inadecuada. Una realidad que no se quiere visibilizar en las grandes campañas, y que lleva a que en 161.000 hogares se haya dejado de comprar medicinas, seguir tratamientos o dietas por problemas económicos. Unas diferencias económicas y sociales que se dejan ver incluso hasta en la esperanza de vida, de hasta diez años entre barrios dentro de Madrid capital (la media de esperanza en Amposta -San Blas- es de 78,4 años frente a los 88,7 del barrio de El Goloso -Fuencarral/El Pardo).
¿Y a qué se dedica Madrid? Según los datos proporcionados por la Comunidad de Madrid en su portal, el 87% del valor añadido bruto es por el sector servicios. A nadie le puede extrañar la campaña por los bares y la apertura de comercios lanzada por Isabel Díaz Ayuso (buscando esos millones de votos). Por detrás, con una distancia brutal están otros sectores: industria (8%) y construcción (5%).
“Madrid es la almendra de la M-30 y el aeropuerto. Vive de esto. También tiene las grandes sedes de las multinacionales. Tiene una conectividad con América Latina. La ciudad funciona, con Carmena o con Almeida”, explica el economista José Carlos Díez sobre el modelo económico imperante. “La parte privada funciona muy bien”, añade, para luego decir que le falta “un plan”: “Las universidades no están bien dotadas, la parte del ecosistema de innovación tampoco, tiene mucho más potencial de lo que se aprovecha”. “Debería aspirar a ser un gran hub digital europeo y mundial, atraer más nómadas europeos y empresas del mundo digital. Y debería ser más generosa y compartir más con el resto de España. No tiene gran sentido que lo centralices todo cuando eres un gran hub de servicios que vive del resto de España”, concluye, para luego apreciar que cree que el ‘sorpasso’ a Cataluña se debe más por el procés que por los méritos de Madrid.
La comunidad tiene también ese efecto “capitalidad” de la que se quejan otras autonomías. Decir Madrid es decir poder en un Estado muy centralizado. Todas las grandes instituciones están en la villa y corte: desde la corona hasta el Gobierno pasando por las Cortes Generales, los grandes tribunales y hasta las grandes empresas públicas. Esto hace también que el sector privado se decante por la comunidad (los principales bancos tienen sus cuarteles generales como el Santander, el BBVA, Bankinter y el Popular, al igual que el mundo financiero con la Bolsa y el Ibex). Se sitúa como la cuarta ciudad europea con sede de multinacionales, después de Londres, París y Ámsterdam, según la lista FORTUNE Global 500.
Esto lleva a que muchas veces Madrid se crea el centro del país, el centro del debate, creándose una burbuja que no tiene mucho que ver con el resto de la nación. La politóloga Ana Sofía Cardenal lo explica así: “Madrid juega un papel importantísimo porque es la capital política y porque hoy es un motor económico. Siempre ha concentrado a todas las instituciones del Estado, esto no ha cambiado, pero hoy sabemos que tiene una capacidad de atraer inversiones. Ahora ya es motor económico, que no lo había sido tradicionalmente”.
“Esta cosa de Madrid como modelo económico tiene un efecto polarizador territorial. Madrid tiene un Estado detrás, y Barcelona, no. Esto puede hacer hasta más difícil arreglar el problema territorial”, considera, antes de incidir en que en la comunidad el Partido Popular tiene “su laboratorio”. “Pero esto puede ser contraproducente porque puede hacer que otras comunidades -en esto ha estado Cataluña siempre sola- se alíen para hacer contrapreso. Hace falta hacerlo”, agrega.
Esto, por ejemplo, ya se ve en que en el Parlamento hay partidos de la periferia que “se siente olvidada”, añade. “Esto podría ir a más y fortalecerse”, continúa esta politóloga. “Madrid no es España”, subraya Cardenal ante esa burbuja de políticos y medios. Y hace una reflexión: “En Madrid el PP es hegemónico, pero el Gobierno central es de izquierdas y se apoya en partidos de ámbito periférico territorial. Esto te demuestra que Madrid no es España. Esto podría acabar consolidándose”. “El PP no puede exportar este modelo a otros territorios porque no tienen la riqueza de Madrid, ese efecto capitalidad”, hilvana la politóloga y profesora de la UOC.
En el estado autonómicos, las comunidades tienen dos columnas principales en la gestión del Estado del Bienestar: la sanidad y la educación. Madrid, según el último informe del Ministerio de Sanidad publicado en marzo de este año y con datos de 2019, es la segunda que menos gasta en sanidad por habitante (1.340 euros). En concreto, se destinaron de las arcas públicas 8.962 millones de euros, un 3,7% del PIB. Es el porcentaje más ínfimo de las autonomías (la media nacional es del 5,6% y, por ejemplo, Extremadura dedicó un 8,6%).
En Educación también está a la cola en el gasto medio por alumno. Según los últimos datos del Ministerio de Educación, en la Comunidad de Madrid se sitúa en 4.593 euros por estudiante no universitario en la región, mientras que el País Vasco (líder en este sector) se superan los 9.000, el doble.
Ellos son el futuro de una comunidad, que ahora tiene una media de edad de casi 42 años y que envejece cada día más (en 1998 la media estaba en los 38 años). Uno de los factores claves para intentar rejuvenecer la región es la inmigración. En el último informe de población extranjera -actualizado a enero de 2020- se recoge que el 15% de la población es de nacionalidad extranjera (1.026.33 de los 6.877.957 ciudadanos). La medida de edad de los nacidos fuera es de 34,9 años y los sietes grupos con más presencia son los rumanos (18,2%), marroquíes (8,2%), chinos (6,4), colombianos (6,2%), venezolanos (6%), peruanos (4,2%) e italianos (4%).
Una radiografía de Madrid en la que hay que detenerse también en la religión, con una Iglesia que siempre ha tenido un enorme peso en esta comunidad. Según el último estudio del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), ahora mismo el grupo que predomina es el de los agnósticos/indiferentes/ateos, que representan el 38,7%, por delante de los católicos no practicantes (38,5%), los católicos practicantes (18,2%) y los creyentes de otras religiones (2,9%).
Madrid, ese magma, ese rompeolas de todas las Españas. Esa burbuja que tiene que ir ahora a votar.