Macron y el dominio de las imágenes que valen más que mil discursos
La puesta en escena tras conocer su victoria en las elecciones, desgranada por los especialistas.
Pasadas las nueve y media de la noche, hora española. Emmanuel Macron llegaba este domingo al parisino Campo de Marte a celebrar su victoria electoral en una escenografía estudiada al milímetro, rodeado de jóvenes, con la Torre Eiffel iluminada de fondo y con la Oda a la Alegría, el himno de la Unión Europea como sintonía.
El candidato liberal de la plataforma En Marcha! había logrado una victoria agridulce en las presidenciales francesas con un 58,5% de los votos, frente al 41,5% recibidos por Marine Le Pen, la cifra más alta de la historia para la ultraderecha en el país. Sin embargo, la escena era épica a la par que histórica.
“La imagen es espectacular. Yo estaba viéndolo en casa y pegué un respingo”, admite José Luis Martín Ovejero, experto en análisis de la comunicación no verbal, sobre el momento, que está “totalmente” medido. “Lo que transmite es que Macron es una persona que no es que cuide, es que mima cada segundo, cada imagen que da, porque una imagen vale más que mil discursos”, añade. “Es su primer discurso, el primero que está dando a la nación”, recalca sobre ese paseíllo que también ha desmenuzado en su blog.
En lo primero en lo que se fija es en que va cogido de la mano de su mujer, lo que tiene varias lecturas. La primera, que se “enorgullece de ella” y, en segundo lugar, que “le acompaña quien le ha acompañado durante toda la campaña, que siempre ha estado a su lado”. “Y tercera, que nunca lo debemos de olvidar, y esto lo saben mucho los americanos, es que está comprobado que cuando un a aspirante a presidente, o alguien ya presidente, le acompaña siempre la pareja, transmite mucha confianza. Es como decir ’si tu pareja confía en ti, yo también puedo confiar en ti”.
Y todo esto, delante del mayor símbolo de Francia, la Torre Eiffel. “Además es que llega andando despacito hasta el lugar donde se encuentra todo el mundo esperándole. ¿Para qué? En pocas palabras, para chupar cámara. Durante creo que más de un minuto, todas las televisiones del mundo le estaban viendo. ¡Eso no hay oro que lo pague!”, exclama el experto. Como colofón, Macron se rodeó de jóvenes, un mensaje claro de que estaba acompañado “del futuro”. “Es espectacular, es buenísima la imagen”, alaba Martín Ovejero.
Esta puesta en escena tan espectacular cuadra con la imagen del político, según cuenta la consultora de imagen Anitta Ruiz, quien destaca, que toda su imagen política está “americanizada”. “Esta política espectáculo de Obama mayoritariamente, muy grandilocuente en imágenes, pero he visto una diferencia significativa con la de 2017″, explica. Para ella, entonces fue “muy personalista” y en este caso ha puesto sobre la mesa esas críticas de no tener partido y ser su última legislatura. “Ha querido hacerlo más en conjunto con este paseíllo con la mujer y los niños y que en el escenario no esté nunca solo”, recalca.
Para Diana Rubio, directora académica del Instituto Mediterráneo de Estudios de Protocolo (IMEP), esta imagen fue una “puesta en escena maravillosa y que nos dice mucho de la importancia que este presidente le da a la imagen y sobre todo a lo audiovisual”, algo que según la especialista “va a quedar para la historia”. “Va de la mano con su mujer, pero sobre todo, va de la mano de de la Unión Europea. Eso obviamente nos viene muy bien a todos porque muestra que es un líder tanto en su país como a nivel europeo”, explica Rubio.
Para ella, ese guiño europeísta junto al papel que ha jugado Macron como intermediario de la guerra de Ucrania fue una de las mayores declaraciones de intenciones de la noche, algo que ya hizo en 2017, aunque como recuerda Rubio, entonces no le dejaron hacer un despliegue como el de este domingo.
“Con el contexto actual que tenemos con la guerra de Ucrania toma todavía más sentido. Esa visibilidad que le ha dado Macron a Francia, obviamente, y a la Unión Europea llega hasta el punto de que a nivel de protocolo la bandera de la Unión Europea va por delante de la francesa en todo territorio galo”, recalca, algo que solo sucede, según indica, en Alemania. Estos valores europeístas en los que se centra el presidente electo son para Rubio una seña de identidad propia ante la puerta abierta a un futuro candidato.
“No hay ningún candidato alternativo de su partido que podamos decir que pueda tener algún tinte de valor añadido o de destacar para para que lo pueda hacer a día de hoy. Por tanto, tiene que construir un nuevo líder para poder seguir en esta escena”, apunta.
La juventud, símbolo de futuro y de las próximas generaciones, con la que llegó al Campo de Marte también llamó la atención de Rubio, especialmente porque ha sido una de las franjas de edad con mayor abstención y en la que el candidato liberal no era favorito. “Los jóvenes no lo han votado porque no acaban de casar con lo que dice el presidente, pero él quiere seguir apostando por hacer política para todo el mundo, sobre todo para el futuro, para los que están ahí”, desgrana.
Los tintes europeos no fueron los únicos colores que le llamaron la atención a Rubio. La bandera de Francia tuvo un papel fundamental. “Todo está enmarcado dentro de la propia imagen, con los colores de la propia bandera. Ese rojo, ese azul y ese blanco”, explica la especialista que asegura que le sorprendió el detalle de las cabinas de votación con los colores de la bandera.
“Lo hicieron hasta en el escenario, hilaron tan sumamente fino que hicieron los colores de la bandera. Estaban ellos de azul, el atril que quedaba en el centro de blanco y la cantante Farrah El Dibany], vestida de rojo”, detalla en referencia a la interpretación de La Marsellesa de la soprano.
Esta escenografía recordó a Rubio a dos imágenes previas. Por un lado, la de la campaña de prevención de la covid-19 del mes de enero, donde tal y como recuerda la especialista, “llevaba una con los colores de la bandera también una goma roja, una goma azul y la mascarilla blanca”. Y, por otro lado, al funeral de Estado del profesor decapitado por un yihadista en octubre de 2020. “Salvando las distancias, me viene esa imagen a la cabeza, con los colores, ese blanco pureza, que también coincide que es el centro de la bandera y demás”, explica.
Para Ruiz también fue un punto clave que la bandera estuviera tan presente. “Se ve en un plano grande, medio o pequeño. Bien con banderas per se, con las luces que están puestas en azul blanco y rojo y en la toma aérea del canto de La Marsellesa”, destaca. “Puede parecer una chorrada, pero nos indica hasta qué punto se planifica la imagen estas cosas para que esa sea la impresión que nos llevamos tan francesa y tan patriótica”, indica.
El resto de la noche Ovejero vio a un Macron emocionado, “eso sí, una emoción contenida”, el polo opuesto al ministro Miquel Iceta, “que todos nos acordamos de él pegando saltos, cantando y bailando”. “Todo lo contrario, no ha sido una celebración efusiva, no le hemos visto saltando ni haciendo la V de la victoria con los brazos. Ha tenido gestos de triunfo, lógicamente, como ese pulgar que muestra de vez en cuando, pero siempre contenido”, puntualiza.
Otro detalle llamó la atención de Ovejero: la boca de Macron. “Los humanos apretamos los labios cuando tratamos de contener emociones. Eso sí que no lo ha hecho aposta”. Subraya que ese es un gesto natural y que refleja que realmente está emocionado por dentro: “Y como no estalla hacia afuera, lo hace hacia dentro. Y cuando los humanos estallamos hacia dentro, apretamos los labios”, observa. “Es un candado que ponemos a las emociones”.
Con respecto a vestuario, Ruiz apunta a que Macron “lleva un uniforme” como suele ser habitual en él. “Da igual que sea por la noche, por la mañana o por la tarde, va siempre con ese azul Francia, con la corbata recta perfecta. Muy impecable”, destaca y apunta a que le recuerda a un estilo James Bond. “Puede saltar desde la Torre Eiffel y no se va a arrugar, es perfecto”, apostilla.
Tal y como indica Rubio, en Europa no se está tan acostumbrado al rol de primera dama fuera de la realeza, por lo que la complicidad del presidente con Brigitte Macron también es en gran parte histórica y ha marcado la diferencia con su victoria en 2017.
“En Europa, no tenemos primeras damas en las repúblicas”, señala y apunta que en la realeza, poco a poco van ganando protagonismo gracias a cierto aperturismo. “Como Máxima de Holanda que sí que la vemos un poco más fresca en algunas intervenciones como este fin de semana utilizando un arco en uno de los juegos del rey, que se llaman así en Países Bajos. En nuestro caso, la reina Letizia, que cada uno tenemos nuestra imagen de ella, pero no negaremos ninguno que lleva la imagen de España por bandera también”, detalla.
Para Rubio, Emmanuel y Brigitte se mostraron como uno en sintonía con la escenografía. “[Brigitte] Se cambió de un blanco pureza con el que fue a votar por una chaqueta azul tipo militar”, explica la experta. Para ella, esto no era un símbolo belicista sino una forma de ir a la par que su marido en esta simbología de la bandera francesa. “Ellos siempre han ido como combinados, la imagen está tan cuidada que a veces no parecen reales, que parecen demasiado postureo, podríamos decir”, agrega.
La chaqueta militar de Brigitte Macron sí que tenía un mensaje oculto para Ruiz, quien la califica como una “guerrera”. “Es una chaqueta militar y me da la estética de que ’sí, hemos ganado, pero la lucha empieza ahora por muchos motivos: les quedan las legislativas, cinco años muy complicados, la sucesión de partido...”, explica. “No iba vestida de fiesta, sino de trabajo”, apunta.
Que ambos se apartasen como un todo para la interpretación de La Marsellesa por parte de la soprano Farrah El Dibany, fue otro punto clave para Rubio. “Ella [Brigitte Macron] estaba como muy en la sombra en las primeras elecciones en 2017, pero ha ido ganando representación y ha ido ganando reputación a nivel institucional”, indica. “Digamos que también se presenta como a pecho descubierto, con esta chaqueta militar al lado de su marido”, indica en referencia a la fotografía viral de Macron con el pelo en el pecho.