Los secretos que no esconde 'First Dates': así es una primera cita en el restaurante de la tele

Los secretos que no esconde 'First Dates': así es una primera cita en el restaurante de la tele

Los camareros son majos y guapos, el ambiente es agradable, se come bien y se bebe más.

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Que nos perdonen el Celler de Can Roca, el famoso Five Guys —la hamburguesería favorita de Obama— o incluso DiverXo, pero en este momento y desde hace meses no hay restaurante más mediático ni con más llenazo que este. Encima no tiene ni nombre... y no se come nada mal. Es el restaurante del programa de Cuatro First Dates, el más romántico y divertido de la televisión. A punto de cumplir un año de vida (sus emisiones arrancaron un 18 de abril), allí ha acudido una representación de El Huffington Post para ligar conocer un poco mejor los engranajes de esa máquina de amor, cachondeo, guiños de Sobera, audiencias desbordadas e incesantes platos de pasta. ¿Cómo funciona ese perfecto mecanismo en el que trabajan decenas de personas y donde casi nada —en serio— tiene trampa ni cartón?

Entramos en un programa que recibe más de 100 peticiones al día y que ha juntado (o, por lo menos, lo ha intentado) a más de mil parejas. "Es un Meetic humano", aseguran desde el programa entre risas.

Estamos en una nave industrial. Una auténtica fábrica, al menos por fuera, en la que antes se fabricaban objetos... y en la que ahora se fabrican relaciones (o de eso se trata). "Esto es una factoría del amor", ríen. Frente a la leyenda urbana que asegura que este es un restaurante ubicado en el centro de Madrid al que ¡tachán! se puede llegar por casualidad, tenemos que decir un rotundo NO. El lugar está bien disimulado en un polígono industrial a las afueras de un pueblo del extrarradio de Madrid y no es fácil de encontrar.

  El restaurante más famoso de la tele, el de 'First Dates'.M. PORCEL/EL HUFFINGTON POST

Además de la propia sala de comidas, este edificio alberga las oficinas en las que trabaja el equipo del programa: nada menos que 104 personas. Al llegar, los participantes no pasan por vestuario ni por maquillaje ni por peluquería: simplemente firman una autorización para ceder sus derechos de imagen (por la que les compensan con una pequeña bonificación) y a cambio reciben un brochazo de polvos translúcidos. Que lo que brille sea la flecha de Cupido, no la frente.

La entrada es probablemente el momento en que el citado se encuentre más nervioso. Ese pequeño pasillo de entrada, la impresión de estar en la tele y la presencia de Carlos Sobera marcan. La voz y las imponentes cejas del presentador saludan a la llegada con dos besos y ayudan a quitarse la chaqueta y los nervios. El presentador acompaña hasta la barra y nos hace sentir tranquilos, como entrando a cualquier bar: "¿Nervios? Bueno, tranquila, a ver qué promete la noche. Relájate, tómate, algo...".

  5c8ab2f53b000070066c6754M. PORCEL/EL HUFFINGTON POST

Ese algo llega de la mano de Matías. El barman argentino también ayuda a calmar los nervios y no será a base de agua. "¡¿Pero cómo que querés solo agua!? ¡Ni hablar! ¡Te preparo un cóctel!". Lo mejor: dejar la mezcla en sus manos. Porque nada de esto es ni light ni mentira: la comida se come, el vino se bebe, la conversación se goza (o se sufre...) y la cena se paga. Todo auténtico.

Otro de los momentos incómodos es, obviamente, cuando llega el ligue. Normalmente se cita a los participantes con 15 minutos de diferencia. Pero si se da el caso de que uno aparezca pronto, otro tarde y haya posibilidad de que se crucen, a uno de ellos se le esconde para que no se vean antes de la entrada oficial.

Así, una vez se entra al bar las cámaras asustan un poco, pero están a la vista. Disimuladas, sin molestar, pero evidentes. Son pequeñas, casi como cámaras de seguridad. Pero en cuanto se llega a la barra, casi se olvidan. Eso sí, allí se pasa poco tiempo, el justo para darle dos besos a la cita y sentarse a la mesa. "Lo que se ve es lo que sucede", repiten a menudo quienes trabajan en First Dates. Y así es.

  Las cartas de 'First Dates'.M. PORCEL/EL HUFFINGTON POST

Una vez en la mesa, es probable que haya que forzar el hambre. La cena no siempre es tal: el programa realiza una media de nueve citas al día, cinco por la mañana y cuatro por la tarde. De ahí que las citas se graben hasta las siete de la tarde y desde las 11 de la mañana... y a esa hora no se come precisamente un desayuno: ensalada, pulpo, tartar, ravioli, espagueti, pescado y carne están a la orden del día. Todo está muy bueno, aunque haya que comer a deshora.

Las camareras tratan de ponerlo lo más fácil posible. Son tremendamente amables (además de impactantemente guapas), tranquilizan nervios, recomiendan platos y sugieren pedir vino, para calmar el asunto. Las porciones son adecuadas, justas para no acabar con hambre pero tampoco salir rodando. Y el coulant de chocolate está exquisito.

  El famoso 'coulant' de chocolate de 'First Dates'.M. PORCEL/EL HUFFINGTON POST

El de la comida es el único truco, por así decirlo, que esconde el programa. Lo único que no es del todo real. Porque no estamos ante un restaurante: aquí no hay cocina ni fogones, no hay chefs escondidos tras las cámaras. En realidad, todos los alimentos provienen de un catering que sirve al programa cada día. Cocinar allí, entre cámaras y entrevistas, sería prácticamente imposible.

Una vez sentados en las mesas, la conversación tiende a fluir. El tiempo que pase cada pareja en la mesa depende únicamente de ellos, de lo que quieran estar, de lo que tarden en comer, pero tiende a ser una hora. En el restaurante, aunque las mesas estén llenas, solamente suele haber dos citas a la vez, ya que el equipo de redacción y los editores están controlando lo que ocurre en ellas. El resto de parejas son figuración.

Con un poco de observación es fácil adivinar cuáles son las parejas que están en plena cita: tienden a estar más nerviosos. De todos modos, ni las camareras ni Carlos Sobera ni nadie del equipo aparece en ningún momento para dar recomendaciones o pautas al respecto, ni para forzar la conversación o para obligar a nada a los participantes. No hay guión para nadie: todo es tal y como se ve. De hecho, desde el programa afirman: "Ojalá tuviéramos un guión", por facilitar las cosas. Como mucho, cuando una cita no termina de cuajar o hay un momento que necesita de animación suena algo de música o los participantes salen a bailar. Es decir, como cualquiera que haya visto el programa ha podido comprobar.

  Todo lo que necesites para retocarte está en el cuartito de 'First Dates'.M. PORCEL/EL HUFFINGTON POST

Para darle animación a la cosa también pasan al cuarto que queda detrás del restaurante, donde pueden ver vídeos de YouTube, bailar, charlar, beber unos chupitos... o retocarse.

Duda clásica: ¿lo de pagar es verdad? Sí, absolutamente. Cada pareja del programa paga su menú, un precio cerrado de 15 euros (El Huffington Post fue invitado y cenó por cortesía del programa). Lo que no es verdad (ay, tramposillos...) es el truco del que dice haberse dejado la cartera en casa o no tener suelto... porque el programa da un estipendio a cada participante. Por derechos de imagen cobran alrededor de 80 euros, que reciben cuando entran al restaurante/plató. Así que todos tienen dinero, digan lo que digan. El que no paga es porque no quiere, pero quizá forme parte de la estrategia de cada cual: el caso es haberlo pasado bien y vivir la experiencia. Y, quien pueda, llevarse un ligue bajo el brazo.

  Un corazón de 'post its' preside el espejo de la sala... junto a una cámara.M. PORCEL/EL HUFFINGTON POST
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