Todas las razones por las que NO deberías hacerte la manicura en un salón 'low-cost'
La formación de los profesionales es tan importante como las condiciones sanitarias del local.
Las manicuras están tan de moda que son las protagonistas de un videoclip de Rosalía Aute Cuture y de su persona . La cantante catalana ha convertido las larguísimas y extravagantes uñas de gel en una de sus señas de identidad, pero no es la única. El nail art, las incrustaciones o los esmaltados semipermanentes —estos últimos porque las uñas duran tres semanas perfectas— se demandan cada vez más, y los centros de belleza low cost salen hasta de debajo de las piedras.
No es raro ver en una calle céntrica de cualquier ciudad española cómo minúsculos locales ofrecen manicuras permanentes por diez euros cuando un tratamiento así debería rondar los 25. Evitar caer en la tentación puede ser difícil, pero después de consultar a varias expertas en la materia nuestro consejo es que salgas corriendo.
“El dicho popular de ‘lo barato, sale caro’ cobra todo su sentido en este tema”, explica a El HuffPost Life Virginia de la Llave, esteticista y experta en manicuras y pedicuras del salón madrileño The Secret Lab. “Si el profesional lo hace de forma correcta, el arreglo de la uña no tiene ningún riesgo —siempre que se haga bajo las condiciones higiénicas adecuadas—. Uno de los ‘problemas’ viene con los esmaltes: cuanto más permanente y más reconstrucción lleve la uña, la proporción de elementos agresivos es mayor”, explica De la Llave.
“Los productos excesivamente agresivos son dañinos para los tejidos y pueden permitir la entrada de patógenos”, señala la dermatóloga Ana Pulido, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Ambas expertas destacan un componente con el que tener especial cuidado: los acrilatos. Son adhesivos que forman parte del compuesto de los esmaltes semipermanentes y que aumentan la duración de la manicura.
Pulido insiste en que este tipo de esmaltes deben utilizarse “con técnicas y condiciones muy concretas” y apunta a que pueden llegar a producirse alergias “por no secar adecuadamente el producto” si el personal del establecimiento no está formado. La dermatóloga también explica que se provocan “daños sobre la talla de la uña” bien durante el propio esmaltado o en el momento de retirarlo. Por eso alerta de que el riesgo todavía es mayor al intentar hacerlo en nuestras propias casas con las lámparas que se venden en todo tipo de establecimientos.
“El peligro está al entrar en contacto con la piel, ya que estos compuestos pueden penetrar en ella e, incluso, entrar en contacto con el riego sanguíneo, pudiendo provocar dermatitis alérgica”, explica la manicurista.
Todavía queda trabajo por hacer para concienciar sobre los acrilatos, por eso la Academia Española de Dermatología y Venereología ha puesto en marcha una campaña para regular su uso.
Los acrilatos no son la única amenaza de los establecimientos low cost para la salud de la uña y la piel que la rodea. Pulido recomienda evitar prácticas más agresivas como retirar las cutículas, que “actúan como protección”. Tanto la dermatóloga como la esteticista insisten en que nos es bueno someter a la uña a este tipo de esmaltados semipermanentes continuamente independientemente de dónde lo hagamos. “Pueden debilitarse o descamarse”, explica De la Llave. “Si además tenemos algún problema en la uña, lo estamos tapando y escondiendo”, resalta Pulido.
A los acrilatos se suman otros componentes tóxicos que la normativa europea intenta limitar cada vez más. Los más peligrosos son el tolueno, el dibutil ftalato y el formaldehído, por eso muchas marcas ofrecen lo que se llaman esmaltes 3free, es decir, libres de esos materiales, aunque en el mercado también venden opciones 10free. También hay que evitar otras sustancias como la hidroquinona y el mequinol.
Los problemas para la salud no solo derivan de los componentes, la limpieza del local y la esterilización de los productos también tienen mucho que ver. “Hay un riesgo de enfermedades de transmisión por no esterilizar correctamente”, insiste Pulido al hablar de los establecimientos low-cost. Por su parte De la Llave indica que antes de cada manicura, la esteticista debería utilizar spray desinfectante tanto en sus manos como en las de la clienta,
En qué hay que fijarse para elegir un salón
“Para elegir un salón la clave está principalmente, prestar especial atención a la higiene, que el espacio de trabajo esté ordenado, limpio y haya una amplitud suficiente para trabajar a gusto”, explica la manicurista. Pero el aspecto del local no es lo único en lo que hay que fijarse, la formación de las trabajadoras también es clave.
“Deben tener la preparación adecuada, tomar las medidas de seguridad básicas y colocarse guantes y mascarillas”, comenta la dermatóloga, que apunta los daños que puede causar respirar continuamente los tóxicos de los esmaltes. Por eso la ventilación del local y sus dimensiones son algo fundamental a tener en cuenta.
Tanto la dermatóloga como la esteticista coinciden en la importancia de comprobar la esterilización de las herramientas y en que los productos estén etiquetados correctamente. “Los profesionales tiene que saber informarte, explicarte cualquier duda”, sentencia De la Llave.
Pulido deja otro consejo, fácil de aplicar: “Si el precio es excesivamente barato, sospecha, porque están ahorrando costes en algún punto del proceso”.