Los organizadores de Eurovisión se muestran reacios a que la edición de 2019 se celebre en Jerusalén
La ministra israelí replica que, si no puede ser en la ciudad que ellos reivindican como capital, mejor no ser anfitriones, pese a la victoria de Netta Barzilai.
Pese a que el país arrastra problemas infinitamente más importantes, de lo que habla todo el mundo hoy en Israel es de los nubarrones que se ciernen sobre el festival de Eurovisión, que en 2019 ha de celebrarse en su territorio tras la victoria de Netta Barzilai en la edición de este año, en Lisboa.
Según está informando la prensa local, la Unión de Radiodifusión Europea (EBU), de quien depende el proceso, es reacia a que la competición se lleve a cabo en Jerusalén, que es lo que quiere el gobierno del primer ministro, Benjamín Netanyahu. ¿Por qué? Porque aunque la triplemente santa es reconocida por Israel como su capital, desde los años 80, para la comunidad internacional es una ciudad ocupada en parte a los palestinos. La capital para el mundo es Tel Aviv, legítima y sin guerras ni ocupaciones de por medio.
El diario Haaretz sostiene que los funcionarios de la Unión se sienten "incómodos" con la sede jerosolimitana, según ha filtrado su contraparte israelí, tras los primeros encuentros de tanteo de cara a diseñar la gala del año que viene. La semana pasada, en esas citas iniciales, los europeos mostraron su "preocupación" de que la política de Medio Oriente y, en concreto, el conflicto con Palestina, acabe "dañando" la competición y "erosione" la marca.
La producción del espectáculo del próximo año está en manos de la emisora pública israelí, Kan, pero la Unión Europea de Radiodifusión -compuesta por 72 miembros de 56 países, más 34 miembros asociados de otros 20 países- tiene amplios poderes sobre los detalles. En las reuniones, la entidad pidió una propuesta detallada sobre cómo se organizaría el evento, dicen las fuentes, pero pese a ello, de plano ya avisaban de que lo básico, la sede elegida y dicha ya por Netta incluso en la noche de su victoria, no les gusta. Quieren una ciudad "menos divisiva y controvertida", dicen literalmente.
El digital conservador Arutz 7 aseguró este jueves que los europeos han pedido a Israel que presente al menos dos ciudades como posibles anfitrionas del espectáculo y que mostraron su preocupación de que el evento sea boicoteado de programarse finalmente en Jerusalén, donde sí se celebró en 1979 y 1999.
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O Jerusalén o nada
Por su parte, la ministra israelí de Cultura y Deportes, Miri Reguev, ha insistido en que Eurovisión se debe celebrar en Jerusalén y, si no, deberá tener lugar fuera de Israel, pese a que Toy ganase en nombre de su nación.
"Recomendaré al Gobierno que, si Eurovisión no se puede celebrar en Jerusalén, no seamos los anfitriones", dijo la ministra en una entrevista recogida por el Jerusalem Post, en la que agregó que "la EBU no puede decidir dónde Israel celebrará Eurovisión".
Las palabras de Reguev se producen días después de que la selección argentina cancelase un amistoso con la israelí previsto para el sábado, tras el cambio de ubicación de Haifa a Jerusalén, y la presión recibida por grupos de boicot y amenazas a los jugadores y sus familiares.
Fuentes de la industria cultural citadas por el diario Yediot Aharonot ratifican que cada vez hay menos posibilidades de que el concurso tenga lugar en Jerusalén, sobre todo tras la cancelación esta semana del amistoso con Argentina. "Es difícil imaginar que la Unión acuerde ir a un lugar donde la mayor estrella de fútbol (Messi) no quiera ir. Los ejecutivos europeos tienen miedo de que muchos países que participan en Eurovisión decidan no venir a Jerusalén, que ha sido señalada como una ciudad problemática para este tipo de eventos, tanto diplomática como políticamente", dijo el experto.
El concurso musical europeo "cuesta a Israel 50 millones de shékels (unos 12 millones de euros). Está diseñado para hacer publicidad del país. Es un show musical bello que trae aquí a todos los países. Personalmente, creo que, si no es en Jerusalén, sería un error invertir esos fondos públicos. Jerusalén es la capital del Estado de Israel y no debemos avergonzarnos de ello", declaró Reguev.
Pese a que Jerusalén ha sido designada por Israel como su capital, el mundo no reconoce como tal la ciudad, cuya parte oriental está ocupada a los palestinos desde 1967. Este consenso histórico empezó a cambiar con la decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de reconocer la ciudad santa como capital israelí y mover aquí, el pasado mayo, su Embajada de Tel Aviv, paso que siguieron días después Guatemala y Paraguay.