Los funcionarios. Y los que parecen funcionarios y no lo son.
Metemos a todos en el mismo saco y todos tienen el sambenito de funcionarios: con el paquete entero de Winston, la falta de ganas de servicio público y el ‘dineral que se estarán metiendo’.
Todo muy mal. Nada funciona. Los funcionarios se lo pasan súper bien, sin hacer nada: fuman Winston y su función, aparte de no trabajar, es cabrear al público.
Y cuando llegan los emigrantes españoles al extranjero, vienen enseñados de casa y buscando a quien culpar. Y esta vez es muy mala noticia para el escaso número de trabajadores de los consulados.
El saco en el que los metemos es el mismo para todos los que trabajan allí y todos tienen el sambenito de funcionarios, con el paquete entero de Winston, la falta de ganas de servicio público y el ‘dineral que se estarán metiendo’.
En Manchester, donde por fin se reabrirá un Consulado General, hace unos días se anunciaron varios puestos para personal administrativo y chófer.
Los trabajadores de los consulados tienen la mala suerte de que nuestros dirigentes deciden sus salarios desde su pisito en la sierra, y al igual que no conocen el precio de una barra de pan, menos conocen la carestía de vida en la gran ciudad del norte de Inglaterra.
17.615 libras es el sueldo anual que cobrará el ordenanza-chofer y 21.400 los auxiliares, en un país donde el salario medio es de cerca de veintinueve mil libras anuales.
Estos rozan el salario mínimo en una de las ciudades más grandes de Reino Unido, donde el alquiler de una vivienda digna comerá mucho de ese salario básico, y mejor no entrar en la comparación con Londres.
En marzo de 2019, se subió el sueldo del personal laboral español por primera vez en diez años, y en 2017 hubo huelgas en Suecia, Argentina y Australia, ya que en muchos lugares estaban por debajo del salario mínimo.
Todo esto dista mucho de los opinadores de las redes sociales que critican lo bien que viven los trabajadores de los consulados españoles.
En Sídney, el salario era de 540 euros semanales, y una vivienda de 2 habitaciones costaba 475 euros por el mismo período. Y mientras su salario estuvo congelado, el IPC subió el 20%, el resto de salarios públicos en Australia un 36.5%, y los alquileres un 44%. Pero no me cabe duda de que aun así la comunidad emigrante seguía viéndolos como privilegiados.
No, no viajan a las Maldivas de vacaciones, ni van en sus Audis a trabajar. De hecho, cobran mucho menos que muchos de los usuarios de los consulados y, en ocasiones, como en el Consulado General de Edimburgo, han estado echando muchas horas extras semanales para reducir el volumen del trabajo.
Si es verdad que hay puestos en los Consulados Generales que sí que permiten ese legendario nivel de vida de los funcionarios españoles que se atribuye a todo aquel que esté tras una ventanilla en nuestro país.
El cuerpo diplomático, sí que es palpable y público, juega en una liga de salarios hasta 6 o 7 veces superiores a los de sus subordinados. Hace unas semanas, un trabajador de las instituciones españolas en Reino Unido me los justificaba en una conversación en la que se dirigía a mí como “Los que habéis sido jóvenes...”. Yo le contesté que jóvenes hemos sido todos. Y su respuesta fue: “No, los que estudiamos para puestos diplomáticos no hemos tenido juventud”. Y, en parte, es verdad.
Estas oposiciones, que son de las más duras en el Estado español, te aseguran un futuro económicamente holgado, y en el que no entrarán en si pueden o no irse de vacaciones, sino que la decisión será si repetir en las Seychelles o ir a esquiar a las rocosas.
Pero no hay que obviar ese sistema obsoleto y absurdo de las oposiciones que se da en nuestro país, a veces de pandereta.
En Reino Unido, para entrar en el sector público, el proceso es igual o parecido al de entrar en el sector privado. Solo habrá pruebas específicas más duras para entrar en programas de talentos o a nivel de dirección. Solo el sector médico es tan riguroso como el español, y si quieres trabajar de profesor y estás cualificado, no habrás de pasar por ocho puestos de interino hasta que saques tus oposiciones con 42 años.
El trabajador en un Consulado español en Reino Unido, sobre todo tras un tiempo en el puesto, cuando su salario y progresión no se ajusta al de muchos amigos trabajando en cualquier otro sector en la misma ciudad y debido a la localización de los consulados, se ven castigados por los carísimos alquileres y servicios de Edimburgo, y sobre todo de Londres.
Y si cuando llegan a casa, para relajarse se meten en las redes sociales y entran en ‘Españoles en Londres’, tendrán que estar atentos a no pisar ninguna mina en forma de post de alguien criticando que le han dado cita para dentro de dos meses para un trámite que conocía desde hace ocho meses, pero necesita urgentemente… o sino no habrá turrón en Soria.
Los españoles queremos las cosas ahora y rápido. Y aunque nos digan que mandemos email a los consulados, lo obviamos y llamamos por teléfono para demandar cita para mañana. Y así están dos horas a un teléfono que nadie responde porque están contestando una cantidad ingente de emails.
Y la culpa jamás es de los mismos usuarios que llegan a faltar a la cita con el consulado en más del 40% de los casos. Porque reservo por si acaso y ya está.
El trabajador que ha conseguido su puesto de ordenanza, y cobrará unas mil doscientas libras tras impuestos varios, esperará a ver cuándo vienen los días en los vivirá como un marqués, ya que es casi funcionario y siempre escuchó que los trabajadores de los consulados eran unos privilegiados.
Y los españoles pondremos a caldo a unos compatriotas que trabajan en condiciones de precariedad en algunos países, y aplaudiremos a esos políticos y dirigentes que sí que viven como marqueses.