"Los españoles también fuimos refugiados que estuvimos en la misma situación que los de las fotos de Grecia"
Seis refugiados ponen cara y voz al drama de la inmigración.
“Teníamos que intentar olvidar todo lo que teníamos antes para poder salvar la vida”. Antonio, un refugiado vietnamita en España desde hace 40 años pronuncia estas duras palabras sin perder su sonrisa. Es una de las seis voces de Memorias de Refugio, un documental estrenado este sábado por la Comisión de Ayuda al Refugiado (CEAR) por el día mundial .
A través de las voces de solicitantes de asilo en España provenientes de Argentina, Vietnam, Bosnia, Palestina y Somalia, y del hijo de un refugiado español en México que relata el exilio de su padre, el cortometraje documental retrata en 15 minutos las emociones y las experiencias comunes de quienes se han visto obligados a huir en diferentes décadas personas de 4 continentes. De este modo, Sulekha, Ahmed, Daniel, Matías, Jelena y Antonio nos cuentan por qué huyeron, qué sintieron el día que llegaron, qué significa para ellos la palabra ‘acogida’, cómo es la vida tras años viviendo en nuestro país o qué piensan cuando ven las noticias sobre las personas que llegan ahora a Europa.
“Desde hace 4 décadas España ofrece acogida a personas que se han visto obligadas a huir de sus países. Pero antes fueron miles de españoles quienes tuvieron que escapar para salvar sus vidas. Este audiovisual es una muestra todo lo que nos une a las personas refugiadas y cómo el derecho de asilo es capaz de ofrecer una segunda vida para ellas”, explica Estrella Galán, directora de CEAR.
Que sean ellos los que lo cuenten
Desde CEAR subrayan que en un momento en el que se incita al odio a las personas que buscan refugio en nuestro país, es más importante que nunca que sean ellas mismas las que cuenten directamente sus emociones, sus capacidades y sus esperanzas, así como reivindicar el orgullo de ser un país de acogida desde hace más de 40 años.
El documental puede verse de forma gratuita en la página web de la campaña donde además se han seleccionado las opiniones de los entrevistados sobre diferentes temas. También puedes verlo aquí:
Los protagonistas
Daniel es hijo de un refugiado español en México desde 1939. Su padre y su abuela se embarcaron en 1937 en un barco inglés que, desde Asturias, los llevó a Francia, donde estarían a salvo. Allí fueron acogidos por una familia que les dio casa, comida y educación para los niños. Después, la esperanza llegó desde México, cuando el presidente Cárdenas ofreció acoger a los exiliados españoles. “No os olvidéis que nosotros, los españoles, también fuimos refugiados. Que estuvimos en la misma situación de la gente que veis en las fotos de Grecia”, pide.
Matías, argentino, cruzó también el charco, pero de forma inversa. Siendo niño, sus padres fueron encarcelados por el régimen militar. Él y su hermana vivieron con sus abuelos hasta que, un día, los llevaron al aeropuerto. Allí se pudieron reencontrar con su madre, que había sido liberada con la premisa de salir del país inmediatamente. Era el año 1977 y se subieron a un avión con destino a España, sin saber si volverían a su país. Pero él nunca se sintió rechazado: “Pasé la infancia en los años 80 en Madrid y nunca tuve ninguna sensación de ser rechazado”.
Por su parte, Antonio es vietnamita y llegó a España en 1980. Se había criado en el seno de una familia acomodada en Vietnam, pero en 1975 con el final de la guerra civil, se vieron obligados a huir del país dejando atrás todo lo que tenían. No sabían a dónde iban, pero los acabaron destinando en Salamanca, donde construye su vida desde entonces. En Salamanca había mucha gente que estaba abierta con mucho corazón para ayudar. Estaba nevando y alguien se quitó el abrigo y nos lo dio a nosotros”, recuerda de su llegada.
En 1995, con sólo 10 años, Jelena tuvo que abandonar a su familia en Bosnia-Herzegovina por una de las guerras más crueles de Europa. Recuerda su llegada a España y su sorpresa al encontrar una familia con una niña de su misma edad que le ofreció su hogar para crecer juntas. “Llegué aquí con 10 años no acompañada por mis padres, me podría haber pasado de todo. Yo he tenido la suerte de haber tenido una vida estupenda”, admite.
Sulekha llegó a España en 2005. Siempre tuvo muy claro que no dejaría que sus hijos fuesen reclutados como niños soldados en Somalia. Por eso, tuvo que entregárselos una noche a un camionero para que se los llevase lejos de ella y de la vida que les esperaba si se quedaban. Cuando por fin volvieron a reencontrase a salvo, la tristeza de los años pasados se convirtió en una inmensa felicidad. Sobre ser acogida, lo define como “una segunda oportunidad en la vida”.
En otro lugar del mundo, el abuelo de Ahmed llegó a Gaza tras escapar de Palestina poco antes de la fundación del Estado de Israel. Allí, en un campo de refugiados nació en 1984 Ahmed. Su infancia transcurrió en un escenario de continua violencia y dificultades. A los 9 años recibió su primera paliza por parte de unos soldados israelíes. Unos años más tarde decidió huir de Gaza con un destino y un futuro incierto. Lleva en España 11 años. “Mi idea era cambiar mi lugar de lucha e ir a trabajar con la misma ONG pero en Italia. Estoy resumiendo pero son 3 años de camino”.
Seis protagonistas con historias muy distintas y algo en común: el haber dejado todo atrás para salvar sus vidas. Es decisión de los países desarrollados la de seguir escuchando historias que sí, son tristes, pero a las que pueden ofrecer un final feliz.