'Cuéntame cómo pasó' se nos va (para siempre)

'Cuéntame cómo pasó' se nos va (para siempre)

RTVE

A mí también me duele, pero hay que encararlo. Aunque 18 años crean una dependencia emocional enorme, es hora de enfrentarse a la realidad que nadie (y todo el mundo) esperaba: Cuéntame cómo pasó se acaba... PARA SIEMPRE. Volveremos a aquellos tiempos que ya nadie logra recordar y en la que otros ni habían nacido, la época en la que la serie no existía en La 1. Y aunque lo parezca, no hablamos de cuando TVE emitía en blanco y negro.

A ver, es impactante, pero tampoco es tan surrealista. Nadie podía imaginar que la producción iba a prescindir de su protagonista absoluto y lo hizo (aunque nos tendió una trampa). Ojalá hubiesen puesto el punto y final en ese momento. Esto puede acabar como Los Serrano, y eso nunca es bueno. Pero así es la televisión en España con las series: o las cancela pese a la fidelidad de su audiencia —y deja que las recojan cadenas de pago—, o decide apostar por ellas aunque se hayan pegado la leche de su vida con la audiencia o las alarga hasta desgastarlas y ambiciona convertirlas en el sello de una cadena. Quieren que sean vitales para el canal y acaban matándolas de la peor forma... Y eso está ocurriendo con Cuéntame, por duro que sea verbalizarlo.

Atrás, MUY ATRÁS, quedaron esos capítulos de los que se habla siempre cuando sale el tema de lo brillante que es Cuéntame: los Alcántara en Benidorm la primera vez que ven el mar, los Alcántara al rescate de uno de sus hijos que se ha ido a Ibiza a vivir la vida hippie, los Alcántara preocupados porque la abuela se ha echado novio y hace manitas bajo la mesa... Donde antes se mezclaba el realismo de una época, la absurdez y las risas, ahora solo hay llantos y drama —a pesar de que a veces veamos guiones muy necesarios y aplaudidos—. Y de los cansinos.

Ha sido una serie brillante, pero ha tenido dos tramas detestables: la de la temporada 15, cuando Antonio le pone los cuernos a Merche y acaban separándose, y la de la temporada 16, cuando todos los capítulos eran para la guerra con Mauro. Dos temporadas seguidas en las que se podía decir ‘qué pereza’, y eso no se lo puede permitir una serie así. Lo peor: esa sensación ha vuelto.

Además, parecía mentira, pero Cuéntame ha logrado convertir a dos de sus personajes principales en seres verdaderamente insoportables: Carlos, al que consiguió salvar de la quema regalando a Ricardo Gómez un final glorioso —interpretativamente hablando— y Antonio. Si a Carlitos daban ganas de cerrarle la boca por creerse un escritor atormentado y ser como el perro del hortelano con Karina, con Antonio dan ganas de partir el televisor por machista, egoísta y egocéntrico. Aunque todos sus ego ayuden a encumbrar al personaje empoderado de Ana Duato.

Cuéntame debería haber llegado a su fin hace doce años. Y este dato tiene una base teórica. Pero no lo ha hecho. La serie da una de cal y otra de arena a sus fans: sigue apasionando tenerla los jueves —la única capaz de sobrevivir a Supervivientes— porque la familia es realidad pura y dura, pero ya cojea, y mucho. Ha aguantado una eternidad, por suerte, pero los años pesan a todos (quizás menos a Herminia). Y hay datos que evidencian que debería llegar a su final definitivo, aunque se nos haga un nudo en el estómago:

Carlos ya no está. Da igual que quieran seguir teniendo al personaje como hilo conductor, que se escriban correspondencia con él —una posible excusa para recuperarlo—, que lo mantengan como narrador... Lo hemos visto crecer desde los 7 años y merecíamos verlo envejecer (a la gente le mola hacer esas comparaciones del antes y el después). Su alma torturada de escritor no lo dejaba vivir y lo mandaron a Nueva York. Esperaos, que igual lo rescatan reconvertido en Paul Auster...

Karina tampoco está. El personaje caía bien, daba igual que estuviera sola o acompañada. Parecía que no podía sobrevivir sin un hombre al lado... Qué mal. Habría molado mucho ver en pantalla el team feminista Karina-Merche, pero la serie (y la misma Elena Rivera) decidió colocarla en un mundo nuevo y feliz.

Adiós a la pareja formada por Merche y Antonio. Otra vez. Que sí, que Cuéntame es como la vida misma y los matrimonios tienen crisis, pero no necesitamos ver más veces cómo estos dos se separan y siempre por culpa del mismo. Antonio es un gañán y Merche ya ha necesitado dos veces, incluso, la ayuda de un psicólogo sin la empatía de Imanol Arias. Va justito de inteligencia emocional, y eso cansa tanto a Mercedes Fernández como a la audiencia (mirad las redes).

Veinte temporadas después, Inés sigue a lo suyo: buscando novio. Está tan agotado el personaje que han tenido que rescatar a Mike, el inglés hippie con el que huyó a Ibiza. Siempre es un gusto verlo en pantalla, pero para eso tenemos todos los capítulos en la web de RTVE (y las reposiciones en Clan).

Herminia no necesita seguir luchando por convertirse en la jefa de la pantalla. Ya se ha ganado estar tan considerada como Chanquete. Y a estas alturas, es la única que se salva del elenco.

El espíritu ya no es el mismo. La gracia que tenía ver a una familia real, pero de locos, a veces incluso esperpéntica, ya no existe. Si es que ya solo genera ansiedad: incluso en los personajes.

Qué pena escribir esto. Es que, a veces, aunque duela, hay que decir también lo malo y dejar a la gente marchar. Incluso a la del barrio de San Genaro. Y estas razones parecen suficientes... Plantéatelo, Ganga. Os compraremos la serie en DVD, que tenemos para veros 20 temporadas sin necesidad de renovar.