Los consejos psicológicos actuales no funcionan
Muchas personas acuden a nuestra consulta abatidas, hartas e incluso avergonzadas por no ser capaces de “ser positivas”, “gestionar sus emociones” o “controlar su ansiedad” siguiendo los consejos más divulgados sobre cómo resolver la ansiedad o cómo ser feliz. Incluidas las clases para la felicidad que se imparten en la Universidad de Harvard y de Yale.
Es muy reconfortante ver cómo respiran con alivio cuando comprenden que no es que ellos sean torpes o incapaces, sino que esos consejos o pautas en realidad no funcionan.
Consejos como que “el ejercicio físico es un antídoto para la tristeza o la depresión”, “pasar más tiempo con los seres queridos para combatir la ansiedad”, “sé amable”, “quiérete“, “expresa amor”, “sé fuerte, tu puedes”... son consejos que en realidad inducen a forzarse a uno mismo, a autoconvencerse e incluso autoengañarse. Y no funcionan, más allá de una ligera euforia inicial.
En las conferencias, los libros, los vídeos, los artículos (como éste) y las redes sociales, llevamos años difundiendo lo que en nuestra consulta explicamos uno a uno a las personas que acuden a terapia: que la única manera de ser feliz es aprender a resolver lo que hace sufrir. Hay que resolver los conflictos que impiden estar bien, y entonces podrán ser empáticos de verdad, y expresar amor sin esfuerzo.
No hay que gestionar, ni controlar, ni “trabajarse” para estar bien, ni forzarse para ser dichoso… porque no funciona. Es mucho esfuerzo para escaso resultado, especialmente a medio y largo plazo.
Todavía más terribles son las afirmaciones que aseguran que “tú eliges tus emociones”, “si sufres es porque quieres”, “el sufrimiento no es necesario”, “elige ser feliz”, “aléjate de quien no te contagia alegría”… Incluso se afirma que forzar los músculos de la cara para esbozar una sonrisa te lleva a la felicidad. Todo esto es absolutamente falso. Se puede aprender a resolver el sufrimiento, pero no por el mero empeño de convencerse o fingir “ser feliz”.
El único camino para ser feliz es resolver lo que hace sufrir
No sería muy inteligente que si tienen un fuerte dolor de estómago tomaran analgésicos y se olvidaran del problema. El dolor es el efecto de que algo le ocurre al estómago y los analgésicos pueden ayudar, pero sería temerario no buscar además la causa de ese malestar y ponerle remedio. Y entonces el dolor desaparecerá, y ya no necesitarán más analgésicos.
El dolor físico nos avisa de que algo está mal en el cuerpo, nos previene y empuja a buscar la causa y resolverla. De manera similar, el sufrimiento psicológico (ansiedad, tristeza, depresión, timidez, ira, angustia, nerviosismo, envidia, miedo…) avisa de que algo está mal en su mente, algo que deben comprender y resolver. Si lo necesitan, calmen su malestar, si tienen que tomar psicofármacos, si les ayuda ir al gimnasio o estar con los amigos… o lo que crean oportuno, háganlo. Pero no se conformen con ello, aprendan a comprender y resolver las causas del malestar.
¿Qué hacer entonces?
Tampoco es inteligente, porque no funciona, conformarse con el sufrimiento, ni aceptarlo, ni tratar de controlarlo convenciéndose con pensamientos o palabras, ni reprimirlo con la acción, ni esperar que el tiempo lo solucione… Porque el malestar es el efecto, no la causa, y actuar sólo sobre los efectos no va a resolver los problemas.
Hay que desvelar las ideas o conclusiones erróneas, y hay que afrontar de forma adecuada las emociones sintiéndolas, no racionalizándolas, para comprender, racional y emocionalmente, las causas del sufrimiento y resolverlas.
Por tanto, no hay que entrenar la mente, hay que aprender a ponerla en orden. Hablaremos sobre cómo hacerlo el sábado que viene, que impartiéremos la última conferencia de nuestra gira por España de este año. Hemos hablado en Vigo, Barcelona, Sevilla, Bilbao y Zaragoza. Y el sábado que viene, 6 de abril, estaremos de nuevo en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
La conferencia “Sabiduría para Vivir” impartida por María Ibáñez y Jesús Jiménez es gratuita, de acceso libre, por orden de llegada, hasta completar el aforo del teatro. Más información aquí.