Los beneficios de que las parejas vivan separadas
Ya es primavera y comienza la época de bodas. Las parejas comprometidas cada vez están más preocupadas por los costes que conlleva el matrimonio. Por eso, hay algunas que optan por una solución algo distinta.
Decidan o no casarse, muchas parejas siguen el modelo familiar de las relaciones: se conocen, se enamoran y se mudan juntos. Sin embargo, últimamente, hay algunas parejas que están desafiando este estereotipo y optando por tener una relación amorosa a largo plazo sin convivir.
¿En qué consiste esta tendencia?
Para las parejas más jóvenes, la elección de estar juntos pero vivir separados suele deberse a circunstancias financieras o a motivos laborales o de estudios. En personas de más de 60 años, no obstante, el motivo más frecuente por el que las parejas viven separadas es para ser más independientes.
En el caso de las personas más jóvenes, la mayoría planea mudarse con su pareja en el futuro, mientras que los más mayores no tienen esos planes. Estos últimos quieren mantener su propio hogar y estilo de vida, sin dejar de estar en una relación con su pareja.
Normalmente, los miembros de las parejas más mayores han estado casados previamente y han tenido hijos. Estas personas no quieren renunciar a su autonomía, y a muchos no les interesa volver a empezar de nuevo y cuidar a su esposo en el hogar. Otras no quieren complicar a sus hijos. Otras simplemente quieren disfrutar de más espacio para hacer lo que quieran.
Los beneficios de darse un pequeño espacio
Existen algunos beneficios evidentes de este planteamiento. Las personas que optan por vivir separadas tienen un sentido fuerte de independencia, y también disfrutan de los beneficios de la intimidad. Cuando se reúnen después de un tiempo separados perciben un aumento del romanticismo, la pasión y la novedad.
Estas parejas pueden experimentar menos conflictos en su relación, porque tienen la posibilidad de ir a casa y relajarse cuando se sientan enfadados o frustrados con la pareja. Si llegado el momento se están poniendo de los nervios, pueden recurrir a sus diferentes hogares sin sentirse abandonados o rechazados.
Otra ventaja de esta opción es que estas parejas tienden a sentirse menos estancados en una relación insatisfactoria. Cuando las cosas no funcionan, es mucho más sencillo irse. No se enfrentan al estrés que supone dividir sus pertenencias, limpiar un apartamento o vender una casa. Si las relación no les está haciendo felices pueden, sencillamente, optar por romper.
A menudo, las parejas que deciden vivir separadas se aprecian más mutuamente. El hecho de no estar juntos todo el día hace que se valoren más y que estén más agradecidos por el tiempo en común. Además, tienden a esforzarse para hacer que cada momento cuente.
En ocasiones, cuando dos personas se mudan juntas y no son del todo compatibles, el hecho de convivir les hace creer que están mejor de lo que están en realidad. Invierten sus emociones y su dinero en compartir vivienda, por lo que resulta más difícil romper. Puede ocurrir que este tipo de parejas duren más tiempo del que deberían y toleren una relación que debería haber terminado hace tiempo.
Sin embargo, las parejas que viven separadas no tienen esa sensación de haber construido un compromiso artificial por vivir juntos. Sus sentimientos respecto a la pareja dependen del funcionamiento de la relación.
A menudo, las personas que han tenido hijos y una carrera profesional no están interesadas en construir un hogar o cuidar a alguien en este momento de su vida. Por tanto, la idea de vivir separados les parece adecuada, dado que les dota de los beneficios de una relación amorosa y evita muchos de los inconvenientes.
En el caso de alguien que haya estado rodeado de sus hijos y nietos durante muchos años, esta tendencia les proporciona el tiempo a solas que necesitan para centrarse en sí mismos y hacer las cosas que encuentran más significativas. De igual forma, les permite tener espacio para las aficiones que no comparten con su pareja.
El amor no siempre crece en la distancia
No obstante, lo de vivir separados solo funciona para aquellas personas que estén dispuestas a comprometerse. Si un miembro de la pareja está dispuesto, pero el otro no del todo, es muy posible que las cosas no acaben del todo bien.
También hay ciertos inconvenientes, por ejemplo, el coste que conlleva mantener dos viviendas y el sentimiento que tienen algunas parejas de "no saber dónde está su relación". Además, suele haber cierta presión social por parte de amigos o familiares que consideran que lo normal es que una pareja viva bajo el mismo techo.
A estas parejas les resulta excesivamente sencillo evadir los problemas que surjan entre ellos, dado que siempre pueden de irse a casa cuando piensen que la situación se está complicando. Pero, con el tiempo, estas situaciones no resueltas pueden conducir a una ruptura.
Y precisamente porque el amor no siempre crece con la distancia, vivir separados podría provocar un sentimiento de no estar suficientemente conectados, lo cual deriva en perjuicios para la intimidad y para la relación en general.
Pese a todo, es una idea interesante. Está claro que no todo el mundo está preparado para ello, pero a día de hoy es una opción que merece la pena considerar. De hecho, si se piensa bien, tal vez sea justo lo que necesitamos en nuestra relación.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Canadá y ha sido traducido del inglés por María Ginés Grao.