Los aplausos de la vergüenza del PP para limpiar la conciencia
Nunca antes un cadáver político había preguntado a Pedro Sánchez. Pero los muertos tienen mucha dignidad, a veces más que cuando están vivos y eso ha querido demostrar hoy Casado.
Nunca antes un cadáver político había preguntado a Pedro Sánchez. Pero los muertos tienen mucha dignidad, a veces más que cuando están vivos y eso ha querido demostrar hoy Pablo Casado, acudiendo a la Sesión de Control del Congreso de los Diputados, a preguntar a Sánchez.
Casado, 40 años, aún presidente del Partido Popular ha tenido su último gesto político hoy 23F y ha acudido a cumplir con su deber. Ha sido una de esas mañana de imágenes, de las que pensábamos que ya era difícil que se sucedieran. Ha bajado las escaleras al pasillo principal acompañado por Ana Pastor y Cuca Gamarra, las dos infieles escuderas desde ayer, como otros tantos. Ha respondido a Sánchez y se ha marchado volviendo a ponerse la mascarilla -que se había quitado para responder al presidente y dejar así su cara descubierta para la posteridad-, seguido de los aplausos, tímidos por vergonzantes, dando la espalda y acompañado únicamente de Pablo Montesinos y Ana Beltrán. Hasta Cayetana, que está de gira por los medios empleándose a fondo en lavar y normalizar el hecho de que el hermano de Isabel Díaz Ayuso haya hecho negocios con la Comunidad de Madrid, ha aplaudido “con reticencias”, según ha declarado ella misma a la prensa. Es día para grandes frases, ¿saben aquello de la soledad del líder o lo cara que se vende la lealtad en los partidos políticos?.
Solo que Casado no ha estado solo del todo. Dos fieles, Pablo Montesinos e Isabel Gil, la responsable de prensa del Congreso, han sido los dos últimos que le han seguido después de que dejara su despacho por última vez. Emocionados, leales, sabiendo que la política no debería ser esto que ha sucedido en los últimos días. Pero en estos momentos, ni el factor humano atenúa lo vivido en Génova.
En el grupo popular, que hoy se ha encargado de velarle como plañideras contenidas mientras se despedía, un silencio sepulcral después de tantos días largando trapos sucios a la prensa. En el pasillo, uno de los diputados con más influencia en el grupo, tiraba de escatología para evitar pararse. “Estoy con un virus estomacal y tengo que ir al baño por eso no puedo contestar”, alegaba después de haber estado un rato controlando el esfínter mientras se despachaba con un periodista de ultraderecha conocido como el rey de las fake news. Se ve que la urgencia fisiológica le ha empujado a salir solo del hemiciclo porque sus compañeros lo han abandonado en parejas.
La familia, los hijos, el futuro. Fue Isabel Díaz Ayuso la primera que afirmó lo de “la familia es lo primero”. Luego han llegado los recuerdos de que los otros, sus compañeros, los de Génova, también tienen familia: Teodoro García Egea hablaba a Ana Pastor (la periodista) de las noche que ha robado a sus tres hijos; Pablo Casado hablaba esta mañana a Pedro Sánchez del “futuro de nuestros hijos” que merecen un país mejor. ¿La clave de tanto sentimiento familiar? La economía.
Pablo Casado tiene 40 años (1981) familia e hijos; Teodoro Garcia Egea, 36 años (1985) y tres criaturas. En la cúpula que rodeaba a Casado, la renovación y la juventud eran un valor. Ahora la inmadurez -la principal causa del desastre- ¿a quién se le ocurre enfrentarse a Miguel Angel Rodríguez sin estar bien pertrechado en la canallesca de la cañerías sucias? se preguntaba una señoría esta mañana- y la soberbia en muchos casos, sobre todo la de Egea, dicen, ha sido desastrosa en estos tres años.
Hoy, Pablo Casado se ha despedido del Congreso de los Diputados. Fue la esperanza blanca del PP frente a la corrupción y denunciar la corrupción -sin suficientes datos- se le ha llevado por delante. Ahora “le buscan una salida digna” dicen, debe ser por eso de que los hasta anteayer suyos recuerdan que tiene familia y las puertas giratorias se han reducido a la mínima expresión. ¿Quién va a fichar en los próximos meses a Casado y a Egea? Y más después del ejemplo de Albert Rivera.
Pero la política no es esto. Pese a la tristeza de Pablo Montesinos e Isabel Gil.