Los 20.000 muertos que espera la derecha para acabar con Sánchez
Ya lo hicieron con ETA, ahora no van a dudar. El duelo Casado-Abascal tiene como objetivo una primera víctima, el Gobierno de izquierdas.
Será el arma letal contra Pedro Sánchez, una cifra redonda, brutal, que lanzará el PP contra el actual Gobierno utilizando el dolor de las familias. Ya lo hicieron con ETA, y ahora tampoco van a dudar. Si los muertos no son suficientes, la segunda fase serán los millones de parados que el postcoronavirus dejará en la economía. Todo vale para derrocar al Gobierno y frenar a Vox, que se los come por la extrema derecha.
“Es una cifra insoportable: 20.000 muertos”, dice silabeando lentamente la cifra en tono elevado uno de los ideólogos de Pablo Casado. “Cuando se alcance ese número, este Gobierno no podrá hacer frente a la realidad. Habrá elecciones el año que viene seguro porque el Gobierno de Sánchez no podrá con las demandas de los familiares de las víctimas ni con la revolución que se avecina para el otoño, cuando el paro y las muertes resulten aplastantes”.
Da igual con quién se hable estos terribles días en las filas del PP: los 20.000 muertos salen rápido a colación. Es como un mantra que ha pasado a formar parte del argumentario. Una gota malaya con la que están abonando el terreno, preparando a la los periodistas para cuando llegue el momento.
“Todas las víctimas de ETA no llegan ni a 1.000, así que imagina lo que son 20.000 muertes comparadas con los asesinatos de la banda terrorista”, dice una diputada popular próxima a la dirección del partido. Los fallecidos por Covid-19 en España dejan pequeña la cifra de ETA, 829 entre civiles y miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, desde 1975 hasta 2011, año en que se anunció el cese definitivo de la actividad armada. Aunque la cifra no es comparable porque responde a los hechos de naturaleza bien diferente, en el PP les parece mucho más aprovechable para desalojar a Sánchez de Moncloa.
Una cifra brutal, tan dolorosa que será fácilmente manipulable por las emociones que despierta. El PP, Vox y sus medios esperan el número redondo para lanzarlo sobre la tribuna contra el actual Gobierno. Esta es una sociedad que jamás ha soportado un número así. La generación de la guerra ha desaparecido y las siguientes generaciones no están acostumbradas a hacer frente a tal mazazo.
“Era obligación del Gobierno avisar del peligro. No estoy de acuerdo en que todos tenemos la culpa y que sólo nos hemos metido en casa cuando se ha prohibido por decreto y nos han empezado a poner multas. La responsabilidad es única y exclusivamente de Sánchez”, defiende un popular ahora consejero de Casado y muy próximo a Aznar, dentro de esa corriente que da por hecho que el Gobierno tenía que haber adivinado la que se le venía encima. Tenían que haber sido expertos en epidemias. Algo que no ha ocurrido tampoco en otros países europeos. En España hay alrededor de un 10% de muertes en relación con el de infectados, pero en Francia, Italia, Reino Unido o Bélgica, ese porcentaje es más elevado.
La rotunda culpabilidad que se achaca al Gobierno no acaba de encajar con un partido en el que algunos de sus propios miembros minimizaron el riesgo como tantos otros.
El jueves 12 de marzo, sólo dos días antes del decreto de estado de alarma del 14 marzo, la portavoz de Sanidad del PP en el Congreso de los Diputados, la enfermera Elvira Velasco, quitó importancia a la posibilidad de que Ana Pastor, que había dado positivo en Covid-19, hubiera podido contagiar a nadie: “Cuando ha surgido que ella se ha sentido con sintomatología estaba en Málaga y le ha pillado los dos días que ella podía estar transmitiendo y tenía sintomatología en su domicilio”.
Y se quedó tan ancha, a pesar de que ya se conocían los tiempos de incubación y la capacidad de transmisión del virus. Lo que no tranquilizó en absoluto a algunos periodistas que habían estado comiendo con la exministra de Sanidad con Aznar y presidenta del Congreso con Rajoy, solo unos días antes de que se le manifestara la enfermedad. Tampoco a quienes la saludaron efusivamente en el acto del Senado que tuvo lugar el viernes 6 de marzo, un día antes de tener fiebre.
La sanidad, hasta el decreto del 14 de marzo, era competencia de las comunidades autónomas. Que los consejeros de Sanidad de las gobernadas por el PP —Madrid, Andalucía o Murcia— no adivinaran tampoco lo que se avecinaba y ni compraran material sanitario no atenúa la culpabilidad del Gobierno para la cúpula del PP. Primero utilizarán esa cifra terrible y redonda de los 20.000 muertos, luego el número de parados.
“La portada de El Mundo con los ataúdes en el palacio de hielo ha sido esencial para visualizar los muertos. Los medios de comunicación están ocultando las imágenes porque necesitan que el Gobierno les subvencione. Por eso están ocultando la realidad por un falso sentido de Estado”, explica un diputado popular.
A la campaña que se está preparando para cuando las cifras arrojen 20.000 muertes le faltan escenas desgarradoras de familiares despidiéndose de los suyos. Son las fotos que se quejan de no ver publicadas en los periódicos ni abriendo los telediarios, a los que se acusa de estar pagados por el Gobierno. Teniendo en cuenta que la Junta de Andalucía de Moreno Bonilla ha estado pagando artículos elogiosos sobre su gestión en la crisis del coronavirus que no se ajustaban a la realidad, como el caso de una supuesta inversión de 1.000 millones de euros para los autónomos andaluces de los que solo 65 provienen de las arcas de la Junta, es fácil que consideren que su mala praxis es extensible al resto.
Mientras llega ese indeseable dato, Cayetana Álvarez de Toledo adelanta poco a poco lo que vendrá. “El Gobierno está tomando medidas letales para la vida y el futuro de los españoles”, ha sido la frase estrella de esta semana, en línea con responsabilizar al Gobierno de los fallecimientos.
Hasta en esto van a rebufo de Vox, que no ha dudado de manipular imágenes con la Gran Vía madrileña repleta de ataúdes o la sede socialista de Ferraz, como ha hecho Hermann Tertsch. “Creo que la gente de Vox se lo debe pasar en grande, le ponen el capote al PP de Casado y entran como un toro. No hay más que ver lo que sucedió la semana pasada en el Congreso, bastó con que Abascal anunciara que volvían a trabajar para que Álvarez de Toledo corriese a subir la apuesta asegurando que 45 diputados populares asistirían al pleno. Luego resulta que de Vox solo acudieron tres y el PP tuvo que rectificar”, apunta un diputado socialista.
“Dentro de tres meses, cuando las familias de esos 20.000 muertos que podemos llegar a tener le pidan responsabilidades al Gobierno, no sé cómo va a salir eso”, advierte disgustado otra conocida socialista, consciente de la campaña que se está cocinando. El duelo Casado-Abascal tiene como objetivo una primera víctima: el Gobierno de izquierdas. Sobre si la siguiente será el mismo Pablo Casado ya hace meses que se abrieron las apuestas.