Lopetegui o el amargo sabor del fracaso
Julen Lopetegui ha sido un deportista profesional que ha debido sufrir en su carrera, necesariamente, decenas de reveses. No le será complicado sobreponerse a este episodio de fracaso. No obstante, su experiencia en desánimos no será suficiente para que pase página de un día para otro.
Lo más probable es que el exentrenador del Real Madrid comience valorando lo ocurrido como producto de una gran injusticia: "Ya les dije que necesitábamos fichajes"; "ese equipo está lleno de niños malcriados"; "no entendieron mis planteamientos tácticos".
Unos días después comenzará a aceptar tímidamente algún error de valoración por su parte: "No tenía que haber venido"; "debería hacer más caso a Fulano, siempre tiene razón"; "tenía que haberme dado cuenta de que sin CR7 esto es otra cosa".
Los pensamientos seguirán desfilando por su cabeza. Llegarán las mortificaciones y los arrepentimientos: "Qué idiota soy. Me tenía que haber quedado en la Selección"; "tenía que haber sido menos ambicioso, ¿qué prisa tenía en llegar al Madrid?".
Este es un punto clave, es el momento donde la evolución del fracaso se puede tornar en un estado depresivo o en un aprendizaje que le haga más fuerte en el futuro. Será la diferencia entre un lacerante "Soy un inepto, me he creído ser un gran entrenador y soy un fraude, no valgo para nada" y un esperanzador "encontraré un equipo medio donde triunfar y poco a poco llegaré otra vez a la cima, soy joven aún".
Paralelamente a todo este carrusel de pensamientos, Lopetegui padecerá momentos de ira, de ansiedad y de tristeza. Puede que se encierre en casa algunos días y no quiera salir. Le costará conciliar el sueño, concentrarse en una película y tendrá menos apetito. Sus movimientos, su habla, su andar serán acelerados en un principio para ir deviniendo en lentos.
Lopetegui lo superará. Este será un episodio que le acompañará toda la vida, pero con el tiempo lo externalizará y se referirá a él con la lejanía del observador, sin emoción, solo hechos.
No todos los fracasos se viven igual. Son tres los elementos que definen la intensidad del daño: la trascendencia de lo perdido, las expectativas incumplidas y la fortaleza mental del que lo sufre.
No ganar la lotería causa un daño mínimo, porque aun siendo un hecho trascendente (puede cambiar la vida), las expectativas que se generan son mínimas. Suspender una oposición estando en el paro, siempre será más nocivo que hacerlo con un examen del colegio que no se ha preparado.
En el caso de Lopetegui, como ya hemos dicho, cuenta con estrategias suficientes para afrontar la adversidad. Podemos imaginar las expectativas que tendría, que lógicamente serían altas, pero la trascendencia de perder el banquillo del Real Madrid, aun siendo importante, no es vital, podrá seguir entrenando sin problemas económicos, solo es un paso atrás, quizás para coger más impulso.
Así que, si usted es amigo de Julen Lopetegui, procure no enfadarle estos primeros días porque le puede soltar un bufido, luego arrópele un poco y acabe proponiéndole unas cañas para que le cuente sus planes de futuro. No se preocupe por él, saldrá de esta.