Lo virtual no da lo real
Un artista empapa los lienzos para comunicar sus sentimientos, pero el tema no queda ahí, tiene la necesidad de contarlo, y si no precisamente los detalles de cada pincelada, sí sobre sus sentimientos y vivencias.
Este silencio vivido, ha servido para conocer un vacío inédito, una falta de sensaciones que solo volviendo a ellas está uno consciente de la importancia que tienen en nuestras vidas.
Roma enmudeció, Roma como todas las ciudades del mundo, quedó congelada ante la llegada del virus. Han pasado meses de aquel primer silencio agónico y de la última vez que pudimos acercarnos al arte y al artista.
Lo virtual ha sido genial, pero jamás permitirá mirar a los ojos al artista y descubrirlo en carne y hueso.
Serse hoy lo confirma, este artista nacido en San Polo di Piave en 1952 que por amor ha hecho de Trieste su casa.
¿Y usted qué es? Soy artista. Así le respondió al que le preguntaba en la mili y gracias a eso, a ser tan artista, su paso por la academia militar, tal y como él me lo contó, se convirtió en algo inclusive agradable.
Hay que ser artista, sí señor, para pasar de ser un científico a vivir del arte puro y duro.
Encontró el amor en un viaje a Trieste y allí se quedó, y según él mismo cuenta, esta parte de Italia tiene su aquel.
Serse me ha recomendado leer a Italo Svevo para descubrir la esencia de esta ciudad del norte. Lo haré. Trieste era una ciudad que, hasta hace cien años, era la cuarta realidad más grande e importante de un imperio, el Imperio Austro-húngaro. Viena, Budapest, Praga y Trieste: estos eran los lugares donde se basaban la política, la economía y las finanzas y donde se tomaban las decisiones.
Hoy se ha inaugurado en el Hotel St. Regis de Roma, la muestra “Qui tutto è aperto. Fogli d’Acqua”, una muestra organizada por la Gallería Continua que no cesa en crear exposiciones especiales, con gente especial. La obra de Serse refleja el agua, el mar y los claro oscuro de Trieste y su mar. Sus cuadros parecen fotografías o reflejos de una pantalla, pero no lo son. Son secuencias de los reflejos del agua y al mismo tiempo la descripción minuciosa de su movimiento. Con un control en cada gesto que evita que las imágenes sean abstractas.