Lo que ocurre en Las Vegas no se queda en Las Vegas
Todo, absolutamente todo lo que creen sobre Risto, Laura, Tamara e Íñigo está únicamente en sus cabezas.
I. “¡Han roto Laura y Risto!” grita sobresaltada una chica dos asientos por delante de mí en el tren. Casi se le cae el móvil de las manos. “¿Quéééé?” responde la amiga que va sentada a su lado. Veo cómo varias personas que viajan en el vagón interrumpen la actividad que estuvieran haciendo con su teléfono en ese momento y se ponen a teclear lo que supongo que es “Laura Escanes Risto Mejide” en un buscador. Se oye algún grito de sorpresa contenido. Algunas enseñan la pantalla de sus móviles a los de al lado mientras señalan algo con el dedo. Otras se llevan las manos a la boca. El murmullo de las conversaciones sube de volumen, y el entusiasmo con el que se ha animado el grupo de jóvenes que viaja en el vagón indica que están hablando de algo que les afecta personalmente.
II. A lo mejor todos ellos son amigos personales de Risto Mejide y Laura Escanes. Pero va a ser que no. A lo mejor algunos de ellos les han tratado personalmente en alguna ocasión. Pero va a ser que tampoco. Quizá uno, uno sólo de los que ha visto alterada su tasa cardíaca tras la noticia de la ruptura, era alguien cercano a la pareja y está transmitiendo su condolencia a los demás. Ni de puñetera coña. Muy probablemente muchas de esas jóvenes han vivido sus propias rupturas amorosas, y han comprobado como basta con tener una mínima distancia respecto de la pareja para que todo se distorsione y se malinterprete, para que las opiniones sobre lo que ha ocurrido tengan tanta relación con la realidad como la que tiene un reloj parado con la hora real.
Pero saben lo que ha ocurrido entre Risto Mejide y Laura Escanes. Como saben también lo que ha ocurrido entre Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Reciben la noticia de la ruptura de la influencer y el presentador cuando ya llevan veinticuatro horas formando parte activa del team Marquesa de Griñón. Saben perfectamente todo lo que ha ocurrido, desde Madrid hasta el desierto de Nevada. Conocen tanto a la socialité aristócrata como a su exprometido fiestero. Han tuiteado sobre el tema. Discutido con otros amigos. Pensado que las declaraciones que la marquesa ha realizado posteriormente tienen algo que ver con la verdad o con la mentira. Pero todo, todo, absolutamente todo lo que creen sobre Risto, Laura, Tamara e Íñigo está únicamente en sus cabezas.
III. Son extraterrestres. Viven en mundos raros veinticuatro horas al día. Con extrañas reglas del juego. Especies animales exóticas. Es posible que utilicen algunas palabras que usamos también los demás —amor, pareja, ruptura…—, pero el significado que le dan puede no tener nada que ver con el que le damos nosotros. No recuerdan cuándo fue la última vez que salieron de su nave espacial en el metaverso. Creemos vernos en ellos y que ellos se ven en nosotros, pero es una ilusión, un espejismo en el desierto de Nevada fruto de las altas temperaturas y el agotamiento. Fíjense si son diferentes que, para ellos, lo que ocurre en Las Vegas no se queda en Las Vegas, sino da cien vueltas al mundo y se cuela en el vagón del tren en el que estoy volviendo a casa.