Lo que estas mujeres querrían haber sabido antes sobre el sexo
Muchas personas no aprenden estas cosas en la escuela... ni en su casa.
De jóvenes, todos tenemos dudas sobre el sexo. Y muchas de las cosas que nos creemos a pies juntillas resulta que son mitos. Existen mentiras sobre la pareja, sobre el placer, sobre los riesgos... y algunos hechos quedan totalmente al margen por culpa de los estigmas y los tabús, de una educación estricta y de la falta de educación sexual en las escuelas.
La mayoría de las veces, Google ni siquiera ayuda, ya que ante casi cualquier pregunta relacionada con la salud saldrán mil opciones (y no todas fiables). Todo esto lleva a la confusión sobre el sexo y la sexualidad.
Por eso la edición estadounidense del HuffPost ha preguntado a seis mujeres qué desearían haber sabido sobre el sexo y su salud sexual cuando eran más jóvenes. Estas fueron sus respuestas:
1. Está bien descubrirte a tu ritmo
"Cuando se trata de la exploración sexual, muchas personas se fijan en lo que aparentemente hacen otras personas en lugar de tener en cuenta su propia preparación para las experiencias sexuales", afirma la psicóloga Mahlet Endale.
Endale ha tratado a pacientes que aseguran haberse sentido presionadas para participar en experiencias sexuales "simplemente porque pensaron que su virginidad era algo de lo que tenían que deshacerse cuanto antes", cuando todavía no se sentían preparadas para tener relaciones sexuales.
Para Karen Fratti, una joven de 35 años de Nueva York, este punto en particular no podría sonar más cierto: "Ojalá hubiera sabido a mis 16 años, cuando perdí mi virginidad, y hasta bien entrados los 20, que tenía más poder de decisión en ese asunto".
2. No debes sentir vergüenza por ir a una clínica
Hacerse cargo de la salud sexual —y esto incluye acudir al ginecólogo y hacerse chequeos relativamente rutinarios— no debe ser en absoluto un motivo de vergüenza, sino más bien algo necesario. "Desearía haber sabido todas mis opciones una vez que fui sexualmente activa. Fui a una clínica de planificación porque podía pagarlo y me trataron muy bien. Pero había una sensación de vergüenza", recuerda Chrissa Hardy, residente de Chicago de 33 años.
"Tuve que descubrirlo por mi cuenta, ya que en las clases de educación sexual no se hablaba de ello, y era una especie de secreto entre las mujeres que conocía", prosigue. "Odio haberme sentido culpable de ser proactiva con mi salud".
3. La educación sexual no siempre brinda información precisa
Fratti pide que las escuelas presten más atención a la educación sexual para ayudar a sus alumnos a comprender mejor lo que sucede con sus genitales y sus órganos reproductivos, cosa que no se hacía cuando ella era estudiante.
"Muchos de los problemas relacionados con el género, los derechos reproductivos, entre otros, podrían resolverse si desexualizamos la educación sexual y la tratamos con una base científica y funcional", señala.
Fratti asistió a una escuela católica en Pensilvania hasta sexto curso, luego cambió a una escuela pública en la misma zona. "En la escuela católica no había educación sexual y la escuela pública estaba enfocada en no quedarse embarazada o contraer SIDA", denuncia.
4. Los problemas de fertilidad no son tu culpa
Los estudios muestran que aproximadamente el 9% de los hombres y el 11% de las mujeres en edad reproductiva han experimentado problemas de fertilidad. Verona Harry, de 59 años, fue una de ellas y se pasó años y años culpándose a sí misma y enfadada con su propio cuerpo por no poder concebir un hijo.
"Vivía en Kingston, Jamaica, mientras trataba de quedarme embarazada. Tenía 32 años, llevaba años intentándolo y no lo conseguía", cuenta. "En ese momento no tenía los recursos, y la vergüenza asociada a la posibilidad de que me dijeran que mi cuerpo estaba 'roto' y que no podía producir niños era suficiente para evitar que acudiera a un médico. Quizás si supiera lo que sé ahora, no habría sido tan dura conmigo misma".
5. Es perfectamente normal, y muy recomendable, hacerse una prueba
Algunas mujeres, como las amigas Rochelle Codner y Gizelle Fletcher, de Indiana, denuncian lo mucho que les cuesta encontrar espacios seguros para hacerse una prueba de detección de infecciones de transmisión sexual (ITS).
"Desearía saber más sobre cómo y dónde realizarme las pruebas", apunta Codner, de 28 años. "No encontré ningún lugar hasta los 18 años y, aunque practicaba sexo seguro y usaba condones, siempre me aterraba que de alguna manera no funcionara o fuera una de las desafortunadas".
6. Los signos de las ITS no son siempre lo que piensas
Fletcher no siempre entendía los síntomas de las infecciones de transmisión sexual, en parte porque estaban llenas de estigma. Desearía haber tenido una mejor educación sobre el tema, así como información sobre qué hacer si experimentaba algún signo de una ITS.
"Por un lado, me gustaría haber sabido que las marcas que me dejaba la cuchilla no eran signos de herpes. Pero no tuve una manera de descubrirlo sin avergonzarme, y Google no me ayudó mucho", afirma Fletcher, de 28 años. "Ojalá me hubieran animado también a hacerme las pruebas".
7. La intimidad con una pareja no siempre equivale a sexo
Chelan Smith, bloguera de estilo de vida de 36 años, desearía haber sabido que el afecto y la cercanía con una persona trascienden el acto básico del sexo: "Ojalá supiera que la intimidad sexual no era solo una cosa física. Que realmente mejora cuanto más te tomas tu tiempo para conocer a la otra persona".
8. Está bien preguntar a tu doctor cualquier cosa sobre sexo
"Desearía tener un lugar al que ir para hacer estas preguntas (relacionadas con el sexo), aparte de mis amigos, que sabían incluso menos que yo", señala Fletcher. Los médicos han oído de todo, así que no debes sentir vergüenza por buscar su consejo, y ningún paciente debe temer el juicio de su doctor sobre su salud sexual.
9. Tu placer y comodidad son tan importantes como los de tu pareja
El sexo no es solo para la otra persona. Tú también debes sentirte bien (y segura) en el momento. Fratti desearía haber sabido que podía hablar sobre esas cosas: "Aun cuando pensaba que me estaba divirtiendo y que el sexo estaba 'bien', ojalá hubiera sabido que podía ser mejor y que podía opinar sobre las posturas".
"Me tomó un tiempo encontrar mi voz y sentirme capacitada para hacer que el sexo, e incluso la masturbación, fuera cosa mía", explica Fratti.
Hardy señala que también querría haber sentido más poder cuando era más joven para encontrar lo que era agradable para ella. "Como tenía muy pocos recursos y ejemplos de cómo debía ser el sexo para las mujeres, pasé años teniendo relaciones sexuales aburridas y, en algunos casos, dolorosas", afirma.
10. Está bien explorar
Por desgracia, la mayoría de estas experiencias son más comunes de lo que la mayoría de la gente piensa. La comunicación, ser dueño de tus necesidades en el dormitorio y priorizar tu salud sexual es vital.
Pero las falsas verdades y los tabús sobre el sexo pueden impedir que una persona joven entienda bien el sexo cuando está aprendiendo lo que es. "Ya es hora de que estos conceptos erróneos sean desmantelados para que el conocimiento sexual se expanda a las generaciones más jóvenes", reivindica Hardy.
"Pensaba que no era importante priorizar mis necesidades sexuales o probar algo nuevo porque podría ser juzgada o humillada", recuerda Hardy. "Odio eso. No puedo recuperar ese tiempo, y no quiero que la próxima generación de mujeres sufra las mismas... tonterías".
Este artículo se publicó originalmente en la edición estadounidense del 'HuffPost' y ha sido traducido del inglés.