Lo que el activista gay más famoso de Rusia tiene que decir a los aficionados del Mundial
"No hagáis una declaración pública aquí. No es seguro".
MOSCÚ, Rusia — Viernes por la noche en la televisión pública rusa. Horario de máxima audiencia.
Anton Krasovksi apura un vaso de whisky entre bastidores antes de salir frente a las cámaras de Angry Guyzzz, su controvertido programa de entretenimiento.
Sus invitados son personas transgénero de Moscú y, al final del show, el presentador quiere enviar un mensaje a los espectadores.
"Soy gay"
En el alegato final, Krasovksi pronuncia las palabras que todavía hoy lo persiguen. Puede que sea el mensaje más importante de su vida.
"Soy gay", dice mirando directamente a las cámaras. "Y, al mismo tiempo, sigo siendo una persona como tú, querido espectador, como el presidente Putin, como el primer ministro Medvedev y como los miembros de la Duma (el Parlamento ruso)".
Era la primera vez (y, hasta ahora, la última) que un personaje público salía del armario en la Rusia de Putin y en la televisión pública. Y era una afrenta contra el poder, que considera la homosexualidad como una enfermedad y encarcela a gais y lesbianas por su sexualidad.
Esa misma noche, Krasovski perdió su trabajo. Su perfil desapareció de la web del canal y se eliminaron todos los episodios de su programa de la mediateca online de la cadena. Como si nunca hubieran existido.
Un símbolo contra la homofobia
Eso fue hace cinco años.
Me reúno con el hombre de 42 años en una cafetería del centro de Moscú. Lleva barba de tres días, traje azul oscuro y camisa blanca. Lo acompaña un cámara que capta cada uno de sus pasos para su canal de YouTube.
Hace un mes, Krasovski anunció que se presentaba a la alcaldía de la capital rusa en las elecciones que se celebrarán el próximo 9 de septiembre. Krasovski no está convencido de que su candidatura sea aprobada por las autoridades. Además, está bastante seguro de que no puede ganarlas.
Pero el hecho de que se presente es una señal clave en uno de los países más homófobos de Europa, que estará bajo el foco de atención del mundo durante las próximas semanas por acoger la Copa Mundial de Fútbol.
La homosexualidad es un tabú en esta sociedad, incluso en la moderna metrópoli de Moscú, donde se puede pagar con tarjeta en cualquier kiosco pero donde el beso entre dos hombres puede acabar en palos (por parte de la policía y de los hooligans de derechas) y donde se queman banderas arcoíris.
"No se admiten maricones"
Desde 2013, hay una ley que sanciona los comentarios positivos sobre la homosexualidad en presencia de menores. Esto ensombrece el Mundial.
Pegatinas con el lema "no se admiten maricones" han inundado las calles.
Un informe publicado por la organización de derechos humanos FARE (Fútbol contra el Racismo en Europa) indica que los cantos homófobos están aumentando en los estadios a medida que se acerca el Mundial.
Brasil ha emitido una guía en la que aconseja a los homosexuales "evitar hacer muestras públicas de cariño" durante el Mundial.
También el Ministerio de Exteriores alemán advierte que "pasar información sobre la homosexualidad o protestar y apoyar la homosexualidad en público" puede dar lugar a "multas de hasta 1360 euros, hasta 15 días en prisión y la deportación de la Federación Rusa".
"No hagáis aquí ninguna declaración en público"
Krasovski no es futbolero. Y tampoco ha intentado nunca besar en público a su novio, con el que lleva siete años. Pero tiene un mensaje para todos los forofos LGBT que viajen a Rusia estos días.
Por un lado, Moscú es un buen destino: cuenta con una gran escena underground en clubes y bares. "Pero lo que también tengo que decirles es: no hagáis ninguna declaración en público. No es seguro".
Según Krasovski, desde que salió del armario, Rusia se ha vuelto más homófoba. La propaganda estatal se ha incrementado —en la radio, en la tele— y ha calado en los rusos.
Para él, esto es una señal de que hizo lo correcto al salir del armario: "No quería seguir el camino que Rusia estaba marcando y quería sentar un precedente".
"Eres mi héroe"
La noticia de su salida del armario dio la vuelta al mundo. Le llegaron mensajes de odio por correo electrónico, por Twitter y Facebook. "Pero yo los ignoro. Creo que estos trolls son la enfermedad de internet, y no quiero tener nada que ver con ellos", afirma.
Al fin y al cabo, aparte de la hostilidad, ha recibido mucho apoyo. Miles de personas le escribieron confesándole: "Eres mi héroe". De la noche a la mañana, Krasovski pasó de presentador de televisión a icono para las personas LGTB en todo el mundo. Ha cambiado los estudios de televisión por las calles y el escenario político.
En 2017 dirigió la campaña electoral de Xenia Sobtschak, la rival política de Vladimir Putin más prometedora. Krasovski también dirige una fundación de ayuda a personas afectadas por VIH. Él mismo porta el virus.
"Luchad por vuestros derechos, tomad las calles"
La carrera hacia la alcaldía lo lleva por las salas de juntas y los salones de Moscú. La gente le cuenta sus preocupaciones.
Cuando se reúne con ellos, le cuentan historias de una burocracia fuera de control, de cómo viven ocho personas en una habitación o cómo vive la gente con 8000 rublos al mes, algo menos de 120 euros. Este tipo de pobreza parece que queda muy lejos del centro de Moscú, con sus coches lujosos, sus boutiques y sus cafeterías pijas.
"Esta gente no conoce la libertad ni la prosperidad. Al mismo tiempo, viven entre las guerras con Ucrania y Siria, y para ellos es muy traumático", explica.
Para combatir este trauma, pretende dar seguridad a la gente subiendo los impuestos a los ricos y bajándoselos a los pobres. Al presentarse a la alcaldía, también le gustaría demostrar que es posible un cambio.
Krasovski quiere sentar precedente: "Soy el primer político homosexual en Rusia, un país extremadamente homófobo con una capital extremadamente homófoba en medio de una Europa del Este homófoba".
"Es una declaración. Y creo que Rusia necesita más como estas, no sólo en la escena LGTB, sino también por los derechos de las mujeres", sostiene.
Los rusos deben entender: "Luchad por vuestros derechos, tomad las calles".
Por el momento, la lucha de Krasovski durará (como mínimo) hasta las elecciones de septiembre.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Alemania y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano