Lluviurnas
La tomadura de pelo pasa de broma, haciéndose insoportable, cuando se repite una y otra vez con una normalidad insultante.
Los “cara dura” se definen más por su persistencia en el tiempo que por su propia actitud. La tomadura de pelo pasa de broma, haciéndose insoportable, cuando se repite una y otra vez con una normalidad insultante.
La posverdad de la política circula impunemente desde el descaro, invitada por el ensanchamiento anal de un pueblo informativamente lubricado y dócilmente despreocupado.
Valores de ultraderecha –xenofobia, franquismo, nazismo, machismo, racismo, violencia…– son propagados en público para que la gente baile como torpes cometas al antojo de antiguos y fétidos vientos. Otros, camuflan esos valores entre pactos de gobiernos con los fachas, cualquier cosa por empuñar con la mano derecha el hilo neoliberal que maneja a los usuarios consumidores.
La “derechita” se aventura a declarar que se debería detener a los sospechosos antes de cometer el delito… porque al final acabarán haciéndolo. Y, desde la “zurda neoliberal” se promete traer imputados fugados en el extranjero. Saltándose la ley, puesto que esto solo compete a los tribunales.
La “Izquierdita” sigue midiendo tamaño de pollas. Son capaces de ver más lejos, pero solo un poco, ya que sus paquetes están muy cerca de sus ombligos. Quizás no se hayan medido bien y uno de ellos crea que la tiene mayor que el otro… O peor, que las tengan iguales y sea la causa de sus limitaciones, propias de una visión anatómicamente corta.
La toxina en el aire es más densa que nunca, baja el nivel político y sube el nivel de alarma por el aviso de una futura tormenta electoral. Y mientras solo llueven urnas sobre nuestras cabezas.
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