"Llegan tarde": los epidemiólogos piden medidas más duras para Navidad
Y recuerdan la trascendencia de las decisiones individuales: mascarilla en las reuniones, aislamiento previo, quedar al exterior... y no fiarse del negativo en un test.
Después de semanas a la baja, la tasa de incidencia de coronavirus en España suma tres días consecutivos de subidas, y las autoridades sanitarias han empezado a removerse en su asiento, cuando queda sólo una semana para las navidades.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha avanzado esta mañana que el ya acordado plan de Navidad podría endurecerse más de lo previsto. Por la tarde, tras la reunión del Consejo Interterritorial, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha anunciado que el Gobierno mantendrá el plan de Navidad pero las comunidades tendrán potestad para modificarlo en función de su situación epidemiológica. Algunos líderes autonómicos ya se han mostrado dispuestos a hacerlo.
Es evidente que las decisiones deben tomarse en base a criterios epidemiológicos (además de sociales y económicos), pero que las medidas lleguen la última semana antes de la Navidad y después de días con tendencia ascendente o bajada ralentizada significa llegar “tarde”, sostienen los epidemiólogos.
“Cuando estamos en una situación que puede rebotar hacia arriba, hay que tomar medidas. Si se toman cuando el virus ya ha empezado a subir, esas medidas llegan tarde”, explica Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).
“Todo lo que sea estar por encima de 150 casos por 100.000 habitantes, o incluso por encima de 100, es una situación delicada si la curva no está en descenso, porque no se tienen capacidades para contener la infección, y eso nos lleva a tener transmisión comunitaria”, apunta Hernández. La media española supera desde este miércoles los 200 casos por 100.000 habitantes, con diferencias claras entre regiones. Mientras que Baleares supera los 300 casos por 100.000 habitantes y comunidades como País Vasco, Madrid y Castilla-La Mancha rondan los 250, comunidades como Murcia, Andalucía, Extremadura y Canarias no llegan a 150.
Pero, ¿se pueden cambiar los planes a una semana de Navidad? “Estando en una situación así, sí. Es difícil, pero hay que pensar en lo que puede venir después”, responde Hernández. “No creo que se prohíban los viajes, pero sí creo que habrá medidas restrictivas en cuanto a horarios, que ya se están dando en algunos sitios”, afirma. Baleares, por ejemplo, ha establecido su toque de queda a las 22 horas en Nochebuena en vista de la subida de casos.
Daniel López Acuña, exdirector de la Acción Sanitaria en Crisis de la OMS, apunta también en esta dirección. “Deberíamos ser más severos e intensificar algunas de las restricciones que están planteadas”, opina. López Acuña considera que debe restringirse más “la movilidad y los asistentes a una celebración —no tanto el número de personas sino el número de burbujas de convivientes que se reúnen—, además de prohibir las aglomeraciones que se han visto estos días”.
“Lo ideal es que sólo se reuniera un grupo de convivencia, o como mucho dos, pero además hay que hacer mucho hincapié en las decisiones individuales, como usar mascarilla cuando no se esté comiendo y no incurrir en aglomeraciones estos días”, recalca.
En cualquier caso, aunque lleguen aprobarse esas medidas, probablemente será tarde. “Las restricciones se deberían haber tomado la semana pasada, y no ahora, porque mucha gente ya tiene planes para Navidad”, reconoce López Acuña. “Nuevamente, estamos actuando por detrás de la curva, y no adelantándonos a ella”, lamenta.
El epidemiólogo entiende que “socialmente, hay fatiga pandémica y que mucha gente tendrá ya sus planes”, pero los datos son preocupantes y la relajación en “muy peligrosa”, advierte.
Al margen de las restricciones que apruebe o no cada comunidad, Federico Arribas, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), incide en la importancia de la responsabilidad individual. No sólo es un tema político, sino “de conciencia personal”, defiende.
“Si los contagios siguen subiendo, los responsables políticos tendrán que tomar medidas más restrictivas. Pero aunque no las tomen, lo sensato es que nos planteemos unas navidades muy diferentes. En este momento, no toca reunirnos”, sostiene.
Para Arribas, el hecho de que ahora veamos una incidencia al alza se debe precisamente a la relajación de la población. “En el momento en el que pensamos que todo ha pasado, la gente se relaja y las cifras de contagios vuelven a subir, y eso es un problema”, dice.
Los expertos no se atreven a asegurar que las subidas de estos días se deban al puente o a las compras navideñas, pero tienen claro que el aumento de interacciones estas navidades tendrá un efecto, y una “factura a pagar”, afirma Daniel López Acuña.
“O nos lo tomamos muy en serio, o vamos a estar en un carrusel de subida y bajada durante meses. Y no nos lo podemos permitir”, alerta Federico Arribas. “Mi planteamiento es que todo el mundo debería quedarse en casa lo máximo posible”, opina. “A poco que nos descuidemos, volveremos al confinamiento. Y hay mucho en juego. Primero, en términos de salud, pero también en términos económicos, no lo olvidemos. Tanto la pobreza como la enfermedad pueden ser un desastre”, recuerda.
Ildefonso Hernández es consciente de lo complicado que es pedir ‘simplemente’ a la gente que se quede en casa estas navidades, pero al mismo tiempo está convencido de que se necesitan medidas, y mensajes, contundentes.
“Es difícil que las normas generales tengan efectos si los ciudadanos no hacen bien las cosas. Pero, por otro lado, si las autoridades toman medidas, la población tendrá una percepción de riesgo, y contribuirán a que la gente las cumpla más”, señala. Tampoco vale con cumplir las normas, sin más. “No es lo mismo si te juntas 10 pero antes has hecho aislamiento que si te juntas seis pero cada uno viene de un sitio y sale todos los días de copas”, ilustra. “Es complejo”.
“De alguna manera, hay que comunicar públicamente que la situación es arriesgada. Hay que apostar por una campaña de comunicación intensa no sólo de cara a las medidas de Navidad, sino a las miles de decisiones que tomamos cada uno como personas todos los días. Me refiero a no quitarte la mascarilla cuando estás en el bar, a hacer aislamiento si vas a ver a una persona vulnerable, a no fiarte por haber dado negativo en una prueba, a cuidarte al máximo si piensas reunirte con personas vulnerables en Navidad”, enumera el epidemiólogo, que considera que este trabajo comunicativo no se ha hecho del todo bien.
“No se ha hecho suficiente hincapié en la posibilidad de celebrar las reuniones al aire libre, en hacer comidas en vez de cenas, en poner distancia de verdad entre comensales… Deberían haber pagado a toda la gente del cine, del teatro y de la música para lanzar mensajes sanitarios”, propone Hernández.
López Acuña, por su parte, apela también a la población. “La gente no puede seguir pensando que las navidades de este año se pueden celebrar como habitualmente, cuando lo mejor que podría hacerse es celebrarlas a fuego bajo o prácticamente apagadas”, dice.
“Los poderes públicos por un lado, pero también las personas de forma individual, tienen que poner todo sobre la balanza. Lo peor que podemos hacer es relajarnos excesivamente y deponer muchas de las restricciones, porque esto nos va a situar de lleno en una tercera ola mucho más intensa”, advierte.