Así te manipula Vox con su lenguaje
La "paguita", la "España que madruga" y otros recursos lingüísticos que beben directamente de Trump.
Cuando los dirigentes de la ultraderecha de Vox se refieren al ingreso mínimo vital como ‘paguita’ emplean un recurso retórico que encierra un argumento político en una sola palabra. Es una técnica de comunicación eficaz. Funciona porque es ideal para el mundo de las redes sociales. Pero no solo. Basta con leerlo en el cintillo de alguna cadena de televisión, aunque esté sin sonido, para saber de qué se habla, quién lo dice y qué posición política hay detrás.
El presidente y director ejecutivo de The New York Times, Mark Thompson, lo explica en su libro ¿Qué ha pasado con en el lenguaje de la política? La expresión tiene el efecto de una sinécdoque, la variedad de metonimia en la que se toma la parte por el todo. Al escuchar o leer ’paguita’ se piensa en la totalidad del proyecto de ley del ingreso mínimo vital respaldado por todos los partidos excepto por Vox, que se abstuvo.
El término cumple otro objetivo: conecta con la idea de sociedad subvencionada. Usándolo, los dirigentes de Vox, como Rocío Monasterio, se diferencian del contrario, el Gobierno “socialcomunista”, y lo atacan al mismo tiempo. Primero, porque les permite insistir en que las ‘paguitas’ son propias de los países que tanto aborrecen, como Venezuela o Cuba. Y, segundo, porque también pueden usarlo para alertar del ‘efecto llamada’ que, a su juicio, provocará la medida entre los inmigrantes y agitar, así, el miedo al inmigrante.
Algunos responsables de Vox vieron en la medida para contrarrestar la pobreza una campana gigante a orillas del Estrecho. Rubén Pulido, jefe de comunicación de la ultraderecha en Andalucía, tardó poco en difundir cómo supuestos medios en árabe recogían con detalle el ingreso mínimo en lo que veía un claro ‘efecto llamada’.
No importa que el presidente del Parlamento Europeo, el italiano David Sassoli, o la máxima responsable del Fondo Monetario Internacional, la búlgara Kristalina Georgieva, hayan aplaudido el ingreso mínimo vital. Ni tan siquiera el hecho de que Vox terminara absteniéndose en el Congreso en lugar de votar en contra.
“Este tipo de partidos se comportan como si estuvieran permanentemente en campaña. Y siempre están azuzando el desasosiego. Votaciones como las del ingreso mínimo muestran las complejidades de su estilo de comunicación. Se desvelan sus contradicciones, pero al final lo que queda en la gente es la confrontación y su postura beligerante”, opina Joan Oleaque, doctor en Comunicación en la Universidad Internacional de Valencia y miembro del grupo de investigación sobre discurso político Prodisnet.
La extrema derecha española, sin embargo, no ha descubierto nada nuevo. Copia una estratagema importada de EEUU. Allí la exgobernadora republicana de Alaska Sarah Palin, destacado rostro del Tea Party —el ala más radical del Partido Republicano—, se refirió en 2009 al Obamacare, el proyecto de ley para democratizar el acceso a la sanidad, como ‘comité de la muerte’ por una cláusula en la que supuestamente un equipo médico decidiría quién debía gozar de atención y quién no en determinadas circunstancias. Toda una tergiversación efectista.
“Vox recurre mucho a la metonimia, como hace con el caso de ‘paguita’, pero también cuando identifica a España solo con los españoles que les votan a ellos”, ejemplifica Oleaque. Y añade: “La derecha europea en los últimos tiempos ha ido cambiando las lindes de lo que se puede decir y de lo que no. Normalmente no se podían hacer determinadas acusaciones, como ‘Gobierno criminal’. Usan mucho las metáforas bélicas, el lenguaje penal… Fuerzan la exageración y la hipérbole. Todo es muy exagerado. Y avisan de problemas apocalípticos”.
‘Feminazi’ es otro de los juegos lingüísticos de Vox en forma de metonimia, similar al de ‘paguita’. Es una fusión de feminista y nazi que pretende equiparar a los propulsores de la igualdad de género con el totalitarismo alemán de los años 30. Para Vox las ‘feminazis’ son aquellas mujeres que preconizan la igualdad, aunque para la ultraderecha cercenan la libertad del hombre.
El éxito del término, no obstante, es indiscutible. Con una simple búsqueda en redes sociales basta para ver cómo se ha acoplado al acervo del español. Al oírlo o escucharlo, todo el mundo sabe de qué se habla, quién lo dice y qué posición política hay detrás.
“Si a algo recurre Vox es a la hipérbole y a la exageración. Ellos utilizan metáforas fuera de contexto que no aguantarían ningún criterio de verosimilitud. Si en vez de tomar lo que dicen como figuras retóricas lo tomáramos al pie de la letra... Pero hay un punto en el que nadie les toma en serio. Parecen de broma, pero tienen 54 diputados y condicionan gobiernos autonómicos”, lamenta la consultora de comunicación política Verónica Fumanal, quien opina que Vox ha reventado las costuras del lenguaje público y que solo por ello habría que tomarles en serio y llevar a la literalidad sus gruesas palabras.
Si al cóctel de recursos lingüísticos se añaden montajes visuales, los llamados memes, la eficacia comunicativa se multiplica. En las filas de Vox, Manuel Mariscal, quien ha declinado conversar con este diario para este reportaje, es el estratega que catapultó a Santiago Abascal y a los suyos en las redes sociales.
El vicesecretario de comunicación del partido y diputado en el Congreso, periodista de 28 años, aupó al líder de Vox antes del éxito que cosechó en las elecciones andaluzas de 2018 mostrándole a lomos de un caballo. El montaje funcionó. Fue carne de meme y la cara del jefe de filas de Vox corrió como la pólvora de móvil a móvil: “La Reconquista comenzará en tierras andaluzas”.
El equipo de Vox tiene el mundo de Internet en la cabeza. Vive en él porque los votantes que buscan, quienes están pegados al móvil, están en las redes. La ultraderecha sigue una estrategia similar a la de Donald Trump y el resto de partidos populistas de extrema derecha, como Reagrupación Nacional en Francia.
Es más, la consultora Cambridge Analytica, la misma que sustrajo datos de 50 millones de usuarios de Facebook para que el equipo de Donald Trump les manipulara para votar por el presidente estadounidense en 2016, se interesó por Mariscal, pero este desechó colaborar con Steve Bannon, según contó él mismo al periodista Javier Negre, vocero mediático de la ultraderecha.
La catedrática de Lingüística de la Universidad de Valencia Beatriz Gallardo, quien coordina el equipo en el que trabaja Joan Oleaque, da cuenta de ello en un trabajo en el que disecciona el discurso de la ultraderecha española en las redes sociales: “Es ya un lugar común asumir que en la política del siglo XXI las redes sociales y, sobre todo, Twitter, se han convertido en un canal relevante para la transmisión ideológica”.
En ese trabajo, la académica concluye que en los mensajes difundidos por Vox en redes predominan “expresiones de carácter marcadamente negativo en la construcción del ‘ellos’ (insultos, imprecaciones) y de naturaleza positiva en la construcción del ‘nosotros’ (exaltación, soflamas, retoricismo, victimismo).
La receta compartida de Trump y Abascal
La receta de mensajes políticos de Trump y Abascal es muy parecida. La distinguida lingüista Ruth Wodak, catedrática en Análisis del discurso en la universidad británica de Lancaster, identificó en los mensajes políticos cuatro ingredientes de la ideología que subyace en los partidos populistas de extrema derecha como Vox.
El primero al que apunta esta experta es el fuerte chovinismo nacional que construyen con el lenguaje. No por casualidad ‘España’ y ‘españoles’ son dos de las palabras que más usa Santiago Abascal en sus discursos. Como recoge Wodak, los mensajes del populismo de derecha apelan a “un país antipluralista, supuestamente homogéneo, que tiene un tipo de personas que hablan el mismo idioma y tienen la misma cultura”.
Wodak señala otro punto importante: “Los populistas de extrema derecha deciden quién pertenece y quién no pertenece a la gente verdadera”. No son pocas las alusiones del líder de Vox a “la España viva” y “la España que madruga”. Ellos son el verdadero pueblo.
El segundo ingrediente es tener un grupo de extraños al que marcar como chivo expiatorio de los problemas de la nación y hacerlo responsable. Esto, apunta la lingüista, les permite construir “una narración fácil para cuestiones muy complejas”. También les sirve para instalar “las teorías de conspiración en la agenda”. No son pocas las veces que los grupos próximos a Vox se han hecho eco de las informaciones que apuntan al millonario George Soros como urdidor de todos los males que afectan a las naciones occidentales.
El tercer ingrediente es un marcado antielitismo. Se dirigen contra el ‘establishment’, es decir, empresarios, líderes de opinión, periodistas, intelectuales... “Todas las personas que supuestamente no nos escuchan ‘a nosotros’ y que tienen intereses muy diferentes de ’las personas verdaderas”, explica Wodak. En los discursos de Santiago Abascal el objetivo es “el progre”.
“Para Vox hay una amenaza exterior a España que ellos relacionan con el concepto de España viva, de la España que trabaja de manera humilde… Y luego una amenaza que viene por los rivales políticos: la derecha que no tiene entidad para ser radical y el progresismo. El uso que la ultraderecha hace de ‘progre’ es muy interesante porque lo ha convertido en un término peyorativo. Ahora cuando dicen progresista se refieren a comunista, leninista… conectan todo un imaginario detrás”, explica Oleaque, doctor en Comunicación en la Universidad Internacional de Valencia.
El cuarto ingrediente, según Wodak, es el foco en la ley y el orden: “Una agenda para proteger a esta gente verdadera”. ¿Y cómo lo garantizan? A través de la estructura jerárquica del partido: “Esta estructura con frecuencia culmina en un líder carismático que encierra el espíritu de la ‘gente verdadera’ y rechaza al ‘otro’. El líder salvará al verdadero estadounidense o al verdadero austriaco o al verdadero pueblo británico de todos esos peligros. Ellos resolverán los problemas, protegerán a la gente y prometen esperanza”.
No es raro que Santiago Abascal se refiera a su partido como “un instrumento al servicio de España”, que ofrece directamente a los españoles para salvar la nación. “La España viva tiene su genio, tiene su pueblo y tiene a su rey. Y hoy España tiene también a Vox”, lanzó el jefe de la ultraderecha hace dos años en el primer mitin de Vistalegre antes de las elecciones andaluzas.
Destripando los discursos de Abascal
El HuffPost ha seleccionado cuatro discursos de Santiago Abascal y ha pedido al doctor en Comunicación Joan Oleaque, del grupo de análisis de los discursos políticos Prodisnet. que los diseccione. En todos concurren los ingredientes de la nueva derecha populista y los mismos recursos lingüísticos.
Se trata de las alocuciones del líder ultra en Vistalegre el 7 de octubre de 2018; en el Congreso contra la gestión del ‘Open Arms’ el 29 de agosto de 2019; en el debate de investidura de Pedro Sánchez el 4 de enero y en el debate de prórroga del estado de alarma del pasado 6 de mayo.
Vistalegre, 7 de octubre de 2018
Santiago Abascal recurrió a Vistalegre, la antigua plaza de toros de Madrid, para anunciar la existencia de una España que había despertado y a la que hay que rescatar de los enemigos. Ese es el paraguas bajo el que el líder de Vox introdujo algunos conceptos como que el Gobierno y los demás partidos quieren acabar con España; que la inmigración masiva es un problema para los españoles o que hay que proteger las tradiciones españolas y el mundo rural, supuestamente amenazadas
Congreso de los Diputados, 29 de agosto de 2019
El líder de Vox subió a la tribuna del Congreso en plena crisis del barco ‘Open Arms’, con decenas de inmigrantes a bordo, para trasladar la idea de que la inmigración ilegal amenaza la soberanía de España con el Gobierno de Pedro Sánchez como cómplice. Abascal aseguró que esta situación supone una seria amenaza para la economía, la sociedad y la seguridad de los españoles, que la inmigración permite la entrada de terroristas y favorece la islamización de las principales capitales europeas, y que la avalancha migratoria hace que aumente la inseguridad y las violaciones hacia las mujeres.
Congreso de los Diputados, 4 de enero de 2020
Vox votó en contra de Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno: le negó legitimidad. En ese momento dio comienzo a una oposición de acoso y derribo basada en el insulto. “Charlatán” y “timador profesional” que “no merece las más mínima credibilidad ni respeto” son solo algunos de los calificativos que el jefe de la ultraderecha dedicó al líder socialista.
Congreso de los Diputados, 6 de mayo de 2020
La crisis del coronavirus está siendo un vendaval en la política española. Pero para los dirigentes de Vox es una oportunidad para crispar y responsabilizar al Gobierno de los más de 27.000 muertos que ha provocado el virus en España. También para lanzar montajes de la calle de Gran Vía en Madrid repleta de ataúdes cubiertos con la bandera. Y avisar: el país está en peligro. “España, señor Sánchez, no es un sultanato ni, señor Iglesias, es una república bolivariana; es una monarquía parlamentaria. Y ustedes, los dos, la están destruyendo”, dijo Abascal