Lectores, ¡vuelvan a casa!
Una entrevista rápida, rapidísima, con Maryanne Wolf.
Es posible que leamos cada vez menos y que lo hagamos cada vez peor. Incluso si este deterioro fuera solo un mito, nuestro modo de leer está cambiando. Eso es lo que lleva analizando durante años Maryanne Wolf, la autora de Cómo aprendemos a leer, que ha publicado recientemente una especie de continuación: Lector, vuelve a casa. He conversado brevemente con ella… muy brevemente, tranquilos, pues tanto ella como yo sabemos que una lectura larga puede haceros tirar la toalla. Lectores, quédense hasta el final, que ya no queda tanto:
ANDRÉS LOMEÑA: El estilo epistolar de su último libro nos ayuda a pensar pausadamente. ¿Qué me dice del formato entrevista? Yo lo vivo como un diálogo platónico…
MARYANNE WOLF: Platón usó el diálogo por razones similares a mi elección de escribir los capítulos en forma de carta: entras en una relación recíproca con el lector y el autor proporciona alimento para el alma, pero nunca aspira a tener la última palabra. La segunda razón es más personal. Me influyó mucho Cartas a un joven poeta de Rainer Maria Rilke. Al igual que Rilke, puede que nunca conozca al lector, pero haré lo posible para entregarle mis mejores ideas.
A.L.: Propone la bialfabetización como solución, esto es, una alfabetización en distintos soportes, tanto físicos como digitales. Sería como un bilingüismo de la lectura.
M.W.: Sí, cada persona en este momento bisagra tiene que ser más consciente de lo que se ha perdido o ha cambiado en su lectura. Para los niños del futuro, mi esperanza es que el desarrollo de un cerebro lector bialfabetizado los haga más capaces de alcanzar una lectura profunda en cualquier medio. Tanto para los adultos como para los jóvenes, el antídoto consiste en darle una finalidad a lo que se lee. Si es importante, no dudes en imprimirlo o en leer en formato libro. Si es un email, una lectura superficial seguramente sea suficiente.
A.L.: ¿Los cómics son buenos como estímulo para la lectura?
M.W.: Los cómics y las novelas gráficas pueden ser muy útiles para proporcionar una implicación con los contenidos, la historia y su narrativa, pero se están activando procesos distintos. No me opongo a ellos, más bien todo lo contrario. No obstante, desarrollan diferentes habilidades, lo que en última instancia podría disminuir aquellos procesos de lectura profunda que sean menos visuales y que requieran más tiempo.
A.L.: ¿Los clubes de lectura servirían para recuperar la lectura como experiencia social?
M.W.: Estoy segura, pero dejaré que ese proyecto lo lleven a cabo otros.
A.L.: Seguro que ya está tramando algo nuevo…
M.W.: Claro, pero como cualquier otro autor, tengo que dejar al lector con ganas de más y no desvelar el argumento.
Lectores, ¿ya se fueron? Si así ha sido, la culpa debe recaer en la poca gracia del entrevistador, que no ha captado la profundidad de un libro certero sobre cómo se atrofió nuestra capacidad de lectura.