Las zancadillas del Partido Popular
Acto primero: va de familias, de fuerza e ilusión
A mediados del pasado septiembre tuve la satisfacción de participar en las VII Jornadas de Familias de la FELGTB. Fueron unos días de acercarme a las madres y padres homoparentales, a sus hijos, a sus necesidades, una ocasión de preocuparme con sus problemas, asustarme con sus miedos, escuchar sus risas, contagiarme de su alegría, compartir su esperanza. Son días que me dan un chute de energía y activismo, en los que me emociono y me asombro ante la fuerza, el empeño activista, la valiente visibilidad de nuestras familias.
De manera formal e informal, con el café de la sobremesa o en las ponencias, se resucita de nuevo la alegría de la consecución de la igualdad legal con el Matrimonio Igualitario y vuelve también, como caras de la misma moneda, el recuerdo doloroso del recurso que intentó anular la igualdad, la angustia de la incertidumbre que pesó sobre nuestras familias a la espera de su resolución. Y aparece de nuevo –trasladan las familias– la necesidad de una ley que corrija la discriminación histórica que sufre el colectivo de la diversidad sexual, de género y familiar y que garantice nuestra igualdad social.
Acto segundo: va de recuerdos, de fechas y cifras, va de luces y sombras
El 30 de junio de 2005, en una fecha tan simbólicamente próxima al Orgullo, el Congreso de los Diputados daba luz verde al Matrimonio Igualitario al aprobar la Ley 13/2005, de modificación del Código civil, y lo hizo por mayoría absoluta, con 187 votos a favor, el voto en contra de 147 diputados –del Partido Popular y de Unió– y con cuatro abstenciones.
Aquel día, el día de las muchas lágrimas de felicidad, se nos despejaron las nubes, se nos abrió el horizonte de la igualdad legal, alcanzamos la utopía por la que veníamos luchando desde hacía tanto tiempo. Mas, no lo olvidemos, que no se nos olvide, en aquel día el Partido Popular votó en contra de nuestra igualdad.
Pero no le bastó: casi inmediatamente, el 30 de septiembre, el PP asfixió nuestro suspiro de alivio y trajo de nuevo las nubes interponiendo ante el Tribunal Constitucional un recurso de inconstitucionalidad contra la totalidad de la ley al entender que "la norma desnaturaliza la institución básica del matrimonio". De junio a septiembre: le faltó tiempo al partido del señor Rajoy para zancadillear nuestra tan peleada ley de igualdad legal.
Y a nuestro colectivo le tocó esperar hasta 2012: fueron siete años, siete, los que tardó en resolverse el recurso de la vergüenza, siete largos años, anchos en angustias, en los que nuestras familias, nuestros hijos, nuestro colectivo vivió en una terrible e injusta incertidumbre, con su realidad legal sujeta por el hilo del que nos tuvo colgando el recurso del PP.
Felizmente, el 7 de noviembre de 2012 el Tribunal Constitucional avaló la ley que regula el matrimonio entre personas del mismo sexo: "El pleno del Tribunal ha fallado desestimar el recurso de inconstitucionalidad interpuesto contra la ley 13/2005 por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio". Pero no olvido ni quiero olvidar el miedo, los miedos, las preocupaciones, las angustias de aquellos años hasta que conseguimos aprobar la reválida de nuestra igualdad legal, siete años de angustia gracias a la zancadilla del Partido Popular a nuestra igualdad.
Sigo esperando que nos pidan perdón por haber causado al colectivo, a nuestros hijos, tanto sufrimiento.
Acto tercer: va de Orgullo y compromisos
Madrid, ciudad del Orgullo Mundial, celebra el 1 de julio de 2017 de forma multitudinaria la manifestación que conmemora los 40 años de activismo en este país y reclama en su pancarta de cabecera la necesidad de luchar por los derechos LGTBI en todo el mundo. En ella y en su empeño, la FELGTB convoca a los representantes de todos los partidos, que se comprometen expresamente en esta apuesta por los derechos humanos. También, de forma inequívoca –suscribiéndolo con su firma– se comprometen a apoyar la tramitación de la proposición de ley de igualdad LGTBI registrada en mayo en el Congreso, asumiendo un compromiso firme para que el texto aprobado sea el más cercano posible al redactado por la sociedad civil.
Es esta una ley integral que garantiza igualdad y derechos para el colectivo de la diversidad sexual, de género y familiar en el ámbito de la salud, de la educación, de la familia, en el ámbito laboral, del asilo, del deporte, de la administración de justicia, de la cultura y el ocio, de las administraciones públicas... Se trata de un texto elaborado por el activismo y enriquecido por numerosas organizaciones sociales, un borrador de ley de ámbito estatal contra la discriminación y por la igualdad real de nuestro colectivo.
Si el PP pudo tocar pancarta en el Orgullo Mundial, fue por haber asumido con su firma expresa el compromiso de impulsar y apoyar esta ley.
Acto cuarto: va de estafa y de traición
El pasado 19 de septiembre en el Congreso de los Diputados se votó la admisión a trámite la ley de igualdad LGTBI: ocasión que no pierde el Partido Popular para, de nuevo, ponernos la zancadilla con su abstención y traicionarnos con el anuncio de una enmienda a la totalidad. Con engaño y deslealtad, valiéndose de nuestra buena intención y nuestro constructivo afán de comprometer a todos los partidos en la defensa de la ley, el Partido Popular de Rajoy nos estafa, nos miente, nos burla. De nuevo nos enseña la misma cara de siempre.
El escaso tiempo transcurrido entre el 1 de julio hasta ese día de septiembre en que se celebra el Pleno para la toma en consideración de la ley, le ha bastado al PP para estafarnos, para servirse del escaparate de la pancarta del Orgullo y después, abusando de nuestra buena voluntad y nuestro afán constructivo de sumar apoyos, para engañarnos –para engañar a toda la ciudadanía utilizando a nuestro colectivo– y despreciar nuestra ley de igualdad social. Se abstienen en la votación y, lo que es peor –me asombra que siempre puedan ser peores– se atreven a plantear una enmienda a la totalidad.
¿Esto es lo que ha aprendido el PP desde 2005? ¿Esta es la comprensión y el respeto a las reivindicaciones del colectivo LGTBI? ¿Esto es todo lo que le ha cundido al señor Rajoy lo vivido el día de la boda de Maroto?
El mismo Partido Popular que zancadilleó nuestra igualdad legal en 2005 y nos dejó a la intemperie durante los siete años que tardó en resolverse el recurso de la vergüenza, se ha vuelto a burlar de nuestro colectivo, traicionando esta vez el apoyo comprometido con su firma con la ley de igualdad social.
La diputada del PP Marta González, medievalista, ha hecho en el Pleno una intervención acorde con su formación académica –va incluso más atrás en la máquina del tiempo ideológica– tachando el texto de torpe en la forma y en el fondo, chapucero y plagado de faltas de ortografía. Esta descripción que sería cómica si no fuera trágica, se completa con un discurso malintencionado, retrógrado y plagado de todas las formas de la homofobia –y de la estulticia–, sin olvidar el ataque partidista al grupo parlamentario que ha presentado la ley y el malintencionado desprecio al grupo de juristas que han intervenido en su borrador.
¿Sabe usted, señora González que en este país la LGTBIfobia es la primera causa de acoso escolar?, ¿a usted le importa que los delitos de odio relacionados con la orientación sexual/identidad de género hayan aumentado en el año 2016 más de un 30%?, ¿cómo se sentiría si su identidad estuviera patologizada?
Esta ley que el PP por su boca desprecia –despreciando o desconociendo nuestras realidades- es una ley necesaria que pretende acabar con las discriminaciones que sufre, que ha venido sufriendo el colectivo de la diversidad sexual, de género y familiar y a las que hay que poner fin.
Esta ley que con tal frescura e ignorancia usted minusvalora, es una ley integral que emana de la sociedad civil, profundizando en las leyes de igualdad LGTBI autonómicas ya aprobadas –incluso con el voto del PP– y adecuándolas al ámbito estatal, una ley que consolidaría a España como país de referencia a nivel mundial en la defensa de los derechos humanos de las personas LGTBI.
Es un texto maduro que no responde a los intereses partidistas, sino a la voluntad de la sociedad civil y a la exigencia del artículo 9.2 de la Constitución que obliga a los poderes públicos a remover los obstáculos que impiden o dificultan la igualdad y el ejercicio de las libertades. Pero usted eso, todo eso, ni lo sabe, ni le importa.
(Y no voy a referirme a la intervención de su conmilitón, el diputado de UPN, Carlos Casimiro Salvador Armendáriz, para no perder el norte con las carcajadas).
Y final, que va de esperanza
He comenzado hablando de nuestras familias y podría terminar refiriéndome a ellas nuevamente y a la importancia de esta ley para su pleno desarrollo; también podría centrarme en las personas trans, en la necesidad de esta ley –¡ya!– para combatir su atroz discriminación, o podría también recordar el sufrimiento de toda una vida de nuestras personas mayores. Podría seguir y sumar...
En la exigencia de esta proposición de 'ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales y de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales' hay tantas razones como realidades de nuestro colectivo.
Recuerdo una frase de la diputada Mar García Puig, de En Comú Podem, al defenderla desde la tribuna del Congreso, "las votaciones cambian vidas". Así es, las votaciones cambian vidas, y en la certeza de que las leyes deben contribuir a la felicidad de la ciudadanía, traigo aquí la voz de alguien que necesita que se cambie su vida:
Traigo su voz y basta.