'Encanto', la nueva película de Disney, es un derroche del color, la música y la cultura de Colombia
Pero hay otras dos razones por las que nos encanta.
La última producción animada de Disney, Encanto, se estrenó el pasado viernes 3 de diciembre en España, prevenida para convertirse en la película de las navidades. Y dicho y hecho: este puente se colocó en el top 1 de la cartelera de nuestro país, pero también en EEUU —donde se estrenó el pasado 24 de noviembre— y Canadá.
No menos triunfante ha sido la acogida en Colombia, país que inspiró la película y que es el verdadero protagonista de la producción. Para empaparse de los aromas, las tradiciones, los colores, los sonidos y la arquitectura de este país sudamericano, el equipo de dirección, capitaneado por Byron Howard y Jared Bush, visitó varias zonas del país, incluyendo las ciudades de Bogotá, Santander, Cartagena y Quindío, con el fin de conocer de cerca las tradiciones y costumbres de esos lugares, y plasmarlas fielmente.
La película cuenta la historia de la niña Mirabel y su especial familia, los Madrigal, en la que todos sus miembros tienen un don mágico y cuentan con la protección de una vela que nunca se apaga. Todos menos la joven protagonista de pelo rizado y gafas, que tiene que asimilar la presión de ser el miembro discordante de un clan en el que su madre puede curar enfermedades con una arepa, su hermana ha sido agraciada con la perfección, su primo puede hablar con los animales y su tía es capaz de hacer cambiar el tiempo con sus cambios de humor.
En definitiva, una historia más de la factoría Disney que ensalza valores de superación, solidaridad, amistad y familia, pero que ha sido aderezada con tres ingredientes especiales que hacen de Encanto una preciosa película, para niños y mayores, tanto en la forma como en el fondo.
Encanto es el nombre del pequeño pueblo en el que se levanta la casa mágica de los Madrigal, en las montañas colombianas. Un derroche de color y una explosión de naturaleza, fiel a la realidad del país sudamericano en el que se toma café, se comen arepas con queso y se viste de alegres colores y vuelos como si en cualquier momento pudieran ponerse a bailar.
Una realidad que culturalmente siempre ha estado ligada ese movimiento literario conocido como realismo mágico o la capacidad para mostrar como algo cotidiano y real lo irreal y extraño. Y así ocurre en Encanto: la magia que sobrevuela a los Madrigal no tiene nada de fantástica ni para ellos ni para los vecinos del pueblo y, al final, tampoco para el espectador.
Por eso, entre tanto símbolo colombiano, hay una clara mención al maestro del realismo mágico: Gabriel García Márquez. Las mariposas amarillas que se ven repetidamente a lo largo de la historia aluden al autor de Cien años de soledad.
No es princesa. No tiene una larga melena. No suspira por nadie. La protagonista de Encanto es una niña con gafas y media melena rizada, que no proyecta su vida en el amor y que no necesita a nadie —si acaso el empuje de sus padres— para convertirse en la salvaguarda de su familia cuando su magia se ve amenazada.
Alrededor de este personaje principal, el universo femenino de la película también se modela de acuerdo a los tiempos. Así, su hermana Isabella, agraciada con la perfección de la belleza, termina renunciando —además de a su apuesto novio— a su don por la presión que conlleva esa responsabilidad. Y su hermana Luisa, dotada de una fuerza extrema, termina descubriéndose como una persona tan emocional como musculosa, tan generosa como forzuda.
Colombia no se entiende sin música y baile. Y Encanto no estaría completa sin las ocho canciones que conforman su banda sonora, originales del premiado compositor Lin-Manuel Miranda.
Pero, de entre todas ellas, hay dos temas que ganan al espectador desde que comienza a escucharlas.
La primera, el vallenato interpretado por el músico Carlos Vives, Colombia, mi encanto. Toda una declaración de amor a un país que, al ritmo del género musical que el propio Vives ha llevado a todos los rincones del mundo, contagia de alegría e invita a bailar.
La segunda es la balada que interpreta Sebastián Yatra: Dos oruguitas. La canción ilustra la historia de amor de los abuelos de Mirabel y el triste momento en el que, durante su huída, el abuelo es asesinado, dejando sola a su mujer y sus trillizos. “Siempre he soñado con formar parte de una película de Disney y me llega al corazón que esta película de Disney sea sobre mi país y sobre lo mejor que tenemos: amor, familia y milagros”, aseguraba el músico de Medellín sobre su participación en Encanto.