Las muñecas (4)
Artistas feministas de diferentes momentos y culturas han dado respuesta a la misoginia con muñecas.
Es innegable que determinados sectores del mercado del juguete parecen haber alcanzado una sensibilidad especial en el terreno de la desigualdad de género, que apuesta por mujeres libres y líderes, y que también pretende desestabilizar los cánones de belleza.
La reivindicación feminista no podría quedar al margen del tema ‘las muñecas’, tan atractivo para la interpretación desde el punto de vista artístico. El arte de género no considera esas representaciones de bebés, niñas y mujeres, más o menos acertadas, como elemento de educación y socialización, ni como objeto decorativo. Artistas feministas de diferentes momentos y culturas han dado respuesta a la misoginia con muñecas. Sirvan algunos ejemplos.
Las esculturas textiles de la francesa Louise Bourgeois, nacida en 1911, a menudo representan sus miedos y traumas. Son pequeñas muñecas de tela o lana sin cabeza y con varias extremidades amputadas, que aparecen rodeadas de elementos amenazantes, como navajas o grandes cuchillos a punto de caer, concretamente las que forman parte de la serie Femme Couteau (Mujer Cuchillo).
En su infancia, cuando Bourgeois tenía ocho años, descubrió su capacidad de creación y su facilidad para plasmar las emociones en una obra plástica, aunque aún no fuera consciente de ello. Realizó la primera acción tras una fuerte discusión con su padre al crear un muñeco con miga de pan. El origen de la acción se precipitó cuando la pequeña Louise se sintió profundamente traicionada, al descubrir que su institutriz, por la que sentía un gran cariño, era la amante de su padre y que practicaban sexo en la cama conyugal.
“Me sentí atraída por el arte porque me aislaba de las difíciles conversaciones de la mesa donde mi padre se jactaba de lo bueno y maravilloso que era... Cogí un pedazo de pan blanco, lo mezclé con saliva y moldeé la figura de mi padre. Cuando estaba hecha la figura, empecé a amputarle los miembros con un cuchillo. Considero esto como mi primera solución escultórica. Fue apropiada para el momento y me ayudó. Fue una importante experiencia y determinó ciertamente mi dirección futura”.
Descuartizó el muñeco para, acto seguido, comerse los miembros amputados uno a uno. En 1974, como un ejercicio de sanación, retomó aquel suceso con el proyecto Destruction of the Father, una pieza en la que finalmente pudo mostrar públicamente sus sentimientos. El resultado fue un escenario, compuesto en una especie de cueva oscura, en el que pudieron apreciarse diferentes elementos presididos por una extraña mesa central, pero que también podía recordar la cama objeto de la traición.
Un año más tarde, en 1975, la artista norteamericana Cindy Sherman siendo aún una estudiante de arte, creó la famosa pieza de animación Doll Clothes En el vídeo puede verse una muñeca, que es ella misma, dentro de un libro de “recortables”. La acción recrea el juego visual que se establece entre el acto de vestirse y el de escapar de los parámetros establecidos, entablando así una relación entre la muñeca y la mano que decide las normas de ese juego, una mano que presumiblemente también es la de Sherman.
A finales de la década de 1980, Sherman retomó el tema de las muñecas, realizando figuras con fragmentos de maniquíes, extremidades protésicas, máscaras y diferentes fluidos, que pueden recordar en algún momento a las de Hans Bellmer, que subvirtió la idea del juguete convirtiendo estas muñecas en objetos eróticos y violentos. Pero las maniquíes de Cindy se encuentran en las antípodas del mensaje de Bellmer, ya que, precisamente con la incorporación y sustitución de prótesis médicas, la artista llega a la representación de cuerpos retorcidos o mutilados para denunciar la violencia machista.
Incidiendo en la violencia contra las mujeres, cabe destacar la obra de Teresa Serrano, titulada La piñata. La artista mexicana es una de las más reconocidas actualmente en Latinoamérica, se muestra especialmente sensibilizada por ese tipo de asesinatos que, desgraciadamente, ha hecho célebre a Ciudad Juárez. Teresa trabaja intensamente en la denuncia de esa casuística en gran parte de sus proyectos.
La pieza de video performance La piñata evidencia, mediante el concepto de la inocencia infantil en el ámbito festivo, un juego que generalmente termina con una recompensa gratificante. En ella una figura masculina con la ayuda de un palo, rompe con una furia desatada la figura de cartón que, a modo de piñata-ninot, está representando a una mujer joven, como símbolo e imagen de las muchas trabajadoras de las fábricas manufactureras de esa ciudad. Se trata de una metáfora sobre el feminicidio que termina sin penalización en un estado que lo consiente.