Noche de focos, premios, luces, reflejos y brillos, muchos brillos… para todos menos para las mujeres profesionales del cine, ausentes y en minoría en todas las categorías, excepto en las no mixtas. Se nos da fenomenal hacer rankings de las mejor vestidas. Analizar si llevan tacones o zapatillas, si acertaron con el color o si los pendientes que llevan se parecen a una lámpara vieja, pero cuando se trata de valorar su trabajo como directoras, fotógrafas o compositoras. Ahí nos quedamos sin elocuencia.
La gala de ayer se preció más a un remake de la campaña de otoño-invierno de El Corte Inglés que a unos premios de cultura donde la igualdad es un valor a tener en cuenta. El desfile de nominados de este año, encabezados por Antonio Banderas, dejaba entrever que el cine es todavía una industria donde las mujeres están, pero no llegan. Todo eran hombres. Muy hombres. Demasiados hombres. Tan sólo el 14% de las nominaciones eran para mujeres excluyendo las categorías específicas. Un alarmante descenso con respecto al año pasado que pasó bastante desapercibido sobre el escenario. Ningún medio preguntó a los invitados sobre este tema y en los micros muy pocas referencias. Tan sólo Silvia Abril hizo mención en sus chistes y Míriam Porté (co-fundadora de Dones Visuals) pidió más ayudas a las directoras femeninas.
Tampoco hubo ninguna mención a los abusos de poder que reciben las mujeres dentro de esa industria, en una noche donde el Goya Honorífico fue precisamente para una actriz, Pepa Flores, que ha tenido que retirarse de los focos por las secuelas de los abusos físicos y sexuales recibidos durante su carrera. La ausencia de Marisol en la gala debería haber llenado los micros y las redes de todo tipo de condenas al abuso a las mujeres en el cine, pero las reflexiones brillaron por su ausencia. Nuestro silencio fue casi peor que el hecho de que no acudiera. Parece que nuestros compañeros varones tampoco nos echaron mucho en falta en las nominaciones. Tuvieron palabras para la inclusión, el antifascismo, la diversidad sexual… pero ni uno sólo dedicó una frase a poner el valor el trabajo de sus compañeras. La presencia de las mujeres en la cultura no es algo por lo que sólo tengamos que luchar nosotras, es un derecho y una necesidad para todas las personas. Disponer de una cultura creada con todas las miradas y con referentes suficientes para que podamos inspirarnos, aprender a respetar y elegir nuestra identidad.
Aunque éramos pocas en la lista de nominadas, afortunadamente recogimos premios. Belén Cuesta. Julieta Serrano. Nata Moreno. Belén Funes. Benedicta Sánchez. Irene Moray. Teresa Font. Carla Pérez de Albéniz. Ana López-Puigcerver, Belén López Puigcerver. Sonia Grande. Pero la realidad es que la igualdad aún nos queda lejos. Las mujeres seguimos sin estar en los puestos de toma de decisiones y nuestro trabajo no se valora igual que el de nuestros compañeros. El presidente de la Academia, Mariano Barroso, dijo en su discurso que el propósito del cine es “contar historias con las que el público se identifique”. Si no hay mujeres contando sus propias historias, ni mujeres guionistas, ni mujeres que nos muestren su mirada y su perspectiva, no podremos identificarnos con un mundo contado sólo desde la perspectiva masculina. Hay que trabajar desde todos los sectores para integrar a las mujeres en el ámbito profesional y que no se nos invisibilice. Necesitamos que la igualdad sea algo real, y no quedarnos sólo en un chiste.