Las iraníes quitan por la calle los turbantes de los clérigos que a ellas las obligan a taparse
Ni la represión ni la muerte paran ya tanta valentía 💪💪💪
Irán sigue viviendo una ola contestataria contra el régimen de los ayatolás, iniciada con el asesinato de Mahsa Amini a manos de su policía de la moral, que no se detiene ni con la represión de las protestas ni con el goteo de muertes de los manifestantes. A las pancartas, los cabellos al aire y las proclamas -“Mujer, vida, libertad”- ahora se suma un gesto absolutamente revolucionario: quitar a los clérigos su turbante cuando van por la calle, de la misma manera que ellos pegan manotazos sobre las cabezas de las mujeres para cubrirles el pelo por impúdicas.
Son ellos y su Gobierno de la República Islámica los que imponen las normas a la Policía de la Moral, que vigilan cada esquina, que multan y detienen, que obligan a hacer cursos para aprender a no ser mala y que, incluso, mata, como en el caso de Amini, a la que llevar supuestamente mal puesto el velo le costó la vida.
La iniciativa no sólo se ha datado en grandes ciudades, como Teherán, o en zonas kurdas, como lo era Amini, sino que las redes sociales dan cuenta de episodios en todo el país, porque global es la lucha. En algunos vídeos ya se ha visto que los clérigos están optando por atarse el turbante para que no acabe por los suelos con uno de esos tirones de libertad. Esta nueva forma de protesta se suma, además de a las manifestaciones en las calles, a las imágenes de mujeres quitándose el velo en público o cortándose un mechón de cabello, que ha encontrado eco incluso en Occidente.
En mensajes de video y en las redes sociales, jóvenes víctimas de una violenta represión explican por qué están arriesgando sus vidas para desafiar a las autoridades. “Clérigos, piérdanse”. Ese es el cántico de niñas de incluso 11 años en las aulas de todo Irán. Se han conocido incontables vídeos de jóvenes quitando la foto del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei, rompiéndola y luego quemándola. “Si no nos unimos, una a una, nos convertiremos en la próxima Mahsa”, es otro de sus gritos que elevan.
La semana pasada, además, un grupo de estudiantes derribaron a golpes un muro que dividía el aula entre hombres y mujeres, porque lo que empezó siendo una protesta de ellas se ha convertido en un catalizador para que todo el país, todos los sexos y todas las clases sociales salgan a la calle a luchar por sus derechos, sometidos por los clérigos desde hace más de 40 años.