Las estremecedoras historias de abusos encubiertos por la iglesia católica
Un gran jurado de Pensilvania ha identificado a más de 300 presuntos "sacerdotes depredadores". Estas son solo algunas de las historias.
Durante décadas, todas las historias de abusos sexuales cometidos por sacerdotes católicos de Pensilvania (EE UU) permanecieron guardadas bajo llave en los archivos secretos de la iglesia.
Estos viejos secretos salieron a la luz este martes con la publicación del informe de un gran jurado en seis de las ocho diócesis católicas romanas de Pensilvania.
El informe de 884 páginas del jurado permitió a los católicos de Pensilvania comprender la magnitud del abuso y el encubrimiento en seis diócesis: Allentown, Erie, Greensburg, Harrisburg, Pittsburgh y Scranton. Durante dos años, los jurados identificaron a 301 "sacerdotes depredadores" y a más de 1.000 víctimas.
Los miembros del jurado oyeron historias de niños y niñas que afirmaban que les habían manoseado, casos de niños víctimas de pornografía infantil, obligados a masturbarse con sus agresores y violados por vía oral, vaginal y anal.
Para respaldar los presuntos terribles crímenes del informe,hay cientos de páginas de documentos de los archivos secretos de la iglesia que, según el jurado, demuestran que los altos cargos de la iglesia sabían que había abusos y no actuaron correctamente. Según afirman los miembros del jurado, los líderes católicos, incluidos antiguos obispos, trabajaron activamente para proteger a los abusadores y la reputación pública de la iglesia, ignorando las declaraciones de las víctimas.
Las seis diócesis y los sacerdotes acusados pudieron incluir sus propias respuestas a estas afirmaciones al final del informe del gran jurado. Algunos sacerdotes adjuntaron refutaciones, que decían que el informe incluía inexactitudes. Alrededor de 24 personas nombradas en el informe solicitaron que se omitieran sus nombres, alegando que, si fueran identificados, se violaría su derecho a la justicia. La Corte Suprema del estado va a analizar la solicitud de estas personas en septiembre para determinar si esos nombres deberían o no omitirse.
La mayoría de los presuntos autores nunca podrán comparecer ante la justicia. Muchos están muertos, mientras que, en algunos casos, los delitos han prescrito. Por eso los miembros del jurado insistieron en nombrar a los sacerdotes acusados y a sus obispos, y describen con detalle los abusos.
"Vamos a sacar a la luz su comportamiento, porque es lo que las víctimas se merecen", dice el informe.
Para resaltar la magnitud del problema y la necesidad de cambio, a continuación se describen algunos de los estremecedores casos de abuso y presunto encubrimiento documentados en la histórica investigación publicada este martes.
El sacerdote que presuntamente programó un aborto para su víctima
El gran jurado denuncia que Thomas Skotek, un sacerdote de la Diócesis de Scranton, agredió a una joven desde 1980 hasta 1985. Presuntamente, el sacerdote la violó, la dejó embarazada y ayudó a programarle un aborto.
Los documentos en los archivos de la iglesia indican que en 1986 el obispo de la diócesis ya era "plenamente consciente" de las acciones del sacerdote. Skotek renunció a su puesto y fue enviado a un centro de tratamiento católico para el clero.
En una carta de 1986 que recuperó el gran jurado, el obispo de Scranton expresó sus condolencias al sacerdote acusado.
"Este es un momento muy difícil en tu vida y me doy cuenta de lo afectado que estás. Yo también comparto tu dolor. Cómo desearía que no fuera necesario dar este paso", escribió el antiguo obispo James Timlin en la carta a Skotek. "Con la ayuda de Dios, que nunca nos abandona y que siempre está cerca cuando lo necesitamos, esto también pasará, y todos podrán seguir viviendo".
Un año después, en 1987, Skotek fue reasignado a otra iglesia de Pensilvania.
En 1989 le pidieron a la mujer que firmara un contrato de confidencialidad a cambio de un acuerdo financiero.
Ese mismo año, Timlin envió una carta al Vaticano reconociendo que el sacerdote había ayudado a organizar un aborto. La ley canónica católica considera que aquellos que cooperan en un aborto son "irregulares", lo que significa que podrían verse impedidos para llevar a cabo tareas sacerdotales. Este obispo pidió a Roma que concediera una dispensa para el sacerdote, que es una exención de una ley canónica existente.
"El Gran Jurado observa que la carta de Timlin parece centrarse exclusivamente en el tema del aborto sin dar apenas importancia a que Skotek había dejado embarazada a una niña", indica el informe.
El sacerdote continuó activo en el sacerdocio hasta 2002.
Timlin, que ahora tiene 91 años y es obispo emérito, respondió al informe del gran jurado a través de su abogado. Si bien reconoció que sus esfuerzos para responder al abuso sexual infantil en la diócesis eran "imperfectos", dijo haber actuado con su mejor juicio, de acuerdo con los estándares médicos de la época. En 1993, según afirma el obispo, estableció una junta de revisión interna en la diócesis para examinar los casos de abuso infantil.
"Aunque no fuera perfecta, la Diócesis de Scranton estuvo a la vanguardia de muchas organizaciones religiosas que atienden las serias preocupaciones relacionadas con el abuso sexual infantil por parte de miembros del clero", señala la declaración del obispo.
El grupo de sacerdotes depredadores que usaban cruces para acosar a sus víctimas
El gran jurado afirma que descubrió un "grupo de sacerdotes depredadores" que operaba dentro de la Diócesis de Pittsburgh. Los jurados afirman que el grupo hacía pornografía infantil en propiedades diocesanas y utilizó "látigos, violencia y sadismo" para violar a sus víctimas. Aparentemente, el grupo compartió información sobre las víctimas e incluso las intercambiaban entre ellos.
Un hombre testificó ante el gran jurado que el grupo de sacerdotes de Pittsburg una vez lo invitó a la vicaría de la parroquia y le pidieron que se subiera a la cama y se quitara la camisa, los pantalones y la ropa interior. Presuntamente, los sacerdotes hicieron fotos a la víctima, afirmando que estaban haciendo una "analogía con la imagen de Cristo en la cruz" y que las fotos se usarían para crear estatuas religiosas.
La misma víctima también testificó que el grupo de sacerdotes les daba regalos a sus víctimas. Marcaban a sus "niños favoritos" con collares de cruces de oro.
"(Las cruces) eran una señal para otros depredadores de que los niños estaban insensibilizados al abuso sexual y eran los objetivos perfectos para una seguir siendo víctimas", escribió el gran jurado en su informe.
El sacerdote que, presuntamente, lavó la boca de su víctima con agua bendita
El gran jurado señala que un sacerdote de la Diócesis de Allentown abusó sexualmente de un niño desde 1981 hasta 1983. La víctima denunció el abuso a la diócesis en 2011, y la diócesis alertó a la policía local.
La víctima le dijo a la policía que el sacerdote le obligó a practicarle sexo oral y también violó al niño oralmente. La víctima afirma que después, el sacerdote echó agua bendita de una botella en la boca de la víctima "para purificarlo", especifica el informe.
Dado que el caso había prescrito, no se presentaron cargos contra el sacerdote. Este, que ha negado las acusaciones, prestó servicio en iglesias hasta su jubilación. Todavía en 2009 seguía ayudando en una parroquia local en Florida.
El sacerdote que confesó pero continuó en su cargo
En 1982, la Diócesis de Allentown recibió una queja de un padre que denunciaba que el sacerdote Michael S. Lawrence había abusado sexualmente de su hijo de 12 años. Cuando los dignatarios de la iglesia se enfrentaron al sacerdote, este confirmó el relato del padre y dijo: "Por favor, ayudadme. He abusado sexualmente de un niño".
Los registros eclesiásticos que obtuvo el gran jurado indican que Lawrence fue enviado a un centro de tratamiento para clérigos católicos, donde un médico les dijo a los dignatarios de la iglesia que la familia de la víctima necesitaba tiempo para "hablar" y que "la experiencia no fuera necesariamente un terrible trauma" para el niño.
Dos años después, Lawrence empezó a dar clases de religión en un instituto. En 1987 le expulsaron del sacerdocio activo, pero continuó sirviendo en un Tribunal Diocesano hasta 2002, cuando los periodistas del Boston Globe llamaron la atención nacional sobre el tema del abuso infantil en la Iglesia Católica Romana. Lawrence se retiró ese año y murió en abril de 2015.
El cura al que respaldaron sus superiores
Los miembros del jurado afirman que algunos ex altos cargos de la iglesia en la Diócesis de Pittsburgh se esforzaron por defender y reubicar al reverendo Richard Zula, que fue condenado a prisión en 1990 por abuso de menores.
En 1987, un representante de la iglesia afirmó que una de las víctimas de Zula, una chica de 15 años, había "perseguido" al cura y lo había "seducido literalmente" para mantener una relación.
Zula fue detenido por acusaciones de abuso a menores en 1988. La diócesis entonces recibió más quejas contra el sacerdote.
Aunque el cura esperaba una condena, un médico procurado por la diócesis elaboró una evaluación psicológica de Zula en 1989 para el tribunal. En la evaluación, el médico afirmaba que Zula había admitido "masturbación y felación mutua con un chico de 16 años", pero solo porque "el chico inicialmente insinuó actitudes sexuales". El sacerdote admitió haber tenido comportamientos "ligeramente sadomasoquistas", escribe el doctor, pero "nunca ha exhibido síntomas psicóticos ni perturbación de pensamiento o razonamiento".
El gran jurado afirma que Zula recibió un cheque de más de 11.000 dólares (unos 9.700 euros) como pago de la Diócesis de Pittsburgh tras su pronta salida de la cárcel en 1992. Después de muchas idas y venidas sobre futuros pagos, en 1996, la Diócesis llegó a un acuerdo con el sacerdote que le garantizaba continuar con los pagos, pero le prohibía tratar de conseguir nuevos puestos dentro de la diócesis.
Zula murió el año pasado.
Como respuesta al informe del gran jurado, la Diócesis de Pittsburgh dijo que, por ley canónica, había que dar un cierto apoyo a todo el clero, incluso a los convictos por crímenes. La diócesis también declaró: "La Diócesis de Pittsburgh no solicitó en ningún momento una sentencia más leve para Zula, ni pidió que se preparara o se entregara un informe psiquiátrico en nombre de Zula para el tribunal".
El cura que supuestamente pidió a su víctima que confesara el abuso
La investigación del gran jurado ha dado lugar a la detención de dos curas por acusaciones de abuso sexual a menores. Uno de ellos es el reverendo David Poulson, que se enfrenta a cargos por atentar al pudor y poner en peligro a un menor después de ser acusado de abusar de al menos dos chicos en casos que datan de 2002.
Poulson supuestamente abusó de una de sus víctimas, un ex monaguillo, más de 20 veces en la casa del párroco. El chico también tuvo que hacer una confesión formal ―a Poulson― para recibir la absolución del cura por el abuso.
"Esa fue la traición y manipulación definitiva de Poulson", escribe el fiscal general de Pensilvania Josh Shapiro en un comunicado que publicó a principios de este año. "Usó las herramientas del sacerdocio para continuar su abuso".
Shapiro afirma que la Diócesis de Erie sabía de las tendencias abusivas del cura al menos desde 2010, pero no hizo nada por denunciar a Poulson ante las autoridades hasta 2016, cuando respondió a una citación del gran jurado.
El obispo de Erie niega esta cronología de los hechos.
Durante su investigación, el gran jurado escuchó a otros nueve hombres que declararon que Poulson los bombardeó con "regalos, dinero, cenas y alcohol" y "bromeó" sobre su preferencia sexual por hombres jóvenes.
El cura acusado de violar a una niña en el hospital
La Diócesis de Harrisburg recibió una denuncia en 1991 de una chica que había sufrido abusos por parte de un cura en los 60 y los 70. La mujer afirma que cuando tenía 7 años, el sacerdote la violó en una sala de hospital cuando se recuperaba de una extracción de amígdalas. La mujer contó a la diócesis que el cura la violó dos veces más cuando era adolescente, según un documento eclesiástico desvelado por el gran jurado.
Los registros de la diócesis indican que el cura confesó haber abusado sexualmente de esta víctima en 1991. Desde entonces le retiraron sus funciones sacerdotales.
El cura que siguió en el cargo después de dejar embarazada a una adolescente
En los años 50, la Diócesis de Greensburg se enteró de que un sacerdote recién ordenado, Raymond Lukac, había tenido una relación con una chica de 17 años. El sacerdote se fugó con ella y se casaron cuando la chica tenía 18 años. Meses más tarde, después de asistir a un centro de tratamiento para curas católicos, se divorció de ella. Los documentos de la iglesia indican que la joven dio a luz al hijo de Lukac.
"Pese a practicar sexo con una menor, pese a ser padre de un hijo, pese a casarse y a divorciarse, el cura tuvo permiso para seguir siendo cura gracias a los esfuerzos de la diócesis por encontrar a un 'obispo benevolente' en otro estado dispuesto a aceptarlo en su parroquia", declara el gran jurado.
El cura que presuntamente convenció a niños para tener sexo oral
El gran jurado afirma que un sacerdote que estuvo en la Diócesis de Greensburg entre 1976 y 2002 recibió numerosas acusaciones de abuso sexual. Los miembros del jurado se enteraron de que varios niños de la escuela elemental contaron a la diócesis en 1986 que el sacerdote había hablado con ellos sobre masturbación en una clase de educación religiosa. El cura aparentemente explicó con detalle a los niños cómo María, la madre de Jesús, había tenido que "arrancarle a mordiscos el cordón umbilical" y "lamer" al niño cuando nació para limpiarlo. Los miembros del jurado consideraron que este comportamiento era un tipo de "acoso" a los estudiantes con el fin de prepararlos para el sexo oral.
En 1986, la diócesis recibió una notificación de la policía local para informarles de que estaban investigando a este cura por su contacto sexual con menores, aunque el gran jurado no encontró registros que indicaran que el sacerdote fue acusado como consecuencia de esta investigación.
Después de ser enviado a un centro de tratamiento, el cura fue reubicado en varias parroquias y cargos hasta 2002, cuando se le fue retirado el ministerio del sacerdocio. Los documentos internos de la diócesis indican que al menos otra víctima presentó una demanda de abuso antes de 2002.
El cura que abusó de cinco hermanas de la misma familia
El informe señala que un sacerdote de la Diócesis de Harrisburg, Augustine Giella, abusó sexualmente de cinco hermanas de la misma familia desde 1982. El cura también recogió presuntamente muestras de orina, de vello púbico y sangre menstrual de las niñas. Durante una redada policial, encontraron estas muestras en casa de Giella, junto con pornografía infantil. Giella fue detenido en 1992 y confesó sus delitos. Murió mientras esperaba ser juzgado.
El gran jurado atestigua que el abuso a las niñas podría haber parado mucho antes si la Diócesis de Harrisburg hubiera actuado ante una queja contra este sacerdote en 1987.
Como respuesta al informe, la Diócesis de Harrisburg pidió disculpas por los abusos cometidos por clérigos vinculados a la diócesis y afirmó que ya había implementado múltiples salvaguardas para proteger a los niños.
Las cinco hermanas testificaron ante el gran jurado en 2016 el daño "emocional, psicológico e interpersonal" que este abuso había causado en sus vidas. Meses después de haber ofrecido este testimonio, la menor de las hermanas intentó suicidarse. Mientras se recuperaba, la mujer se puso en contacto con el gran jurado.
"Desde la cama del hospital, pidió una cosa: que termináramos nuestro trabajo y contáramos al mundo lo que ocurrió realmente", relata el jurado.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Lucía Manchón y Marina Velasco