Las elecciones se juegan en un plató
Domingo de Ramos. Fin de la Cuaresma, inicio de la Semana Santa, tercera jornada electoral y la campaña, que acaba de empezar, entra en fase menguante hasta el domingo de Resurrección. En procesión o no, los españoles desconectan. De la política y hasta de sí mismos. Lo saben los candidatos y lo celebran sus equipos. El ritmo baja por más que todos se desgañiten por polideportivos y plazas con llamadas a la movilización.
Tanto debatir sobre si las campañas tendrían que acortarse y prescindir de los grandes y costosos mítines a los que solo acuden los convencidos y resulta que Pedro Sánchez lo ha logrado por la vía de los hechos. La convocatoria de las elecciones tan solo cinco días después de las vacaciones de Semana Santa ha convertido esta campaña en la más corta de la historia de la democracia porque entre este fin de semana y el lunes 22 está previsto que se produzcan 15,5 millones de desplazamientos. Y no parece que alguno de ellos sea para asistir a los actos programados por los candidatos.
Hablar de campañas, cortas o largas, es hablar de debates, y mucho más en estas elecciones generales. Y es que con la Semana Santa de por medio, el alto número de indecisos y la volatilidad del voto, el enfrentamiento televisivo cobra más relevancia que nunca. Hay quien dice de hecho que estas elecciones se juegan en un plató de televisión.
Ya el último debate, que se celebró a cuatro bandas en junio de 2016, acaparó la atención de más de la mitad de la audiencia televisiva con un 57% de cuota de pantalla y 10,5 millones de espectadores. En Twitter, el enfrentamiento, realizado por la Academia de Televisión y difundido por 17 cadenas, generó 1,8 millones de mensajes.
Elección tras elección, los audiómetros ratifican el interés de los electores por el formato. Y, pese a ello y tras 40 años de democracia, los candidatos siguen resistiéndose a participar en ellos. Unos más que otros, sí. Y los que más, los presidentes de Gobierno. Que si a cinco en lugar de a cuatro; que si en ningún caso a dos; que si en la privada mejor que en la pública; que si el cómo y el cuándo; que si mejor éste o aquél periodista como moderador…
En esta ocasión será como y dónde ha impuesto el Comité Electoral de Pedro Sánchez. Un sólo debate, en Atresmedia, a cinco, y tras un antológico portazo del Gobierno socialista a RTVE. Los hombres del presidente querían sí o sí al candidato de VOX junto a Casado y Rivera en un plató. No está claro si en busca de una reedición de la fotografía de Colón que visualice la entente cordial entre las tres derechas o para que Abascal, que no tiene nada que perder en esa cita, termine de dinamitar lo que queda del PP.
Por eso se ha escabullido de la oferta de RTVE. Con la doctrina de la JEC, la pública no podía sentar junto a los otros cuatro aspirantes al candidato de VOX por no no haber obtenido un 5 por ciento de representación en elecciones anteriores de ámbito nacional. Y, Sánchez, en lugar de apostar por que la realización corriera a cargo de la Academia de Televisión para que pudieran emitir el formato las cadenas públicas y privadas que quisieran, ha preferido que sea la televisión de Planeta, el grupo editorial que publicó su libro, quien se anote el tanto de la organización.
Favores aparte y vacaciones de por medio, lo cierto es que la campaña queda reducida al debate y poco más. Al menos, todos los esfuerzos del Comité Electoral del PSOE están ya dirigidos al martes 23, que es cuando Antena 3 ha fijado la cita, y cuando verdaderamente los españoles tomarán conciencia de que hay unas elecciones y han de decidir su voto. El debate es, a juicio de los socialistas, decisivo. La duda es si lo creen así por la capacidad de convicción de Sánchez o por los errores que puedan cometer sus contrarios. Sea como sea, lo cierto es que las elecciones y el futuro de los principales líderes dependerá en buena parte de su interpretación ante las cámaras. Se la juegan en un solo día.