Las claves del macromitin que Salvini ha convocado en Milán con la ultraderecha europea

Las claves del macromitin que Salvini ha convocado en Milán con la ultraderecha europea

12 formaciones se darán cita para mostrar músculo, el de una alianza que aspira a convertirse en el cuarto grupo más potente del Europarlamento.

LIGA NORTE / FACEBOOK

Este sábado, a las tres de la tarde, miles de personas van a acudir a una cita a la sombra de la Catedral de Milán. Feliz sería la quedada si tuviera como propósito un shock colectivo por acumulación de belleza gótica, a lo síndrome de Stendhal, pero no: convocan los principales partidos de la ultraderecha europea a una especie de aquelarre de lo mejorcito del nacionalismo y el populismo del continente, con Matteo Salvini, líder de la italiana Liga Norte, como maestro de ceremonias.

A una semana de las elecciones del 26-M, es una demostración de músculo y un impulso definitivo a la campaña del denominado Movimiento Europa de las Naciones y de las Libertades (ENF), en su aspiración de entrar con fuerza en el Europarlamento. Por ahora, las encuestas dicen que su estrategia triunfa: las primeras proyecciones de voto publicadas por el Parlamento Europeo dan a la suma de estos euroescépticos hasta 150 escaños. Serían así el cuarto grupo en importancia en el hemiciclo, tras los populares (183), los socialistas (135) y los liberales (75).

El acto de Milán, entre lo local y lo continental, tiene ya confirmada la presencia de 12 formaciones, informa AFP. Acudirán los líderes de la Agrupación Nacional de Francia (Marine Le Pen), el Partido de la Libertad de Holanda (Geert Wilders), del Volya búlgaro (Veselin Mareshki), el SPD checo (Tomio Okamura) y el SME Rodina de Eslovaquia (Boris Kollar). Aún no está claro si asistirá el primer ministro húngaro, Victor Orbán, líder del Fidesz.

La Alternativa para Alemania, el FPÖ austriaco, el flamenco Vlaams Belang, el Partido Popular de Dinamarca, el estonio Ekre y los Verdaderos Finlandeses estarán representados por sus vicepresidentes o eurodiputados destacados. El español Vox ha sido invitado al acto, pero se ha excusado, según adelantó El País.

Lo que les une, lo que les diferencia

Este grupo de la nueva extrema derecha o de populismos de derechas tiene un marco ideológico de referencia bastante básico: todos quieren más soberanía para sus respectivos estados y, por tanto, menos Europa; todos se plantean la UE como un ideal mercado común, pero no como un órgano superior que dicte lo que cada cual ha de hacer en su casa; y un rechazo sin misericordia a los inmigrantes, incluso sin hacer distinciones entre los económicos y los refugiados.

Como dice el también vicepresidente y ministro del Interior Salvini, “estoy en Europa, mis hijos están en Europa, pero me gustaría que se dedicaran más y mejor a asuntos como la inmigración y la defensa de nuestras fronteras, y que la suerte de nuestros comerciantes y nuestros pescadores se decidiera aquí, no en Estrasburgo ni en Bruselas”. En sus palabras hay ecos claros de Le Pen o Wilders, que ya armaron con ese discurso antes que él.

  El italiano Matteo Salvini, el austriaco Harald Vilimsky, la francesa Marine Le Pen y el holandés Geert Wilders, juntos en Bruselas, en 2015. ASSOCIATED PRESS

Sin embargo, este grupo de amigos de ultraderecha está cogido con hilvanes, porque no son pocas las lagunas que discurso que arrastra, las contradicciones y hasta las diferencias. Los unen postulados muy viscerales, pero no tienen una postura común en asuntos esenciales para el día a día. Y es que el ENF es un conglomerado ideado, en realidad, por un norteamericano, Steve Bannon, que fue estratega jefe del republicano Donald Trump en la Casa Blanca, un exbanquero enriquecido gracias a su trabajo en Goldman Sachs y que ha desembarcado en Europa para forjar lo que él llama un “supergrupo” que sea clave en el Parlamento Europeo.

Ha sido tremendamente listo: con unas cuantas sumas de personajes va a lograr meter dentro del sistema a los que abominan de este sistema pero, una vez en sus escaños, cobrarán una proyección, un altavoz, un escaparate inmejorables para sus propósitos. El caballo de Troya, al que se deja entrar conscientemente porque así son las reglas de la democracia.

Lo que defiende Bannon es lo que él llama la “la deconstrucción del Estado Administrativo”, esto es, reducir drásticamente la influencia del gobierno en la vida de sus ciudadanos y dejar que el sector privado (en su mente, las empresas realmente grandes) tenga más poder.

Como escribe el analista del HuffPost USA Akbar Shahid Ahmed, “la mayoría de los partidos outsiders que esgrimen la ideología de que los ciudadanos nacionales están siendo traicionados y que deben mantener alejados a los extranjeros están logrando grandes avances prometiendo un gobierno que apoyará primero a la gente de su país, en vez de decir que el gobierno se apartará, lo que haría que sus ciudadanos se sintieran aún más abandonados en plena globalización”. Eso choca con el plan de Bannon.

No sólo hay diferencias en cuanto al papel que debe jugar el Estado, sino sobre los impuestos (¿suben o bajan?), los servicios públicos esenciales (¿se potencian o se le da cancha al sector privado?), la seguridad (¿se ceden más datos en aras de la mejor comunicación comunitaria o se recela del vecino?), o la política exterior (¿nos hacemos amigos de Rusia o es mejor temerla?).

La clave Salvini

El plan de unidad de Bannon viene vía Italia. El exasesor de Trump relanzó en Europa The Movement, una fundación cuya finalidad era difundir las ideas de la nueva derecha en nuestro continente. No encontraba aliados potentes hasta que se fijó en Salvini (carismático, lenguaraz, joven, al día en las nuevas tecnologías y sus claves, ambicioso), lo vio con mimbres, lo entrenó más aún y ayudó a encumbrarlo. En el corazón de la tercera economía del continente. En uno de los países fundadores de la Unión Europea, que ya es el primero gobernado por estos radicales, con la suma de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas.

Salvini ha sacado ya una cabeza en términos mediáticos a sus amigos franceses y holandeses, se ve fuerte para intentar este asalto del populismo soberanista en Bruselas y por eso pone el escenario en su propia ciudad, no en la capital europea. Allí donde es un tifosi rodeado de tifosis.

Incluso la prensa italiana sostiene que está tan seguro de que las encuestas son positivas que podría dar la sorpresa y anunciar unas elecciones generales anticipadas. Quiere ganar más escaños y gobernar Italia en solitario, sin 5 Estrellas, o como mucho con la derecha clásica del incombustible Silvio Berlusconi, que a sus 82 años se presenta a las europeas de nuevo. Aunque il cavaliere sostiene que apuesta sin duda por la UE, en política patria tiene muchos puntos en común con Salvini. “Veréis que pronto el centroderecha volverá a estar unido porque la alianza entre la Liga y el Movimiento 5 Estrellas es contranatura, no creo que les quede mucho tiempo. Sólo el poder les ha hecho llegar a un acuerdo”, dijo Berlusconi al presentar su candidatura, apuntando nuevos escenarios.

Hay que esperar para ver si la Liga se envalentona y rompe con sus actuales socios o si los resultados electorales del día 26 los dejan en un desequilibrio tan grande que lleve a la ruptura (al Movimiento se le augura un batacazo importante).

Salvini, mientras, se relame los bigotes de gusto, porque ve que su carisma crece, pese a las críticas. Diarios como La Repubblica y el Corriere della Sera han contabilizado los días efectivos de trabajo que lleva este año y los datos son sonrojantes: desde enero ha estado 17 días en su despacho. El resto del tiempo, 95 días, ha estado ausente, en su mayor parte en actos electorales o reuniones no institucionales, hasta 211 eventos. Una ausencia laboral del 70%, denuncian.

Dedica su tiempo a ir a los pueblos y estrechar manos, a fotografiarse en el fútbol, a comer y ponerlo todo en su Instagram... Ha ido al 1,73% de las sesiones del Parlamento y se ha saltado cinco de seis Consejos de ministros de Justicia e Interior de la UE; a Bruselas ha mandado a su segundo.

Los funcionarios de su ministerio, Interior, hacen chistes por los pasillos, dicen que es más fácil verlo si se pelea en el concurso que Salvini se ha inventado, que consiste en premiar con tomarse un café o llamar por teléfono a la persona que antes le ponga un “me gusta” en sus distintas redes sociales, y que es todo un éxito. #VinciSalvini, se llama. Gana Salvini. Y parece que el 26-M, también.