Las claves de la semana: ¿Dónde está la izquierda?

Las claves de la semana: ¿Dónde está la izquierda?

¿Dónde está la izquierda? Escondida, callada, deprimida y diluida. ¿Recuerdan cómo arrancó 2017? El PSOE, en plena ebullición por las primarias.Podemos, en plena lucha entre sus dos almas. Sánchez, resurgido de sus cenizas. Iglesias, encumbrado por las bases. Ambos, coronados tras imponerse en sus respectivas organizaciones a pesar de luchar contra todos los elementos. Endógenos y exógenos.

Superadas sendas batallas orgánicas, la nueva y la vieja izquierda se daban la mano en busca de una alternativa conjunta para frenar a la derecha. Pero la imagen que ofrece este final de año es bien distinta, tras haber sido ambos derrotados en las urnas en Cataluña.

Aunque sus nombres no estuvieran en ninguna papeleta, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se jugaban mucho. El secretario general del PSOE, la credibilidad de un PSOE de izquierdas tras su apoyo al 155 y la constatación de que su renacido liderazgo había puesto al partido en el rumbo correcto para la reconquista de La Moncloa. Y el de Podemos, si sus guiños al independentismo y su apuesta por un referéndum pactado le otorgaban la razón frente a quienes dentro de su organización advertían de las consecuencias a nivel nacional que tendría esa posición para un partido nuevo que no había tenido una posición clara ante un problema de Estado.

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El resultado demostró que la izquierda, en Cataluña, no tiene quien le escriba, y sí la derecha y el independentismo. Y noqueados por el resultado de la última contienda electoral, Sánchez e Iglesias se han retirado a sus aposentos para digerir lo ocurrido. El voto de Podemos se lo ha llevado el independentismo. El de los socialistas, Ciudadanos. Pero la lectura no debiera acabar en Cataluña, ya que el desafío secesionista ha sacado de debajo de las piedras a los de la España grande y libre, a los de una nación orgullosa de su lengua, a los de la inflamación de los sentimientos y a los patriotas de bandera y pulsera.

Sánchez e Iglesias, de retiro

Y Sánchez e Iglesias han optado por el silencio. Uno se ha escapado a meditar en Ávila. Otro, a descansar junto a su familia. Los dos han delegado en sus segundos niveles el tradicional balance político de fin de año a la espera de que la cuesta de enero enfríe las emociones y sitúe el nivel de preocupación de nuevo en los problemas cotidianos, si bien de momento hoy no tienen hueco.

Rajoy y Rivera les han sacado del foco con la primera gran foto política en La Moncloa después de las elecciones catalanas. El presidente del Gobierno con una repentina e inusitada euforia pactista -con los agentes sociales, con las organizaciones de mujeres y con quien haga falta- para ocultar la grave crisis a la que se enfrentan sus siglas, y no sólo en Cataluña, donde el electorado les ha situado en la irrelevancia absoluta.

Ciudadanos y el regazo de la FAES

El problema al que se enfrenta el presidente del PP no es sólo de discurso, ni de empatía, ni de registro, sino sobre todo de déficit político. Carece de proyecto y por eso un partido como Ciudadanos, sin responsabilidad institucional, con cuadros inexpertos y una tendencia excesiva al narcisismo y el marketing ha conseguido, con cierta estética "macroniana" y una buena dosis de orgullo patrio, pisar los talones a las derecha tradicional.

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Ahora bien, si Ciudadanos quiere ensanchar su espacio más allá del Ebro no le bastará con quedarse bajo el regazo de José María Aznar y de la FAES. El ex presidente del PP es un referente social para un sector de la derecha que en Cataluña le ha venido bien a Albert Rivera, pero le alejará del centro sociológico que tampoco parece encontrar hoy en el PSOE una alternativa real. No descarten, pues, que el joven Rivera siga en esto también los pasos de Emmanuel Macron y atraiga a sus filas a algún referente histórico de la socialdemocracia que le sitúe como claro competidor del PP, y no sólo de segunda marca de la derecha.

Tiempo para la renovación del PP

Lo consiga o no, el auge de Rivera obliga al PP a plantearse en serio la renovación que Mariano Rajoy nunca hizo y que, hasta hoy, mantiene anclada a sus siglas en una imagen color sepia de la que el electorado se siente cada vez más alejado. Y también sitúa a la izquierda ante la cruda realidad de los números. PP y Ciudadanos suman ya, según las encuestas, la mayoría absoluta de la que hoy carece la derecha, por lo que la izquierda quedaría relegada a una insoportable levedad que cerraría la puerta a cualquier alternativa de Gobierno en España.

En busca de Felipe González

Algunos analistas, como Enric Juliana, contaban esta semana que acaba que el líder de Ciudadanos busca desesperadamente una foto con Felipe González, quien no hace tanto declaró no sentirse representado por ningún proyecto reformista. Y lo mismo se ha propuesto Pedro Sánchez para el nuevo año: la reconstrucción de los puentes rotos con el ex presidente del Gobierno tras la crisis institucional que siguió al 20-D y la batalla por las primarias socialistas.

El secretario general del PSOE ya ha dado los primeros pasos a través de personas interpuestas en busca del acercamiento a González sin demasiado éxito, después de haber limado asperezas con Zapatero. La diferencia entre uno y otro es que el último ex presidente socialista busca el afecto de los suyos y busca reivindicarse para moverse por el mundo mientras que Gonzálezva por libre y tiene acreditada su condición de referente fuera y dentro de España. La distancia y la desconfianza de González hacia Sánchez hace que Rivera, quien en el último año se ha entrevistado en alguna ocasión con el primer ex presidente de Gobierno socialista, pueda llevarse antes el gato al agua.

2018, el año de Rivera

Sea como fuere, lo cierto es que el líder de Ciudadanos ha pasado en 2017 de ser la muleta del PP en el Congreso de los Diputados a convertirse a partir de ahora en honda preocupación tanto para la derecha tradicional como para la izquierda en su conjunto. De momento, tras el resultado de Arrimadas, su jefe ya ha cruzado el umbral de La Moncloa para entrevistarse con Rajoy antes de que lo hiciera Pedro Sánchez, a quien el presidente recurría en primer lugar siempre que arrancaba una ronda de contactos con los partidos políticos, y no sólo por una cuestión de representación parlamentaria sino también como forma de ningunear al líder de los naranjas.

Sin duda, la situación política ha experimentado un cambio cualitativo desde el 21-D y ha situado a Ciudadanos en el centro de la escena. De momento, ha "sorpassado" a Podemos en las encuestas y le ha arrebatado la tercera posición del tablero. En 2018 aspira a hacer lo propio con el PSOE con una estrategia dirigida al electorado socialista, que es donde sus "gurús" creen que tiene a partir de ahora margen para seguir creciendo.

Antes tendrá que desprenderse de la etiqueta de auténtico sucesor de Aznar y demostrar que lo que él abandera como la defensa del constitucionalismo es algo más que una forma de enmascarar lo que siempre fue el nacionalismo rojigualdo.

Veremos...