Las claves de 'Frozen 2': por qué Anna y Elsa enganchan tanto
Elsa, Anna y su 'Suéltalo' han estado presentes en todo el mundo desde 2013: ahora vuelven con 'Frozen 2'.
Hace seis años que ¡Suéltalo! empezó a resonar en las casas, los coches y los teléfonos de todo el mundo. En 2013 se estrenó Frozen y, desde entonces, Elsa y Anna, literalmente, han estado hasta en la sopa: niñas y niños vestidos con trajes azules de purpurina y pelucas rubias, los nombres de las protagonistas encarnadas en personas de carne y hueso —En 2014, las ‘Elsas’ se duplicaron en España—, y la situación repetitiva en la que, si alguien decía ‘Suéltalo’, le respondían ‘Sueltáloooo’. Y, mientras tanto, Disney se ha estado llenado los bolsillos. Sólo la película ha superado en taquilla los mil millones de euros y es la única cinta de princesas en el top 10 de los filmes más rentables de la compañía. Eso sólo en los cines. En las tiendas fue mucho más.
A pesar de lo rentabilísima que fue la cinta, Disney no quiso forzar la llegada de Frozen 2 y desechó su estreno hasta que no quedase totalmente estructurada. El trabajo que llega ahora a los cines empezó a gestarse en 2015, ya que los creadores se dieron cuenta de que había mucho más que contar. Más que un nueva aventura, Frozen 2 es una vuelta a los orígenes.
“Cuando recorría el mundo presentando Frozen, oía la misma pregunta una y otra vez. ‘¿De dónde provienen los poderes de Elsa?’. Y los propios directores llevaban haciéndose la misma pregunta un tiempo. Entonces, nos dimos cuenta de que había más que contar”, explicó el productor Peter Del Vecho en la presentación de Frozen 2 en Madrid.
Disney podría haber optado por la vía fácil del spin-off, que fuese una especie de Frozen: el origen y la vuelta a cuando Elsa y Anna eran pequeñas. Pero no. Aunque Frozen 2 empieza con su infancia, rápidamente se traslada a la actualidad, con las dos hermanas ya mayores y dispuestas a adentrarse en el bosque encantado para recuperar el orden en el reino de Arendelle. Es una cinta más madura, más oscura y con más acción de la habitual en la factoría. Disney se han nutrido de los éxitos de Vengadores y se nota. Elsa y Anna no son princesas, son superheroínas.
Disney quiere quitarse la careta más tradicional
Con la primera cinta, Frozen se situó ya como un referente feminista. Está en el grupo de Brave (2012) o Vaiana (2016) como los únicos títulos que no tienen un príncipe salvador. De hecho, el príncipe Hans es el villano de la primera entrega. Eso ya dice mucho. De ahí que Frozen haya servido para romper con los roles de feminidad y masculinidad a partes iguales, un clásico en la factoría de sueños.
Elsa es joven, empoderada e independiente, aunque siga entrando en los estándares de moda y belleza. Mientras que Kristoff, el novio de Anna, es sensible, romántico, incluso un poco miedoso y cobarde. Tampoco es que sea un galán, podríamos decir que es la antihombría, lo que muchos machos demonizan. De hecho, en Frozen 2 es él quien canta la única balada romántica de la película. Lost in the woods es un tema con el que llora que su princesa se haya marchado —otra vez a buscar a su hermana— y que incluso guarda ciertas similitudes estéticas y sonoras con las baladas rock de Rod Stewart.
Pero si hay algo que ha generado tanta expectación es que Elsa no tenga pareja. Y sigue sin tenerla. No va a tener ni novio ni novia, a pesar del movimiento #giveElsaagirlfriend que se hizo viral en redes sociales en todo el mundo. Disney no ha ganado puntos en inclusión LGTBI, aunque al menos no depende de nadie para ser feliz.
Tener un protagonista homosexual en una gran producción sigue siendo una tarea pendiente en la factoría de animación, que ha hecho pequeños esfuerzos en cortos o series de Disney Channel. Lo cierto es que si Elsa tuviese novia sería plausible para muchos, pero también es arriesgado por parte de una compañía clásica como Disney y habría una parte de padres que se les echaría encima. Pasos más decididos sí ha dado con el feminismo: hace menos de 30 años en cintas como Aladdin o El rey León los gestos afeminados se atribuían siempre a los villanos. Esto se ha superado poco a poco.
En el caso de Frozen, aunque las protagonistas siguen siendo huérfanas como en el 80% de las películas Disney con trama familiar, la conexión con sus padres desempeña un papel mucho más fundamental. La vuelta al origen y recabar su verdadera historia supone toda una revelación, más aún teniendo en cuenta que la madre de Elsa y Anna salvó a su padre de la muerte siendo pequeño. Otra heroína para la familia.
La familia que resulta de la pérdida de los padres y las nuevas amistades poco tiene que ver con la tradicional. Un muñeco de nieve (Olaf), un reno (Sven), Kristoff, Elsa y Anna tienen su propio núcleo familiar, que en esta segunda entrega está más unido que nunca. Los creadores de Disney ya empezaron a replantearse este concepto de familia con Lilo & Stich (2002), cuando la hermana, su novio, Stich, los dos extraterrestres y el agente de servicios sociales formaban su unidad familiar.
Frozen también llega por los oídos, que Let it go (Suéltalo, en español) sea tan conocida no es sólo por el Oscar que se llevó en 2013. Es uno de los temas más pegadizos de Disney gracias a la jugada de sus compositores Anderson-Lopez y Lopez. Lo tenían todo estructurado: una canción feliz con los ingredientes de un tema pop, que además hablase de libertad.
Para esta segunda entrega, han compuesto Into the unknown (Mucho más allá, en español), que no tiene nada que envidiar a Let it go pero que en España ha sido objeto de controversia al ser interpretada por David Bisbal. La versión inglesa la canta el grupo de rock Panic! At the disco.
La mayor máquina de hacer dinero de Disney
Este éxito en pantalla no tiene comparación con el éxito a nivel de ventas. Según datos de la International Licensing Industry Merchandisers Association (LIMA) publicados en Forbes en 2015, las 612 licencias que repartió Disney en todo el mundo de las princesas Anna y Elsa en 2014 generaron más de 100.000 millones de euros. Batieron un récord histórico en Disney que no ha sido superado ni por Star Wars. Además, la venta se extendió, según este informe, hasta dos años después. Esa bajada de 2017 provocó a su vez una caída en la facturación de la compañía.
En 2014 los productos de Elsa y Anna fueron líderes en el sector juguetero español, donde generaron 22 millones de euros. Sólo en diciembre, con los regalos de Navidad, superaron los 15 millones. Para 2019 no hay aún datos ni previsiones de licencias, pero está claro que Frozen ha vuelto a las tiendas.
Por ejemplo, en Primark, una de las cadenas con más facturación a nivel de retail de España, ya tiene plantas dedicadas a Frozen y colecciones cápsula que se agotan a diario y que incluyen objetos como tazas, pegatinas, libretas, conjuntos de ropa (18 euros) o pijamas (10 euros). Inditex, que no había mostrado especial interés en la anterior entrega, ha visto el éxito y también se ha lanzado a por la tarta de Frozen 2 con sudaderas y camisetas de Elsa, Anna y Olaf a través de sus tiendas Pull & Bear.
Dentro de la propia compañía, también han sacado la artillería pesada (y más cara) con Frozen 2. Desde el mes de octubre ya hay maletas, jarras, bolsas de tela y todos los productos imaginables.
Más allá de lo material, Frozen es protagonista de fiestas de cumpleaños temáticas, hoteles infantiles, experiencias, el propio musical de Disney on ice y millones de cosas más. Entre lo más llamativo destaca un tour por Noruega por los sitios donde se ha inspirado la película que ronda los 5.000 euros o los vestidos de novia de Frozen por 1.200 euros.
¡Larga vida a Elsa y Anna!