La vuelta al casco, el reciclaje de toda la vida
Evolucionar hacia un sistema más eficaz que reduzca impactos ambientales y desarrolle una economía circular más eficiente, creando nuevas oportunidades de empleo, es una obligación que no puede posponerse más
Seguro que las lectoras y lectoras de este artículo recuerdan aquella época en la que siendo niños y niñas nos mandaban con una bolsa llena de botellas a la tienda del barrio. Era el casco de toda la vida, una forma de reciclar que estos estos días vuelve a estar de actualidad. Concretamente, leemos un acrónimo, SDDR, y cuatro palabras, Sistemas de Depósito, Devolución y Retorno. Seguro que a gran parte de la población le puede sonar algo novedoso, pero si echamos la mirada un poco atrás, descubriremos que es más familiar de lo que creemos.
Un debate que vuelve a nuestros días y que no está exento de confusión. En contra de lo que se expone en algunas informaciones que encontramos estas semanas, es necesario aclarar que el SDDR no supone ningún impuesto ni tasa, y que es tan sencillo como dejar un depósito inicial (como hacemos con una moneda para coger el carro del súper) que es devuelto íntegramente al retornar el envase en el punto de venta. Es un sistema que funciona desde hace décadas en Alemania, Holanda o Dinamarca, entre otros países, con muy buenos resultados, y que recientemente se ha implantado por ley en Portugal.
La introducción del SDDR supondría en España supondría un impulso decidido al reciclaje y al fomento del ecodiseño, volviendo al sistema que conocimos en tiendas de ultramarinos y bodegas hasta los años ochenta, e incluso principios de los noventa. Donde al final del proceso recuperábamos unas cuantas pesetas, tras devolver las botellas vacías.
Pues bien, la re-introducción del SDDR se ha puesto de actualidad gracias a la tramitación del Proyecto de Ley de Residuos y Suelos Contaminados en el Congreso de los Diputados, y especialmente en el trámite de presentación de enmiendas. Las mejoras planteadas por Unidas Podemos y PSOE incluyen la puesta en marcha del SDDR en 2023, en aquellos casos en los que se incumplan los objetivos de recogida separada de botellas de plástico.
Desde hace años, en nuestro país son muchos los municipios y Comunidades Autónomas que se han ido posicionando a favor de su implantación, conocedores de los gastos y de la problemática asociada a la recogida, vertido e incineración de residuos, con instalaciones de vertederos e incineradoras próximas, en muchos casos, a las áreas urbanas más desfavorecidas, y que en los puntos de acumulación final de residuos, como mares y océanos, generan desastres ambientales como los de las islas de plástico.
También existe un consenso transversal a muchas organizaciones ecologistas, políticas y empresariales que vienen desde hace años reclamando cambios del sistema de recogida de residuos en favor del SDDR. En este sentido, cabe destacar como el año pasado la Federación Europea de Aguas Envasadas solicitó públicamente este tipo de reciclaje en la UE para alcanzar los objetivos marcados de recogida separada y de material PET reciclado.
Una mejor separación y recogida de residuos, además de reducir los más de 12.000 millones que destinamos en España anualmente a la gestión de residuos, también podría contribuir a la creación de empleo. Según estudios de CCOO, la implantación del SDDR en España generaría 14000 puestos de trabajo.
La comunidad internacional, consciente de la emergencia ambiental existente, ha lanzado compromisos claros como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Pacto Verde Europeo, con una serie de metas y objetivos que también inciden en el sector de los residuos. Asimismo, en nuestro país, la Estrategia Española de Economía Circular, una de las nueve políticas palanca de la implementación de la Agenda 2030, aprobada en 2020, sienta las bases para alcanzar los objetivos planteados, fijando las metas y el camino a recorrer. Entre ellas, los objetivos de recogida separada de botellas de plástico que establece la Directiva Europea con un 77% para 2025 y un 90% para 2029.
Evolucionar hacia un sistema más eficaz que reduzca impactos ambientales y desarrolle una economía circular más eficiente, creando nuevas oportunidades de empleo, es una obligación que no puede posponerse más. Para ello, las administraciones públicas, las empresas y la ciudadanía tenemos la obligación de aportar soluciones, como es el caso del SDDR, para garantizar un futuro realmente sostenible.