La víctima de la violación múltiple en Manresa: "Les hice entender de todas las formas que pude que no quería"
La joven relata que desde entonces sufre ataques de pánico, no puede ir sola por la calle ni tampoco ha podido retomar sus estudios.
La joven de Manresa (Barcelona) violada por cuatro chicos en un piso en julio de 2019, cuando tenía 17 años, ha asegurado que “tuvo mucho miedo” de morir y que, desde entonces, sufre ataques de pánico, no puede ir sola por la calle ni tampoco ha podido retomar sus estudios: “Mi vida ha sido una puta basura”.
Así lo ha explicado durante el juicio que ha arrancado este viernes en la Audiencia de Barcelona contra los cuatro acusados, en prisión provisional y para quienes la Fiscalía pide 55 años de cárcel por cuatro delitos de agresión sexual -uno como autores y tres como cooperadores necesarios de las violaciones perpetradas por los demás-, uno de los cuales en grado de tentativa.
Los hechos se remontan al 13 de julio de 2019, cuando la víctima acudió a casa de los acusados, a quienes acababa de conocer, para cenar y “hacer tiempo” hasta acudir a una fiesta, momento que aprovecharon los procesados para violarla por turnos tras haberle ofrecido previamente bebidas alcohólicas y hachís.
Temor por su vida
Durante esta primera sesión, la víctima ha asegurado que tuvo “mucho miedo por su vida” y que pensó que algo podría ocurrirle si no “obedecía” lo que le decían, pese a lo cual, ha subrayado, se resistió con “todos los recursos disponibles” a la violación.
“Les hice entender de todas las formas que pude que no quería. Les dije que pararan, me intenté levantar y chillar (...) pero ponían todo su cuerpo encima mío y no podía moverme apenas”, ha relatado la joven, que ha insistido en que llegó a “forcejear” para “quitárselos de encima” después de que una de las defensas le cuestionara si “intentó cerrar las piernas”.
“Estaba en estado de shock pero daba chillidos de dolor y para que parasen. Lo único que quería era marcharme”, ha indicado.
La víctima ha subrayado que, desde la violación, no ha podido rehacerse, ha dicho que tiene “pensamientos suicidas y de hacerse daño constantemente” e incluso ha tildado su vida de “puta basura”.
“He engordado 40 kilos en año y medio por la ansiedad de estar en mi habitación sin poder salir. No tengo contacto con mis amistades por la depresión y el malestar. Tengo muchísimos ataques de pánico (...), tengo fobia a los hombres y no quiero que me toquen, incluso con mis familiares. Siento que no puedo ir sola por la calle, duermo en estado de alerta. He intentado seguir con las clases, pero no he podido”, ha explicado.
Tal como ha detallado, conoció a sus agresores -a quienes la Fiscalía aplica el agravante de actuación conjunta y pide también 40.600 euros por las lesiones sufridas y los perjuicios morales- en una plaza de Manresa y, tras charlar durante un rato, la invitaron a subir a su casa para cenar y esperar hasta acudir a una fiesta donde había quedado con su prima.
“Expresó en todo momento que no quería”
Ella accedió al considerarlos “muy simpáticos, agradables y amistosos” y, en el piso, en el que había unas seis personas, le ofrecieron chupitos de whisky y hachís, bailaron y conversaron.
Hasta entonces no hubo, ha remarcado, “ningún contacto físico, atracción o insinuación sexual”, pero en un momento dado le insistieron en que la veían “muy mal” y “necesitaba descansar”, por lo que la condujeron “forzosamente” a la habitación.
“Yo pensé que era por mi bien y porque de verdad necesitaba descansar, aunque no me veía mal del todo”, ha dicho antes de precisar que “iba bebida, pero no lo suficiente como para perder el conocimiento”: “Yo sabía en todo momento lo que estaba bien y lo que estaba mal”.
Una vez dentro de la habitación, ha aseverado, los acusados fueron entrando por turnos y abusaron sexualmente de ella, que expresó en todo momento “que no quería” y cuyos gritos no sirvieron para que ninguno de los presentes en el domicilio acudiera en su auxilio.
Cuando terminaron de violarla, la víctima aprovechó que se habían dejado un móvil en el cuarto para llamar al 112 pero acabó colgando cuando uno de los acusados entró en la habitación y, acto seguido, pidió que la dejaran marcharse.
“Insistí de tal manera que me dejaron salir, pero me acompañaron dos o tres personas más”, ha narrado la víctima, quien convenció a uno de los procesados para que le prestara el teléfono y, fingiendo que llamaba a su madre, volvió a contactar con el teléfono de emergencias.
Los acusados huyeron cuando se percataron, pero fueron arrestados por los Mossos d’Esquadra poco después.
Durante la sesión, también han testificado varios agentes que participaron en las diligencias, uno de los cuales ha asegurado que la víctima estaba “muy asustada” y “avergonzaba”, “no estaba en estado etílico” y “era muy coherente en lo que explicaba”.