La Unión Europea de la Salud es el futuro para combatir crisis sanitarias
Necesitamos nuevos planes de preparación para pandemias, actualizados y adaptados a las nuevas características de ésta y otras que estén por venir.
La pandemia de COVID-19 ha puesto los sistemas de salud bajo una presión sin precedentes, mostrando la fragilidad de las instituciones multilaterales para la colaboración global y poniendo de manifiesto la necesidad imperiosa de revisar las competencias europeas en salud pública.
En las primeras fases de la pandemia, algunos países establecieron restricciones a la exportación para proteger su suministro interno de medicamentos y equipamiento médico, lo que contribuyó a ralentizar la respuesta a la crisis en sus momentos más críticos. Ningún país puede enfrentarse solo a una crisis como la actual en el mundo globalizado en el que vivimos. La necesidad de coordinación y colaboración global a través de la diplomacia de la salud se ha vuelto esencial para prosperar en el futuro, de la misma forma que es indispensable aumentar la capacidad de respuesta europea.
La mayoría de los Estados miembros no tienen la capacidad de producir los equipos médicos esenciales y productos activos suficientes para hacer frente a esta pandemia y dependen en gran medida de las importaciones procedentes de terceros países como China, India y los Estados Unidos. Partiendo de esta base, la UE ha establecido un mecanismo de adquisición conjunta de equipos médicos que debería reforzarse para la adquisición de nuevos medicamentos y dispositivos médicos. Este mecanismo reforzado garantizaría un acceso más equitativo, una mayor seguridad de suministro y precios más competitivos, y será de suma importancia cuando una vacuna o nuevos tratamientos para la COVID-19 estén listos en el mercado, para poder hacer que éstos lleguen a todos los ciudadanos.
Esto demuestra que necesitamos un liderazgo más fuerte de la Unión Europea, y éste debe tomar la forma de una Unión Europea de la Salud. Nuestros sistemas sanitarios deben fortalecerse y garantizar que puedan hacer frente a emergencias de salud pública sin colapsar. Para ello, es esencial medir la capacidad de los sistemas nacionales de salud para hacer frente a escenarios de alta presión. A su vez, sería también necesario que la Comisión propusiera una Directiva sobre estándares mínimos en atención sanitaria utilizando parámetros como el número de camas de hospital por persona, la capacidad de las unidades de cuidados intensivos, el número de médicos y enfermeras por habitante, el gasto en salud, y el acceso y la asequibilidad de la asistencia sanitaria para todos, lo que garantizaría un nivel mínimo de cobertura sanitaria en Europa.
Igualmente, hemos sido testigos de que los planes europeos de respuesta ante emergencias actuales, muy centrados en la gripe, han resultado ineficientes para la pandemia de COVID-19. Por ello, necesitamos nuevos planes de preparación para pandemias, actualizados y adaptados a las nuevas características de ésta y futuras pandemias, que incluyan también estrategias de comunicación sólidas para evitar la desinformación y combatir las noticias falsas.
En el siglo XXI, hemos visto un aumento en la frecuencia de brotes de enfermedades zoonóticas, transmitidas de animales a humanos, como el SARS en 2003, el H1N1 en 2009 y el ébola en 2014. Esto no es una coincidencia. La destrucción ambiental debido a la deforestación y la pérdida de hábitats, el contacto creciente entre animales salvajes y humanos, algunas prácticas culturales como comer fauna exótica, y la agricultura intensiva, se encuentran entre las causas del origen de este aumento. En otras palabras, la pandemia actual se esperaba de alguna manera. Por ello, cualquier nueva medida de prevención que sea implementada a partir de ahora debe considerar la interconectividad de la salud ambiental con la salud animal y humana, así como incluir un componente para la protección de la biodiversidad.
Actualmente observamos una disminución en el número de casos nuevos de COVID-19 y en el número de muertos, en parte debido a las medidas de confinamiento. Sin embargo, todavía estamos en el comienzo de esta crisis y si queremos recuperarnos de ella, necesitamos convertirnos en una sociedad más resiliente, sin dejar a nadie atrás y poniendo la salud ambiental en el centro de nuestro crecimiento económico. Debemos estar listos como sociedad para un nuevo tipo de normalidad y para una nueva Europa reforzada, que ha de venir de la mano de una Unión Europea Sanitaria para hacer frente a futuras posibles crisis.