La trágica vida de Demi Lovato desconocida hasta ahora
La cantante revela todos sus problemas de salud derivados de sus adicciones y que fue víctima de agresiones sexuales en el documental 'Bailando con el diablo'.
No era ningún secreto que Demi Lovato, de 28 años, sufrió un infarto y tres derrames cerebrales a consecuencia de la sobredosis que casi le cuesta la vida y por la que fue hospitalizada en 2018. La propia cantante desveló en el tráiler del documental Dancing with the Devil (Bailando con el diablo) que los médicos dieron por hecho que fallecería 5 o 10 minutos más tarde de atenderle.
Ahora que la serie de cuatro capítulos se ha estrenado en el festival South by Southwest (SXSW), han salido a la luz muchos más detalles sobre las tragedias, en plural, que desencadenaron sus adicciones. En España se podrá ver a partir del 23 de marzo en YouTube.
La que fuera chica Disney, especialmente por Camp Rock, y que empezó en los programas infantiles a los 6 años, se enfrentó a enfermedades poco comunes en una persona de su edad, debido al consumo de drogas y alcohol. Esos tres ataques cerebrales le provocaron ceguera, entre otros daños cognitivos, cuando aún estaba en cuidados intensivos —y ahora tiene problemas permanentes de visión y se le considerada legalmente ciega—; y el ataque al corazón del que se habla en el tráiler, una neumonía después de que casi se ahogara en su propio vómito y un fallo multiorgánico, como recoge The New York Times.
Su caída en el mundo de las drogas comenzó “de una forma recreativa”, aclara, “pero no puedes hacer eso con la heroína, pasas a ser un adicto”. Y, aunque consiguió mantenerse sobria y limpia durante seis años, volvió a caer en 2018, cuando sufrió la sobredosis, después de descontrolarse con el consumo y empezar a tomar sustancias que no había probado antes. Un cocktail casi mortal.
Su vida desenfrenada le hizo ingresar en una clínica de desintoxicación, aunque revela que sigue bebiendo “con moderación” y que aún fuma marihuana. “Sé que he acabado con lo que puede matarme, pero diciéndome a mí misma que nunca podré beber nada con alcohol o fumar marihuana me siento como si fallara. Para mí es blanco o negro”, aclara. “Me di cuenta de que si no me permito un poco de margen de maniobra, voy a lo duro. Y esa será mi muerte”, considera.
En contraste con todos estos problemas de los que habla abiertamente, Lovato entiende que el diagnóstico de su trastorno bipolar es erróneo: “Resulta que tengo TDAH, pero no soy bipolar”.
Víctima de agresiones sexuales
No son las únicas confesiones delicadas que la joven hace en Bailando con el diablo. La cantante confiesa que sufrió dos agresiones sexuales, y que la primera de ellas derivó también en un problema de salud. Con apenas 15 años, su novio “la violó”. Ella todavía era virgen.
Le dejó claro que “no quería perder la virginidad todavía, pero no le importó, lo hizo de todas maneras”. Ella “lo interiorizó” y se culpó por ir con él a la habitación. Lovato no ha revelado la identidad del agresor, pero aclara que “nunca le echaron de la película en la que aparecía”. Después llegaron las autolesiones.
Esa primera agresión, de la que no pudo hablar por la presión de la fama y por no acabar con su imagen de chica Disney, desencadenó en un trastorno de bulimia. “Se volvió tan mala que empecé a vomitar sangre por primera vez”, cuenta en el documental.
La segunda agresión sexual, cuenta, la sufrió la noche en la que tuvo la sobredosis. Fue su camello, el que aquel día de 2018 le suministró la heroína, quien la agredió y luego la dejó abandonada al borde de la muerte.
Pese a tanta tragedia, ahora Demi Lovato busca el lado positivo, especialmente a sus problemas de visión. “Es interesante lo rápido que me adapté (...) No me permití darme tiempo para sentirme triste. Simplemente pensé: ’¿Cómo vamos a arreglarlo?”, reflexiona. “Cuando miro hacia atrás, en mi música veo que antes dudaba más en ser tan abierta como lo soy hoy, siento que en algunas de mis nuevas canciones me acabo de quitar la vulnerabilidad”, sentencia.