La tecnología podría acabar con uno de cada cinco empleos en España
Además, la tasa de jóvenes que no estudian ni trabajan (Nini) en España es del 19,9%, la tercera más alta de la OCDE.
España es uno de los países donde mayor porcentaje de empleos corre el riesgo de desaparecer como consecuencia de procesos de automatización, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que advierte de que el 21% de los puestos de trabajo registra un “alto riesgo de automatización”, mientras que un tercio adicional tiene una elevada probabilidad de sufrir cambios significativos.
De este modo, España se sitúa por encima de la media de los países de la OCDE, fijada en el 14%, y únicamente por detrás de Eslovaquia (33,6%), Eslovenia y Grecia.
Asimismo, la OCDE señala que otro 30,2% de los empleos en España tiene un elevado riesgo de reestructuración (entre el 50% y el 70%) como consecuencia de estos procesos de automatización, ligeramente por debajo de la media del 31,6% del conjunto del “club de países desarrollados”.
“La transición no será fácil”
A nivel general, la OCDE subraya que, a pesar de la ansiedad por la destrucción de empleos provocada por la globalización del cambio tecnológico, es improbable que se produzca una fuerte disminución del empleo, ya que la cantidad de puestos de trabajo va en alza en general y si bien algunos puestos de trabajo pueden desaparecer, otros surgirán. “Aun así, la transición no será fácil”, reconoce la institución, apuntando que ciertos grupos de trabajadores enfrentan mayores riesgos que otros.
“La educación (inicial) y el aprendizaje de adultos serán esenciales para asegurar una transición serena entre los trabajos que desaparecen y los que se crean”, apunta la institución internacional, advirtiendo de que los trabajadores poco cualificados y atípicos tienen menos oportunidades de acceder a una formación similar a la que reciben sus pares con trabajo estable y altamente cualificados.
En este sentido, la OCDE calcula que en España, en un año, sólo el 45% de los empleados temporales y el 32% de los trabajadores por cuenta propia participan en alguna formación, contra el 56% de los empleados con contrato indefinido y a tiempo completo.
De hecho, España registraba una de las mayores tasas de incidencia del trabajo temporal entre los países de la OCDE, con un 26,7% en 2017, frente a la media del 11,2% de la institución, mientras que el porcentaje de trabajadores a tiempo parcial que trabajan menos de 20 horas semanales se situaba en el 5,3%, por debajo de la media del 6,7% de la OCDE, y la tasa de autónomos dependientes era del 10,1%, frente al 15,9% de la organización, aunque esta se ha incrementado un 40% desde 2010.
Los que no tienen estudios superiores tienen más riesgo
Por otro lado, la OCDE señala que la experiencia laboral de muchos jóvenes y de los trabajadores adultos sin estudios superiores ha empeorado en la última década, apuntando que, si bien las mujeres siguen siendo el grupo con mayor riesgo de empleo precario, de bajos salarios y de desocupación; cada vez más jóvenes sin estudios superiores, y cada vez más hombres, también se están viendo afectados.
En este sentido, la institución estima que la tasa de jóvenes que no estudian ni trabajan (Nini) en España es del 19,9%, la tercera más alta de la OCDE y 4 puntos porcentuales por encima del dato en 2007.
Asimismo, la institución advierte de que los trabajadores jóvenes altamente cualificados enfrentan serias dificultades, incluyendo un creciente riesgo de recibir un salario bajo, que en 2016 era del 44%, 20 puntos porcentuales por encima del riesgo estimado en 2006.
Ampliar la protección de los trabajadores
Por otra parte, la OCDE destaca la importancia “crucial” del marco regulatorio en la protección de los trabajadores, aunque denuncia que muchos trabajadores atípicos están total o parcialmente fuera de él, por lo que reclama que se refuercen los derechos y la protección de éstos combatiendo el falso trabajo por cuenta propia y reequilibrando el poder de negociación, actualmente favorable a los empleadores.
En este sentido, la institución destaca que numerosos países, España incluida, han aumentado la capacidad de las inspecciones del trabajo para detectar incumplimientos a la regulación, han mejorado la preparación de los inspectores y han concentrado sus esfuerzos en sectores y regiones donde el falso trabajo por cuenta propia es frecuente.