La sesión del Congreso desde el sofá
Cada uno ha hecho su discurso atendiendo a su clientela de votantes y al negocio de cómo incrementarlos.
Dos ideas han sobrevolado un distópico Congreso de los Diputados desde hace una semana: 1. El desastre que ha sido la privatización de la sanidad pública en los últimos años y 2. Cómo coordinar las medidas para la salud de los ciudadanos y la ruina económica que ya está entrando en miles de hogares, un reto sin clara respuesta. Ninguno de los que han subido a la tribuna ha tenido una solución definida, por eso han apoyado -algunos con tibieza y a rastras- las medidas del Gobierno.
Y luego, cada uno ha hecho su discurso atendiendo a su clientela de votantes y al negocio de cómo incrementarlos. Sin duda, el más cruel e impresentable ha sido Iván Espinosa de los Monteros, el portavoz de Vox. Un discurso tramposo -una de cal y otra de arena, aquello de no seré yo quien les diga que lo hacen todo mal- utilizando la muerte de los ancianos en residencias, igual que en los tiempos más brutales de ETA la derecha instrumentalizaba los asesinatos de la banda terrorista contra el Gobierno de turno. Así, cada portavoz ha ido a lo suyo, aunque los votos van a cambiar mucho mientras llegamos al final de la pesadilla.
Como es lógico, ha sido el presidente Pedro Sánchez quien ha concentrado el protagonismo, con esa épica en la que se siente tan cómodo. El papel de Hércules enfrentándose a las 12 pruebas y superándolas ya lo practicó con éxito cuando en junio de 2008 sacó a Rajoy de Moncloa, tras ser encumbrado por la militancia como secretario general del PSOE en las primarias contra todo pronóstico.
Como en las citas ante la pantalla de los últimos días, en ruedas de prensa y en alocuciones a los ciudadanos, Sánchez está ojeroso, cansado y serio y mira con los párpados ligeramente entornados a cámara tratando de penetrar en los hogares para transmitir seguridad. Es el formato que mejor le va, porque la pantalla aísla su falta de empatía en el trato habitual, algo de lo que son conscientes su equipo en La Moncloa y el de antes.
Es cierto que el presidente se crece en la adversidad. Presume de ello y lo ha demostrado en el camino que le ha llevado hasta la presidencia del Gobierno, a pesar de que, como reconocen quienes más le tratan, tiene sangre de horchata. Para quienes le vemos estos días desde el encierro en nuestras casas, se da un aire de Tom Cruise en la saga de Misión Imposible -6 películas ya-, un héroe capaz de enfrentarse a todo él solito.
Pero también es el presidente de los preámbulos largos, que tarda en ir al meollo de la cuestión, a las medidas concretas que afectan a la ciudadanía dando vueltas y vueltas a la situación que los ciudadanos ya conocemos. Con un tono que se torna monótono al poco tiempo, porque no es sencillo mantener la atención cuando el encierro nos obliga a estar sobreinformados. La desconexión es un problema al que se tendrá que enfrentar en breve aunque por ahora, la decisión de apagar tele o radios, de clausurar por horas las redes, aún no se ha extendido lo suficiente. Son aún pocos días confinados.
Los rodeos en su discurso forman parte de las cuentas de sus estrategas de imagen, que más que centrarse en el título y los puntos de la noticia clave para la entradilla, se pierden en la épica de la situación. A veces parece un telepredicador y luego, consciente, remonta todo lo deprisa que puede. A Pedro Sánchez esa épica le sienta bien. Por ahora. La primera hora de esta mañana, en el discurso a la Cámara vacía -había 39 personas, más Valentina, la limpiadora con guantes y mascarilla que desinfectaba el atril y el micrófono- ha sido un resumen de los dos paquetes de medidas, sanitarias y económicas, del fin de semana pasado y de ayer. Era volver a lo mismo.
En cuanto a la comparecencia de los representantes de los partidos, les resulta imposible renunciar a ganar votos y aumentar su clientela, a todos. La línea entre alimentar a sus votantes y la crítica al Gobierno es muy difícil de mantener, y han dado una de cal y otra de arena. Espinosa de los Monteros, el más brutal. Un ‘patriota’ en toda regla de los que hacen negocio con la desgracia de los españoles mientras sacan pecho y se cuadran.
Sobre la diversidad de opiniones científicas, como dice Rufián, “todo el mundo tiene un cuñado médico que sabe qué hacer”. El portavoz de ERC ha puesto el acento en el derrumbe económico que se está produciendo: “Grabemos la base a fuego, la crisis sanitaria pasará, pero la crisis económica prevalecerá” y ha pedido echar el resto en el gasto social. En línea con el Plan Marshall que exige Iñigo Errejón.
Como suele pasar, Aitor Esteban del PNV, ha dado en el blanco señalando directamente a la banca que hubo que rescatar con el notable esfuerzo de todos los españoles en 2008 y cuyo coste neto sube cada año. “La banca tiene que demostrar que esta a la altura en las circunstancias en que estamos, para asegurar la liquidez, que es lo primordial para la crisis que deja el coronavirus”, y ha recalcado la capacidad nula del BCE para adelantarse y que Europa no ha estado a la altura esperada. Los bancos se tendrán que retratar a pesar de que nadie cree en los milagros.
Se hace muy raro para un periodista parlamentario seguir la sesión del Congreso desde el sofá en lugar de estar en la tribuna de prensa, observando esos gestos que no se ven en la tele o subiendo y bajando al pasillo para hablar directamente con los políticos. Es cierto que todavía nos queda el intercambio por Telegram o WhatsApp y hablar con teléfono, pero se echa de menos palpar el ambientillo en primera persona y captar la comunicación no verbal que tanta información aporta. Igual acabamos montando los corrillos típicos que se forman en el patio a través de Hangouts, Zoom o cualquiera de las aplicaciones que estos días echan humo.
Seguiremos informando.