La serie ‘The Affair’: orfebrería de amor, memoria y destino
Ascenso y caída de un matrimonio, un extenso canto a la dificultad de amar.
Por Lorenzo Javier Torres Hortelano. Profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Universidad Rey Juan Carlos
¿Han soñado con formar una familia feliz con un trabajo creativo que les permita tener varios hijos mientras pasan el verano en una casa de lujo al lado de la playa? ¿Y dejarse llevar por el deseo de una aventura con una bella camarera, de personalidad frágil y seductora?
En The Affair vivimos el ascenso y caída de un matrimonio a partir de esta situación. Pero no se trata de un juego perverso, como podría denotar el origen galo del título, sino de un extenso canto a la dificultad de amar, de relacionarse con los otros y de sobrevivir a la soledad y a la propia belleza y destrucción del mundo.
Para ello, los showrunners Sarah Treem y Hagai Levi proponen una especie de orfebrería de las emociones que han ido desarrollando en The Affair, la serie televisiva que ha finalizado de manera magistral este otoño de 2019 tras cinco temporadas y 53 episodios.
En este crisol se funden, literalmente, tres conflictos: el más cotidiano, de una infidelidad llena de pasión, y otros dos más dramáticos que corresponden a dos muertes accidentales.
El espectador tardará en saber cómo sucedieron realmente, por más devastadores que fuesen para los implicados, hasta tal punto que llegan a transformar sus vidas, incluso a nivel transgeneracional y genético. Este es uno de los temas dominantes en la última temporada: ¿pueden los traumas sufridos en una generación transmitirse de manera predestinada a la siguiente? Precisamente, el final de la serie vendrá a desmentir esta teoría.
Helen Solloway (Maura Tierney), perteneciente a una familia de la alta burguesía de Montauk (Long Island, NY), y madre de cuatro hijos, descubre que su marido, Noah Solloway (Dominic West), inicia un affair con Alison Lockhart (Ruth Wilson), una bella camarera de atrayente personalidad que, en el pasado, perdió a un hijo de corta edad por ahogamiento accidental en la playa.
La palabra affair, en inglés (y en su significado en español), proviene del francés affaire. En este idioma no denota ese carácter de aventura extramatrimonial que sí tienen liaison o aventure. Significa “asunto escandaloso de cualquier tipo”. Como, por ejemplo, el hecho de que Helen atropelle accidentalmente al cuñado de Alison, que marcará la peripecia policial de las primeras temporadas. Más tarde, Noah, que acompañaba a Helen aquella noche, se autoinculpa y es encarcelado, lo que le marca como héroe.
En inglés (y de ahí pasa al significado español) hay una segunda acepción de affair que sí se relaciona con una relación amorosa fuera del matrimonio. En este caso, hace referencia a la infidelidad del protagonista, que es el centro temático de las primeras temporadas.
Al final de la cuarta temporada, de manera muy arriesgada por parte de los showrunners, Alison muere asesinada, lo que podría haber supuesto lo que en inglés se denomina “jumping the shark”, es decir, ese momento delicado en el que una serie puede empezar a decaer por agotamiento, hasta que finaliza abruptamente o se cancela.
Sin embargo, en la quinta y última temporada The Affair retoma el vuelo uniendo a Helen y Noah, cerrando así el círculo que había empezado en la segunda temporada, cuando se divorciaron. En todo caso, la muerte de Alison es muy relevante, pues ésta había sido hasta este momento el motor que movilizaba el deseo no solo de Noah, sino de otros personajes de la serie.
Promo de la última temporada de The Affair.
Los puntos de vista
Pero quizá lo más interesante de la serie, lo que engancha inevitablemente al espectador, es la utilización de los puntos de vista narrativos. Si en un affaire suelen estar enfrentados –el de los que son engañados, el de los amantes, el de los hijos…–, la serie se toma esto muy en serio mostrando en cada capítulo dos perspectivas de la misma acción o de otras que discurren en paralelo, a menudo con evidentes contradicciones y ocupando cada una la mitad del capítulo.
Tomemos, por ejemplo, el inicio del penúltimo capítulo de la primera temporada, que se inicia con la perspectiva de Alison. Ésta viaja a Nueva York, dónde vive Noah y hace el amor con él en la cama de éste y Helen. Él quiere alquilar un estudio para ambos. Sin solución de continuidad, Alison encuentra en la cocina un test embarazo positivo que deduce que debe ser de Helen, lo que le causa desconfianza.
A mitad del capítulo se reinicia esta trama, pero desde la perspectiva de Noah, apareciendo sutiles diferencias que avivan la atención del espectador: en vez del ofrecimiento del estudio compartido, vemos a Noah ordenando el dormitorio conyugal como para borrar las huellas de la infidelidad y es él quien encuentra el test de embarazo. En su caso cree que es de Alison, pero ésta lo niega; así que deduce que debe ser de su hija mayor, Whitney (Julia Goldani Telles). Ésta lo confirma; pero al día siguiente tiene una cita en una clínica para abortar…
Estas contradicciones nos hablan de la fragilidad de la memoria, que difícilmente se construye alejada de las íntimas emociones y expectativas de cada cual y son, por lo tanto, irreconciliables y únicas.
Solo hay una excepción importante a esta regla: en la última temporada aparecen más puntos de vista y las duraciones son acentuadamente variables. Esto tiene todo su sentido en la desaparición de unos de los referentes principales de la serie: Alison.
En la quinta y última temporada se introduce de forma decisiva el tema del #MeToo a través de una entrevista a Noah, ya escritor famoso, para Vanity Fair. La entrevistadora descubre acusaciones de acoso contra éste. Noah intenta ser honesto, pero el complejo mundo de las relaciones públicas le supera.
En el clímax del desastre, Whitney –la gran revelación de la temporada final, la cual se cierra con su boda– se encuentra por casualidad en un vuelo con una de las mujeres supuestamente acosadas, una ex-alumna de Noah a la que intenta convencer de que está equivocada y de que, quizá, está aprovechando la publicidad de este otro affaire para convertirse a toda costa en una escritora famosa.
La discusión acabará en tablas, pues ambas utilizan las ideas preconcebidas habituales, hasta el punto de que Whitney empieza a dudar de su padre, marcando un punto de no retorno en sus relaciones con éste, hasta el punto de prohibirle acudir a su boda.
La serie acaba en un tiempo futuro, con un Noah anciano que llega a conocer y animar vitalmente a la hija de Alison que parece haber heredado los problemas de ésta. Noah halla finalmente la paz en Montauk, tan solo acompañado por los recuerdos de Helen, Alison y la música que no pudo bailar en la boda de Whitney.