La pregunta que conduce a la muerte o a la salvación
¿Qué única pregunta debería formular el prisionero para escapar con vida de la habitación?
En cierta ocasión Albert Einstein afirmó que la imaginación es más importante que el conocimiento, porque la imaginación es infinita pero el conocimiento no. Precisamente imaginación es lo que se necesita para resolver este acertijo.
El planteamiento es muy sencillo. La vida de cierto preso depende de su ingenio ya que se encuentra encerrado en una habitación que tiene dos puertas, una conduce a la libertad y otra a la muerte.
Cada una de las puertas está custodiada, a su vez, por un guardián, uno siempre dice la verdad y el otro siempre miente. El prisionero desconoce qué guardián es el que miente y cuál es el que dice la verdad. Además, tampoco sabe cuál es la puerta que vigila cada uno de ellos. Sin embargo, los dos guardianes, en su condición de hermanos, sí lo saben.
El problema es el siguiente, ¿qué única pregunta debería formular el prisionero para escapar con vida de la habitación?
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La clave de este problema es preguntar a un guardián lo que me respondería su hermano si le pregunto qué puerta es la que custodia.
Supongamos que le pregunto al que siempre miente. En este caso el otro guardián contestaría la verdad sobre su puerta, pero al que yo pregunto, en su condición de mentiroso, me dirá lo contrario.
Por este motivo, si el guardián al que pregunto me dice: “mi hermano te diría que guarda la puerta que conduce a la vida”, realmente su hermano está custodiando la puerta de la muerte. Por lo tanto, la verdad es la inversa a su respuesta.
En el caso que la respuesta sea: “mi hermano te dirá que guarda la puerta que conduce a la muerte”, como su hermano es el que dice la verdad, lo que realmente me diría es que su puerta conduce a la salvación. Nuevamente la verdad es la inversa a la respuesta.
Ahora supongamos que le pregunto al que siempre dice la verdad. En ese caso el otro –su hermano- siempre mentirá. Si el guardián de la otra puerta custodia la puerta de la vida me tendría que responder: “mi hermano te dirá que vigila la puerta de la muerte”. La respuesta vuelve a ser la inversa.
Por último, si el otro custodia la puerta que conduce a la muerte, mi interlocutor me dirá: “mi hermano te dirá que protege la puerta de la vida”. La respuesta curiosamente sigue siendo la inversa a lo que me dice.
En definitiva, la solución correcta es lo contrario de lo que me dirá en relación con la respuesta que daría su hermano. Como diría Einstein, tan sólo se necesitaba un poco de imaginación.