La policía que combatió (y venció) al machismo de sus compañeros
Sonia Vivas es una agente de Policía que sufrió en sus propias carnes el acoso machista y homófobo de sus compañeros del cuerpo.
Sonia Vivas siempre será policía, aunque vaya a dejar de ejercer como policía. En junio, sentó a tres compañeros en el banquillo y dos de ellos están en prisión por acoso homófobo y por haber interpuesto una denuncia falsa para intentar "taparle la boca". Les han caído seis años de cárcel, "resultado de muchos años de acoso y derribo" hacia la única mujer que estaba en esa unidad del cuerpo.
Educadora, activista, lesbiana, feminista, policía y experta en ciencias forenses y delitos de odio. Así es como se define Vivas en su perfil de Twitter. Pero a día de hoy, ha decidido abandonar su trabajo. "Me marcho. Pero no porque me hayan insultado durante años o porque me hayan interpuesto una denuncia falsa", cuenta, "me voy porque considero que la idea de Policía que está en mi cabeza y en mi corazón, no se corresponde con lo que he visto o vivido. Se me ha roto un amor", asegura.
Vivas fue la única mujer de la promoción de los 90 policías que entraron en el cuerpo en Palma en 2004. Supo desde muy pequeña que quería ser agente: "Para mí, un policía era la imagen del superhéroe que llega en el momento en que la gente lo necesita". Su imagen idealizada de la policía se quedó en eso. Ahora trata de ayudar a otros compañeros en su situación contando la corrupción e injusticias que hay dentro del cuerpo.
Una mujer en la unidad motorizada pesada de la Policía local
Cuando consiguió entrar en el cuerpo, Vivas se topó con el primer obstáculo: su jefe quería mandarle a una oficina de denuncias. Tras insistir, Vivas accedió a la unidad de reacción nocturna: "Es una buena escuela para la resolución de conflictos. La noche es otro mundo para los policías locales, ocurren las violencias de género, las peleas, accidentes graves...". Tras quince años allí, pasó a la unidad motorizada pesada, con la "mala suerte" de que "una serie de compañeros no vieron con buenos ojos que una mujer entrase ahí".
Vivas opina que el rechazo de los agentes no sólo fue por ser mujer: "Fue también por ser lesbiana y por el hecho de no tener la conducta de género que ellos consideran apropiada para que su ego pudiera superarlo". "Si mi actitud hubiese sido la de pedirles que me moviesen la moto porque pesaba 300 kg o la de reírme de sus constantes bromas machistas o la de una mujer que es accesible sexualmente, probablemente no habría habido el mismo rechazo", lamenta. Pero ni les pidió que le moviesen la moto, ni le hacían gracia los chistes machistas ni le gustan los hombres.
Esto generó un "conflicto interior" a sus compañeros. A pesar de que ella, al principio, pensó que el problema era suyo e intentó acercarse, no tardó en darse cuenta de que el problema "lo tienen ellos dentro". "Comenzaron con las bromas homófobas. Me apodaron 'la tijeritas', hacían bromas cuando pasaba o jugaban a piedra, papel o tijera y siempre salía tijera. La manera de relacionarnos se convirtió en un hostigamiento constante por mi condición sexual", cuenta. Un día se encontró la moto llena de huevo seco que me habían tirado y un compañero le preguntó si le había gustado la tortilla.
"Después de una lucha de años para entrar a la policía, de que te configuras una vida para organizar tu futuro, estudias, tienes méritos, accedes... Tienes que aguantar diariamente que estos señores te llamen lesbiana de manera despectiva delante de todo el mundo, que por cierto, les reían las gracias", reflexiona.
Una banda criminal dentro de la policía
La situación para denunciar este tipo de cosas en la policía "no era muy halagüeña". Por eso Vivas no pudo contarlo hasta que se investigó un caso de corrupción en el cuerpo en el que se imputó a cien policías y cuarenta de ellos fueron mandados a prisión provisional. Entonces vio el momento idóneo para contar lo que había estado viviendo.
La denuncia falsa
"Cuando ellos ven que yo declaro y me pongo a disposición de la Fiscalía, se empieza a articular un mecanismo que intenta que yo me calle", recuerda. Fue entonces cuando la denunciaron contando en un juzgado que había pegado a un hombre en calabozo. Gracias a unas licencias médicas, Vivas pudo demostrar que era inocente. Vivió en primera persona lo que es estar en el lado criminal: "Me llegaron a pedir 4 años de cárcel y entendí que hay gente inocente en prisión. Y que eso sucede. Y entendí que hay policías que utilizan la presunción de veracidad para hacer daño a los que consideran contrincantes".
"Esto quiere decir que hay policías que utilizan el sistema que conocen para tapar la boca a alguien que está sacando a la luz corruptelas que no les son beneficiosas", asevera Vivas. "Es una realidad avalada por tres jueces de la Audiencia Provincial de Palma, que también dicen que yo he sido perseguida por mi condición sexual. Aunque sólo dos de ellos han ido a prisión, ya que no se ha podido demostrar "un trato degradante continuado en el tiempo" por parte del tercer acusado."Si me han hecho esto en una situación de iguales privilegios, ¿habrá casos en los que se produzcan abusos a la comunidad LGTB por parte de la policía y no salgan a la luz?", reflexiona.
Antes de que los acosadores entrasen en la cárcel, Vivas fue víctima de amenazas: "Me rompieron el coche, me pincharon las ruedas, me marcaron la casa con spray, me robaron la moto, me amenazaron de muerte...". Señala que, "curiosamente", cuando entraron en prisión acabaron esos actos. "Temí por mi vida, te asaltan las dudas, te genera inseguridad..."
A Sonia Vivas le ha decepcionado la Policía. "Estamos para decir la verdad, resolver conflictos y articular un mecanismo que hace que el sistema judicial también se mueva. La presunción de veracidad no le cae a la policía por gracia divina, sino que es una enorme responsabilidad. No es un privilegio. Y eso, muchos policías, no lo tienen bien integrado", asegura.
Tiene decidido que no quiere formar parte de esto:"Me tengo que cuidar y que querer y creo que puedo ayudar desde otra óptica, crear un movimiento para poner sobre la mesa lo que pasa", dice. "Es bueno hacer autocrítica. La policía es una institución más y, entiendo, que si hay transparencia en todos los órganos de la administración, en la policía también debería haber. Pero tiene un muro enorme y es el único organismo de nuestro sistema democrático al que los ciudadanos no tenemos acceso".
Vivas no parece tener mucha esperanza en que la situación mejore. Cuenta que una vez quiso dar un curso sobre el papel de la mujer dentro de las Fuerzas Armadas e intentaron vetarlo y denunciarlo sus compañeros con recogidas de firmas. "En la Policía no hay igualdad. Es un colectivo endogámico, con cultura machista", asegura. "Por supuesto, no todos. Pero hay que poner el foco en los malos y que no se escondan tras los buenos. Si un profesor hace un comentario machista a una profesora, la gente se irrita y piensa que cómo va a enseñar a los niños. Pero si es un policía se ve más normal. Hay un ideario colectivo en el que la gente tiene asumido que la Policía tiene una cultura en la que cabe ser machista, homófobo o racista", asegura.
La corrupción no es sólo una sentencia
A todo esto, añade el problema de la corrupción, que "no sólo viene avalada con sentencias judiciales": "Corrupción es tomarse el café y el bocata en un sitio donde no te cobran por llevar uniforme o trabajar por la noche en la puerta de los puticlubs en tus noches libres".
"Ser policía no es un oficio más. Es una situación política en el mundo. Cuando hay una situación mala, la gente quiere ahí a su superhéroe. Luego está cuando nos utilizan políticamente para solucionar en la calle lo que no quieren solucionar en los despachos, pero eso es para otra entrevista", bromea.
Durante los últimos meses, la agente ha recibido el apoyo de la gente de Palma, así como de diferentes compañeros que han vivido situaciones parecidas en otras partes de España. "Tengo que hablar por ellos, que no han tenido la suerte de demostrar una denuncia falsa". Ella lo tiene claro: "Yo no quiero una Policía así. Quiero una que trabaje por todas las minorías, porque todas las minorías juntas son una mayoría social. Quiero una Policía cuya bandera sean los derechos humanos".