La polémica portada de Isabel Díaz Ayuso: ¿valentía o vanidad?
No es la prímera política cuestionada por aparecer en una revista de moda.
Desde que asumió el cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha sido portada de numerosos medios de comunicación, queriendo o sin querer. Que este mes de febrero haya decidido asomarse a los quioscos desde la portada de la revista Vanity Fair, maquillada y vestida para la ocasión, y mirando a la cámara con gesto altanero y una media sonrisa, sí ha sido decisión suya —y de su jefe de prensa y de su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez—.
Esta publicación fue precisamente la que en el mes de mayo destapó su confinamiento en un apartahotel de Kike Sarasola, una de las polémicas que han salpicado a la presidenta en estos últimos meses. “Ella es muy mediática”, explica Alberto Moreno, director de Vanity Fair. “Pero después de sacar lo del apartamento, yo pensaba que no se iba a atrever. Reconozco que demostró valentía”.
Explica Moreno que la presidenta dedicó unas cuatro horas a la producción. “La entrevista duró una hora y cuarto, y las fotos más de dos. Hicimos la producción que hacemos con cualquier personaje”. Reconoce además que todo el proceso se desarrolló en un ambiente tranquilo.
“Nosotros le propusimos una serie de prendas, ropa de diseñadores. Ella rechazó lo que no le convencía, apartó prendas con aires más festivos y llegamos fácilmente a un acuerdo”, explica. En ningún momento ni Miguel Ángel Rodríguez ni el jefe de prensa pusieron un pero: “Les pasamos las fotos seleccionadas y dieron el ok sin problema”.
¿Es un acto frívolo y vanidoso?
La entrevista fue publicada en la web el jueves —la revista llegó a los quioscos el viernes— y los comentarios y reacciones no se hicieron esperar. El equipo de la presidenta sabía lo que hacía y las consecuencias que esto acarrearía porque en este país, cada posado de un político o un dirigente, sea del color que sea, es escrutado y criticado como acto frívolo y vanidoso.
“Percibo una polarización en las redes sociales, la reacción negativa de los de signo contrario. Yo soy observador de lo que pasa el día después y de las reacciones, y somos conscientes de que la respuesta ante el protagonismo de un político en nuestra publicación es mayor que la de cualquier otro personaje”, cuenta el director de Vanity Fair. “Hace unos meses, la entrevista de Irene Montero levantó polvareda porque chocaba que ella apareciese en esta revista, catalogada como de estilo de vida, dirigida a un lector con poder adquisitivo, interesado en la moda... Creíamos que probablemente Isabel Díaz Ayuso sería menos chocante, aunque para la publicación el interés periodístico es exactamente el mismo”, confiesa.
Las ministras de Zapatero en Vogue
No fueron portada de la revista, pero el sorprendente reportaje que publicó Vogue en 2004 con las ministras que formaban parte del Gobierno de Zapatero fue el primer episodio que puso de relieve este “rechazo” a ver a dirigentes políticos en las páginas de las revistas de moda y estilo de vida, posando como modelos y desvelando aspectos de su vida privada.
Las fotos de las ocho mujeres, fotografiadas con estilismos firmados por diseñadores españoles a las puertas de La Moncloa hicieron correr ríos de tinta. El objetivo de la publicación era claro: “Mostrar un Gobierno moderno, contemporáneo, el primero con igual número de mujeres y hombres”. El PP lo interpretó como un acto frívolo y se planteó pedir la comparecencia de las ministras por haber posado “con diseños inalcanzables para la mayoría de las personas”.
Luego llegaría el debate por la entrevista y el posado sugerente de Soraya Sáenz de Santamaría en el Magazine de El Mundo. La por aquel entonces portavoz del PP en el Congreso justificó este reportaje señalando que era una “entrevista personal y yo he trasladado aspectos más desconocidos”.
Una foto también le trajo “de cabeza” a Pedro Sánchez en 2015. El líder del PSOE y candidato a la presidencia posó para la revista Harper’s Bazaar como un modelo, rememorando una sexy portada protagonizada por el actor Steve McQueen, cuando era uno de los hombres más atractivos de la época.
Hace cuatro años, el objetivo de las críticas fue Íñigo Errejón. Sus fotos para la revista Esquired fueron origen de cientos de memes en Twitter.
Coqueta May
“Son otro tipo de entrevistas a las que estamos acostumbrados”, advertía Soraya Sáenz de Santamaría cuando se vio envuelta en el incendio por su controvertida aparición en el diario El Mundo.
Tampoco están “acostumbrados” fuera de nuestras fronteras. Que se lo digan a Theresa May que tuvo que enfrentarse a duras críticas del Partido Conservador cuando en 2017 protagonizó una extensa entrevista para la edición americana del mes de abril de la revista Vogue. En ese reportaje titulado Coqueta May, la primera ministra de Reino Unido lucía estilismos de grandes diseñadores y las fotos fueron realizadas por Annie Leiebovitz, una de las reputadas retratistas del mundo de la moda.
Leibovitz también firma las fotos de la tercera portada que Michelle Obama hizo para la misma publicación, unos meses antes que la de May. La exprimera dama ha protagonizado la primera página de esta revista de moda hasta en tres ocasiones y ninguna se ha visto envuelta en agrias polémicas.
No le ocurrió lo mismo a Alexandria Ocasio-Cortez. La congresista de Nueva York tuvo que salir a dar explicaciones después de que se lanzaran duras acusaciones sobre ella por lucir costosos estilismos en las fotos que hizo para la portada de Vanity Fair del pasado noviembre.
Ocasio tuvo que puntualizar que esas prendas no eran suyas, que los looks forman parte de las producción de este tipo de revistas y que luego no se las llevó a casa. Esas fotografías son el ADN de las publicaciones de moda, que se deben a un lector y que tienen que cumplir con sus criterios estéticos, sea el personaje que sea.