La ola feminista desborda las calles de Barcelona
200.000 personas abarrotan el centro de la ciudad en una jornada reivindicativa por la igualdad real.
BARCELONA.- Festiva e ilusionante, pero también indignada e impaciente. La ola feminista apela a toda la sociedad y arrolla incluso a los que hasta hace poco eran más escépticos. La manifestación violeta ha vuelto a desbordar las calles de Barcelona en el Día de la Mujer y, por segundo año consecutivo, ha reunido a 200.000 personas en el centro de la ciudad según la Guardia Urbana.
Mujeres y hombres de todas las edades, clases sociales y tribus urbanas se han reunido esta tarde para ofrecer imágenes que cada vez nos extrañan menos. Niños pequeños de la mano de sus hermanas gritando que el futuro es feminista. Grupos de adolescentes cuyo plan un viernes por la tarde es ir a una manifestación por la igualdad. Jubilados que no quieren que sus nietos crezcan en una sociedad como la suya.
La sensación de cambio histórico sobrevolaba la concentración, abarrotada desde minutos antes de que empezara. Los vagones de metro incluso han dejado de parar en plaza España ante el gentío que se congregaba en el punto de inicio de la manifestación. "Paramos para cambiarlo todo. Ni un paso atrás", era el lema de la pancarta que encabezaba la protesta.
Por la mañana, 13.000 estudiantes también se han manifestado por las calles de la ciudad. A primera hora ha habido algunos cortes de tráfico y en el metro, donde ha secundado la huelga un 18,5% de los trabajadores, ha bajado notablemente la frecuencia de los trenes. La huelga no ha paralizado la economía pero ha tenido un seguimiento masivo entre los universitarios, sector en el que ha parado el 72,44 %. Según el departamento de Trabajo de la Generalitat, ha secundado el paro un 8,29% de los trabajadores públicos catalanes.
Aparte de la manifestación en la capital catalana, ha habido concentraciones de miles de personas en otras ciudades del territorio como Lleida, Tarragona, Girona, Manresa, Sabadell y Terrassa, entre otras.
La cabecera de la manifestación de la tarde en Barcelona estaba presidida por un bloque en el que había sólo mujeres lesbianas y transexuales, seguida de otra cabecera mixta que iba por detrás en la que se han podido ver autoridades como la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, o la ministra de Territorio, Meritxell Batet.
"Nunca me pensé que sería posible ver una cosa así", señalaba Montserrat Gonzàlez, una septuagenaria que había venido a la manifestación junto a su marido, Pere, y una pancarta con la palabra Llibertat [Libertad] escrita en letras lilas. "Lo más emocionante es ver a tanta gente joven implicada", remachaba.
"Os han engañado, la virgen ha follado", se escuchaba gritar a las congregadas, en unas proclamas en las que imperaba un tono más agudo que en otras manifestaciones. "No soy Siri, búscate la vida", gritaban otras. En muchos momentos, el colapso era tal que la manifestación no podía avanzar por la Gran Vía de Barcelona.
Muchos hombres también han secundado la manifestación a pesar de que el protagonismo lo han tenido las mujeres. Era el caso de Pau Cotet, un estudiante de 24 años, que acudía por primera vez a la manifestación del 8-M junto a compañeros de su facultad. "El año pasado me arrepentí de no venir", explicaba cerca de plaza Universitat, "cada vez nos damos más cuenta de que las cosas deben cambiar".
Sobre las 20.30 horas se ha leído un manifiesto por parte de activistas y actrices catalanas en plaza Cataluña, lugar al que no se podía ni acceder ante la cantidad de gente reunida. El texto, que empezaba con un "juntas somos fuertes, ni un paso atrás", llamaba a continuar la lucha más allá del 8 de marzo "hasta conseguir el mundo que queramos" y abogaba por el acogimiento de refugiados –"la lucha feminista será antiracista o no será".
La reivindicación feminista se ha consolidado ya como algo irrefrenable, exponencial y todo parece indicar que cada 8 de marzo, hasta que las cosas no cambien, se va a convertir en un clamor por la igualdad real. Cada vez más gente es consciente de las diferencias que siguen existiendo entre géneros y la ola se hace cada vez más grande. Como rezaba una de las pancartas en Barcelona: "Nos quitaron tanto que al final nos quitaron el miedo".