La LIBOR y el mundo que viene
Esta tasa solía ser conocida, algo hiperbólicamente, como “el número más importante del mundo”.
La tasa LIBOR solía ser conocida, algo hiperbólicamente, como “el número más importante del mundo”. De hecho, se considera que el indicador todavía determina el interés al que se calcula el rendimiento de más de 360 billones (millones de millones) de dólares en operaciones financieras de distinto tipo a escala global.
La London Interbank Offered Rate es, como su nombre lo indica, la tasa a la que los bancos con sede en Londres se prestan dinero entre sí en cinco divisas diferentes a plazos de un día, una semana, un mes, dos meses, tres meses, seis meses y doce meses.
Pero su importancia radica en que es, de hecho, el indicador de referencia de los préstamos a corto plazo en todo el mundo. Por lo tanto, la LIBOR no era el número más importante del mundo, pero sí uno de los principales. Al menos para quienes trabajamos en el mundo financiero.
Sin embargo, la manipulación del indicador por parte de instituciones y altos ejecutivos -sobre todo a raíz de la crisis de 2007/2008- resultó en una serie de escándalos en los que se vieron involucrados varios de los principales bancos del Reino Unido y derivó en penas de cárcel, además de cuantiosas multas.
Esto motivó que reguladores e instituciones financieras del mundo se pusieran a trabajar en la definición de mecanismos más transparentes y fiables para determinar las tasas de referencia. Este esfuerzo significa, de hecho, si no la muerte, sí el final de la relevancia de la LIBOR como tasa de referencia mundial.
La fecha clave para que estos nuevos mecanismos entren en vigencia a finales de 2021, fecha a partir de la cual también se dejará de solicitar información a los bancos que participan en el cálculo de la LIBOR y, en consecuencia, también cesará su publicación.
Esto exige de los operadores financieros y entes reguladores dos cosas. La primera es el diseño transparente de nuevos instrumentos para el cálculo de las tasas. La segunda es la preparación ante estos cambios, especialmente en lo que concierne a préstamos negociados antes de los cambios pero cuya maduración será posterior a 2021.
En cuanto a lo primero, ya existen diversos mecanismos que se han puesto en práctica y se están publicando desde hace al menos dos años en paralelo con la LIBOR. En Estados Unidos, por ejemplo, crearon la SOFR (Secured Overnight Financing Rate), un tasa garantizada con base en transacciones reales de financieras, administradoras de activos y fondos de pensiones entre otras.
El Banco Central Europeo está tomando medidas para adoptar la €STR (Euro Short Term Rate) a partir de octubre de este año, mientras en Japón se implementará la TONA (Tokio Overnight Average). En Gran Bretaña, cuna de la LIBOR, seleccionaron la SONIA (Sterling Overnight Index Average) para reemplazarla.
Aunque requirieron mucha preparación, consultas con expertos y complejas estimaciones, el diseño de estos instrumentos fue, por así decirlo, la parte fácil de todo este proceso. El segundo desafío que enfrentamos en el mundo financiero es prepararnos para un mundo post-LIBOR.
Desde las voces agoreras que comparan el ambiente en el mundo de las finanzas con la expectación que generó el Y2K (el temor de un colapso mundial de las computadoras con la llegada del año 2000), hasta quienes prevén una cadena interminable de litigios por el cálculo de las nuevas tasas, hay un ambiente de preocupación y expectativa entre instituciones, reguladores y gobiernos.
Lo concreto es que la transición viene, y que hacerle frente requerirá de todos los actores flexibilidad, paciencia, creatividad y sobre todo lo voluntad de tener un sistema financiero más transparente y menos vulnerable a las manipulaciones del pasado.
De parte de instituciones como FONPLATA, lo fundamental es que comencemos esta conversación con nuestros países miembros, sus gobiernos, sus entes reguladores y bancos centrales y con las grandes instituciones financieras que respaldan nuestro trabajo.
Requiere, además, la adaptación de nuestros sistemas, la revisión exhaustiva de algunos de nuestros contratos de préstamo, pero, sobre todo, la preparación del equipo profesional y técnico para hacerle frente a los desafíos que este cambio plantea.
Mi mensaje para todos ellos es que ya estamos trabajando en esa dirección, que estamos coordinando y evaluando la transición con otros bancos multilaterales, que contamos con el talento humano, la flexibilidad y la capacidad técnica para hacer frente a este cambio y que, por encima de todo, nuestros países miembros, así como los beneficiarios de nuestros proyectos, seguirán teniendo en FONPLATA un socio sólido y confiable.