'La isla de las tentaciones', el 'reality' que tienta a la audiencia más joven
El nuevo programa de parejas que se enfrentan a la infidelidad arrasa en Telecinco y Cuatro, especialmente entre los espectadores de 13 años a 24.
No hay duda, Telecinco, cuando apunta, encesta. Por eso nadie cuestionaba que La isla de las tentaciones pudiera funcionar al nivel de GH VIP o Supervivientes.
La cadena, que ha tenido que renunciar de momento a Gran Hermano por el boicot de anunciantes (aunque lo ha reconvertido en El tiempo del descuento), ha apostado por un nuevo reality, que llevaba más de seis meses en el cajón, con una presentadora también (casi) recién estrenada, Mónica Naranjo, y otra repescada, Sandra Barneda. La isla de las tentaciones no sólo lidera su franja en Telecinco y Cuatro, sino que arrasa entre los jóvenes y supera entre ellos el 40% de cuota de pantalla.
La premisa del programa, que se grabó antes del verano, es completamente nueva en el canal: cinco parejas atraviesan un momento crítico en su relación y —para superarlo, se supone— se van cada uno a un destino distinto. Separados pero revueltos con solteros que quieren dejar de serlo. Conviven con ellos en dos villas de lujo situadas en una isla de República Dominicana, y no saben cómo volverán a casa, si separados y solos, con nueva pareja o exactamente como llegaron. Es una ‘prueba de fidelidad’.
Si hay un paso fundamental para que un reality pise fuerte, ese es el casting. Cuarzo TV ha buscado “parejas reales que se entregaran a vivir una experiencia sin precedentes, que se encontraran en el punto en el que necesitasen reafirmar su relación y accediesen a someterse a esta prueba de confianza”, indica a El HuffPost el director general de la productora, Juan Ramón Gonzalo: “Creo que se ha conseguido”.
Desde su arranque, muchos espectadores han puesto en duda en las redes la credibilidad de las tramas. Juan Ramón Gonzalo lo aclara: “Todas las reacciones y todas las vivencias de las cinco parejas son auténticas y cualquiera podría ponerse en su piel”.
¿Cómo va a entrar alguien en un programa, sabiendo que le pueden poner los cuernos, que lo van a tener que ver en vídeo —con toda España— y, encima, hacerse el sorprendido? El juego, la intensidad y la exageración asombra precisamente por ser tan evidente.
La isla de las tentaciones tiene mucho en común con el dating show Mujeres y Hombres y Viceversa, pero el director general de Cuarzo niega que sea el nuevo Gandía Shore. “Sólo coinciden en que están protagonizados por jóvenes y se desarrollan en un ambiente distendido”, asegura.
Y, pese a ello, es un reality con espectadores (muchos espectadores) de 13 años. Prácticamente desde 2008, con el arranque de MYHYV, gran parte de los jóvenes que aparecen en televisión lo hacen con la aspiración de hacer bolos y de convertirse en un personaje como Kiko Hernández, es decir, un concursante de un reality que se ha afianzado como un imprescindible en los programas.
El espacio roza la media de 3 millones de espectadores —el minuto de oro del martes 21 de enero superó los 3,2 millones en Cuatro y fue lo más visto del día— y ha anotado resultados de récord entre los más jóvenes: el 46,5% de share entre los de 13 y 24 años y el 43,7% entre los de 25 a 34 años. Es también el producto con mayor consumo audiovisual de las webs de Mediaset y uno de los más comentados en redes.
Mediaset compró a principios de 2019 el mismo formato que ya se adaptó en Antena 3 como Confianza ciega (2002), y que se ha adaptado además en otros 20 países de Europa, América y Oceanía.
Como siempre, Telecinco, que retroalimenta todos sus programas con sus propios contenidos y personajes, lo ha hecho suyo. Desde los concursantes —entre los que hay participantes de First Dates, exgrandes hermanos y exmujeres y hombres y viceversos— hasta los colaboradores de los debates, en los que se ha estrenado Alejandra Rubio, hija de Terelu Campos. Ya forma parte del imaginario de Mediaset.
“Los realities mantienen cuotas muy elevadas en el público millennial. Se sienten atraídos por este género porque crea todo un fenómeno social en torno a sus contenidos”, explica Javier López Cuenllas, director de marketing de Mediaset España. Son precisamente ellos los que más comentan en redes sobre el programa. En este, en concreto, “también se ha registrado un amplio seguimiento del público de entre 25 y 54 años, mientras que otros realities generan un consumo más polarizado entre públicos de unas edades y de otras”, asegura.
El programa hace reír a la gente desde el mismo momento en el que Susana Molina y Gonzalo Montoya dicen en la promoción “nos conocimos en un programa de televisión (GH 14) y sería muy gracioso que lo dejásemos en un programa de televisión”. Principalmente, porque parece que al destino también le parecía gracioso y, después de seis años juntos, la pareja rompió al salir de la isla, aunque siguen teniendo negocios en común, según Lecturas.
El resto de personajes no se queda atrás. Después de Mónica y el sexo, Mónica Naranjo le ha cogido el gustillo y no se desliga de la materia. La presentadora se encarga de mostrar vídeos casi humillantes a los concursantes. Concursantes que, por cierto, normalizan los celos entre las parejas: “Yo me considero una mujer hipercelosa, porque lo que es mío es mío”. Fani, que demostró tener un sentido de la propiedad muy desarrollado, ha sido la protagonista del primer desliz con otro chico.
“Es un programa básicamente de sentimientos. Hay risas y diversión, pero también amor, pasión, dudas y momentos de dificultad y sentimientos encontrados para sus protagonistas. Los participantes han forjado relaciones de gran complicidad. Se han apoyado mutuamente en los momentos duros y también se han divertido juntos”, explica Juan Ramón Gonzalo.
El amor es irracional, pero La isla de las tentaciones es disparatada. Y si hay gente que no lo entiende, quizás es porque “es mayor que los protagonistas y los juzgan con el contexto de su edad”, como decía la pasada semana Jorge Javier Vázquez en Sálvame.
La isla de las tentaciones tiene muchos ases para ganar en audiencia: entre los espectadores puede funcionar como una telenovela, como una pieza de humor absurdo o como un programa del corazón que desata el fenómeno del ‘patio de vecinos’. Cuando se ve, hay que comentarlo, y el boca a boca está hecho.