La ilusión... de vivir la ilusión de los demás
La guía, hora a hora, para que este 24 de diciembre sea EL DÍA.
Es Navidad. La época de los reencuentros, de las reuniones, de las cenas, de los aperitivos... Y de salir a la calle y hacer las cosas que nunca hacemos, como ponerte un gorro de fieltro, soplar un matasuegras o lanzar serpentinas como si no hubiese un mañana (y una dignidad que mantener). Todo está permitido y no existe la vergüenza.
Cada día es una fiesta y todo empieza hoy. Es Nochebuena, el pistoletazo de salida a la última semana del año.
10 horas
Compruebas tu agenda y recuerdas que has quedado para comer con tus padres. La cena será en su casa y quedaste en ir pronto para echar una mano con los preparativos y las compras de última hora. Hay que comprobar si todos han conseguido lo que dijeron que iban a traer o hay que preparar rápido un plan b. Te arreglas y acudes a la cita.
11.30 horas
Cuando llegas a casa ves que tu madre tiene una luz especial. Ha ido a la peluquería, y de vuelta a casa, los vecinos con los que se ha encontrado se han dado cuenta y le han dicho lo guapa que está. Verás esta noche cuando estrene el jersey que se ha comprado para la cena.
Tu padre también está contento, preparando la mesa grande, asegurándose de que hay sillas para todos y sacando la vajilla de las grandes ocasiones.
Decides llamar por teléfono para recordar a todo el mundo la hora a la que deben estar en casa de tus padres y te das cuenta de que todos han hecho sus planes para una noche que es tan especial.
Incluso la mayor de tus tías, la que ha pasado la última temporada un poco pachuchilla y decaída, tiene pensada la ropa que se va a poner. Está valorando estrenar la bufanda que se compró hace un tiempo porque se encaprichó de ella pero no encuentra nunca el momento oportuno para ponérsela. "¡Puede que haya llegado el momento de sacarla del armario!", te dice con mucha emoción.
Hablas con tus hermanos y te dicen que los niños están un poco más alterados de lo normal. ¡Lógico! Están seguros de que se han portado bien —o de que al menos se les perdonarán las pequeñas travesuras que no pueden evitar— y de que Papa Noel les recompensará trayéndoles lo que con tanta ilusión han pedido en sus cartas.
Pero la duda les hace estar un poco nerviosos. ¿Las habrá recibido? ¿Habrá entendido bien lo que quiero? ¿Y si no eché la carta en el buzón correcto? ¡Qué sinvivir! Desean que llegue ya el esperado momento y encontrarse sus paquetes junto al árbol de Navidad. Solo quedan unas pocas horas para salir de dudas, pero a ellos le están pareciendo días, meses, incluso años.
12.30 horas
Como ya tienes la lista de lo que falta, sales a la calle resuelto a comprarlo todo. Te das cuenta de la cantidad de ruido que hay por todas partes. Ves tu barrio con una alegría inusual. Enseguida comprendes: la gente ha salido de sus casas y están todos celebrando la Navidad. Nadie tiene la cara triste o al menos no lo parece. Unos ríen, otros cantan y aquellos brindan por la felicidad de ese momento.
Los niños corren por la calle haciendo cosas, que no hace tanto tiempo, hacías tú mismo estos días. Auténticas guerras con botes de espuma o serpentina combinados con otros juegos clásicos como el escondite. Solo que ahora, en Navidad, cuando se encuentran unos a otros, no salen corriendo para delatarles sino que descargan sus botes contra los más incautos.
Decides darte prisa en hacer todos los recados para unirte a ellos —a los adultos, no a los niños, aunque ya veremos cómo evoluciona el día—, en cuanto termines. Se lo dices al amigo al que acabas de ver y que te ha pedido que te quedes un rato con ellos. "Ahora vuelvo", prometes y aceleras el paso para cumplir tu palabra.
13 horas
Avisas a tu padres, que como son tan previsores sabes que ya lo tienen casi todo listo, y les propones: "Vamos a picar algo en la calle". Así no ensucian la casa antes de la cena. Te dicen que vale, que sí, que así se quitan los nervios de que todo salga bien. Es más, te anuncian que te esperan en la calle.
Tú haces las compras, las llevas a casa y vas donde te han dicho que estaban. Tus padres se han encontrado con los padres de tus amigos. Cuando tú y tus hermanos ibais al colegio eran íntimos, pero luego crecistéis y ellos dejaron de verse con tanta frecuencia. ¡Y han pasado años desde la última vez! Empiezan a hablar de recuerdos, de personas en común y de cómo les ha ido en la vida.
"¡Cómo pasa el tiempo!", comentan entre ellos. Sienten nostalgia, pero a la vez comprenden que han sido felices. No hay nada como encontrarte con alguien del pasado a quien tienes que explicar cómo han sido los últimos años para darte cuenta de que nada ha sido tan terrible como en su momento pareció.
14 horas
Les dejas a ellos con sus conocidos y vas en busca de los tuyos. Parece que nunca vas a llegar porque a cada paso que das, te vas encontrando con una persona diferente. Intercambias comentarios y deseos de que pasen una feliz noche. Y así, poco a poco, sin planearlo, te vas encontrando con toda esa gente con la que nunca coincides pero de la que te hace mucha ilusión saber de su vida: cómo le va, si sigue trabajando en el mismo sitio del año pasado, con quién cenará esa noche...
17 horas
Al volver a casa eres consciente de que has visto y hablado con más gente conocida en ese rato que has estado por ahí que durante la mayor parte del año. Todavía quedan unas horas para que lleguen los invitados y descansas un rato con tus padres. Ves la tele con ellos en esos momentos de calma que preceden a la tempestad. Está siendo un buen día pero aún queda lo mejor.
19 horas
Llegó el momento. Hay que prepararlo todo para la cena de Nochebuena. Poner la mesa, preparar la cena, arreglarte y esperar a los invitados. ¡Qué empiece la fiesta!