La historia de amenaza a Celsius: cómo la homofobia de Orson Scott Card ha hecho temblar el festival
"Los libros de este autor están impregnados de ideología LGTBIFóbica y no es posible, por tanto, separar al autor de su obra".
¿Qué es más importante, la obra o la ideología del autor? Es el eterno dilema al que se enfrenta ahora el festival Celsius 232 (Avilés, Asturias), por invitar al autor Orson Scott Card, popular por sus libros y por sus comentarios homófobos.
El festival de terror, fantasía y ciencia ficción celebra su décima edición en julio, pero aún no puede decir que haya cerrado su cartel. Tres autores —Javier Ruescas, Iria G. Parente y Selene M. Pascual— se han caído de la lista de confirmados por la presencia del escritor estadounidense: se niegan a compartir evento con él. El autor de la saga El juego de Ender, adaptada al cine en 2013, nunca ha dudado en hacer comentarios cargados de odio contra el colectivo LGTBI.
“Las bodas entre homosexuales suponen el fin de la democracia en Estados Unidos”, manifestó públicamente en 2008. De hecho, aseguró que actuaría para “destruir ese gobierno [el que cambiara la ley del matrimonio] y acabar con él”. En 2013, el Supremo de Estados Unidos reconoció la unión entre personas del mismo sexo.
Lo de Scott Card no son palabras que se lleva el viento. El autor formó parte durante cuatro años de la National Organization for Marriage, una asociación que lucha para impedir el matrimonio homosexual. y que abandonó en 2013.
Entonces... ¿es más importante la obra o el autor? Para la organización del festival, pesa más la obra. Precisamente por eso ha defendido la presencia del estadounidense en el evento, porque no serán un altavoz de su ideología, afirman, sino que “siguen un criterio estrictamente literario”, han explicado a El HuffPost.
“Nunca se han aplicado motivos extraliterarios ni para traer ni para descartar a nadie” y, en ese sentido, Orson Scott Card es un superventas. Retirar la invitación al escritor, sería, a su entender, “censurar”. “Cuando invitamos a Card sabíamos que era una persona ultrarreligiosa, aunque ni por lo más remoto imaginábamos el nivel. Card es el único de los autores grandes al que aún no habíamos invitado. Es el único que ha ganado los dos grandes premios de la ciencia ficción, el Hugo y el Nébula, dos años seguidos”, aseguran.
Precisamente por eso, Celsius no se plantea cancelar su presencia aunque pueda haber más abandonos. Su respuesta a El HuffPost es rotunda: “Lo que nos ha sorprendido es la cantidad de personas que dicen que este autor no puede hablar de sus libros, y además sus libros no pueden estar a la venta, y si se venden no se deben leer. Nos han pedido que ejerzamos una censura activa, no solo retirando la invitación, sino vetando la presencia de sus libros durante el festival”. También han recibido la petición de no invitar a J.K. Rowling por motivos ideológicos.
Además, Celsius 232 negó en un comunicado en su página de Facebook que el autor vaya a recibir ninguna remuneración por asistir a la edición de 2020:
Las explicaciones de la organización no han sido válidas para muchos de sus seguidores, que ya han manifestado en redes sociales que no irán a ninguno de sus eventos. Tampoco satisfacen a los tres autores invitados —con los que mantienen una estrecha amistad— que se han sumado a la queja y la han apoyado anunciando su ausencia.
Los tres tomaron la decisión a nivel individual después de enterarse de su presencia —el festival la anunció en julio—, pero la anunciaron en conjunto este miércoles 7 de enero para darle más peso.
Mientras que Iria G. Parente y Selene M. Pascual (Sueños de piedra) se sienten “incapaces de participar dando más contenido al festival al mismo tiempo que se legitima la presencia de Scott Card”, Javier Ruescas (Cuentos de Bereth) cree que “no asistir no es la única opción ni la mejor”, sino la que “siente que debe tomar”. “A ambos (festival y autores) nos duele la postura de los otros, pero la comprendemos”, declara a El HuffPost.
El grupo de Cultura de la FELGTB también se ha pronunciado al respecto de la polémica, y ha lamentado públicamente la decisión del festival, porque el escritor no es solo un activista, sino que sus libros “están impregnados de ideología LGTBIFóbica y no es posible, por tanto, separar al autor de su obra”.
Celsius lamenta que estos autores se hayan desvinculado de la edición, aunque lo entiende. “Es un tema de principios, y esperamos que, de la misma manera que nosotros los comprendemos y respetamos a ellos, se entienda y se respete que este festival se llama Celsius 232 como homenaje a Fahrenheit 451”.
Por su parte, Selene M. Pascual e Iria G. Parente apuntan que otras autoras internacionales, como Victoria Schwab o Marie Lu, han utilizado otra fórmula para mostrar su rechazo: asistirán “para luchar con su discurso en el propio festival”.
Su opción les parece “muy muy respetable”, insisten, como también la del festival. Cada uno es libre a la hora de opinar y tomar decisiones. Para ellas, la obra de Scott Card es “una manera de financiar su militancia. La línea roja para nosotras es clarísima”.
La organización, que se ha mostrado respetuosa con los tres autores, va más allá: “Nos parece extremadamente irónico que unos cuantos seguidores del festival, los más ‘emotivos’, estén hablando de organizar una quema de libros de Card. Una quema de libros. En un festival que homenajea a Fahrenheit 451. La verdad es que aún nos cuesta creerlo”. La famosa obra de Ray Bradbury habla de una sociedad del futuro en la que los libros están prohibidos y en la que se queman.
El HuffPost ha intentado ponerse en contacto con el autor estadounidense, que según apunta la organización está al tanto de todas las polémicas que le persiguen allá donde va.
No es la primera vez que la cultura se enfrenta a una cuestión moral de este tipo. Tanto Michel Houellebecq como sus libros han sido tachados siempre por ser misóginos y J. K. Rowling se enfrentó a acusaciones de transfobia. El cineasta Lars von Trier también fue tachado de fascista por sus polémicas declaraciones en las que aseguraba entender a Hitler. Concretamente en estos tres casos, ha acabado pesando más la obra: han seguido vendiendo libros y haciendo taquilla.
″¿Se puede seguir exponiendo la obra del pedófilo Gauguin? ¿Y del machista-maltratador Picasso? ¿Se pueden ver las películas y series de Kevin Spacey? ¿Podemos leer a Lovecraft sin pensar en su racismo? Es muy complicado, y no se resuelve en Twitter”, sentencia la organización.