La historia detrás del primer yogur ecológico
Una empresa francesa fue la primera en elaborar este tipo de lácteos en 1975.
Las cifras hablan por sí solas: según datos de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, el gasto medio anual en alimentos 'eco' por habitante pasó de 6 euros en 2005, hasta los 20 en 2016. Un aumento que ratifica la Asociación Vida Sana, promotora de las ferias BioCultura, que habla de un crecimiento de un 40% en la demanda de productos ecológicos en los dos últimos años. Y, en este sentido, uno de los sectores que más ha crecido es el de la leche y los productos lácteos
La fiebre por la comida sana, por la alimentación comprometida, por la sostenibilidad, por todo lo que venga calificado como 'eco', 'orgánico' o 'bio' ha llegado para quedarse, aunque la historia no acaba de empezar... Ni aquí, ni ahora. La empresa francesa Triballat Noyal fue pionera en la elaboración, en 1975, del primer yogur hecho con leche ecológica en Europa —al menos bajo una marca comercial— y una línea de productos lácteos bajo la nueva figura denominada 'bio'. Además, impulsó y participó en 1985 en la creación de la etiqueta de certificado de agricultura biológica AB* en Francia.
La producción ecológica no sólo tiene por objetivo la obtención de alimentos saludables, también supone la protección del medioambiente gracias a la utilización óptima de los recursos naturales y el equilibrio con el ecosistema. Eso es lo que esta empresa de la Bretaña Francesa ha tenido claro desde que nació, allá por 1952, cuando fue fundada por el matrimonio formado por Maxime y Olga Triballat. Y aunque el tiempo haya pasado y las generaciones hayan ido sucediéndose, el amor por la naturaleza, el cuidado del consumidor y la contribución al desarrollo de la economía local se han ido afianzando como los principios sobre los que se ha apoyado la compañía láctea.
ACTITUD VERDE
Hace más de 40 años que elaboraron el primer yogur ecológico y hoy las cifras que maneja la Triballant Noyal la convierten en una de las grandes empresas de alimentación del país vecino: 17 centros de producción (15 en Francia, 1 en Italia y 1 en España), facturó 280 millones de euros en 2016, comercializa 18 marcas y exporta a más de 20 países. Entre las marcas bajo las que comercializa sus productos, la estrella es Vrai, la línea ecológica y en la que más esfuerzo invierte la empresa.
Hace ya veinte años que la empresa impulsó una red de acuerdos con granjeros locales, en la línea de su filosofía de apoyo a la economía del lugar, que se ha constituido en el auténtico pilar de su producción y que permite, además de impulsar el desarrollo económico de la zona, la colaboración directa de la empresa con ellos.
Muy cerca de la fábrica de Vrai, en el pequeño pueblo de Noyal-sur-Vilaine, cerca de la ciudad de Rennes, se encuentra una de las granjas ecológicas colaboradoras de las que se obtiene la leche con la que se elaboran los productos de la marca Vrai. Son 90 hectáreas de terreno en las que se alternan plantaciones de cereales —maíz, altramuz y trigo— con otras zonas de pasto —40 hectáreas— en las que se alimenta un rebaño de 75 vacas. El sistema de pastoreo es sencillo y cada día los animales comen de una hectárea diferente de pasto para ir rotando por parcelas de toda la granja y así dar tiempo a que vuelva a crecer el alimento. Todo es un engranaje perfecto, que se mueve al ritmo que marca la naturaleza, en un ciclo sin fin
Cada mañana, antes de de pastar, las vacas son ordeñadas y cada uno de los animales produce unos 20 litros de leche diaria. La productividad de una granja ecológica nada tiene que ver con la de una convencional, entre otras cosas, porque las vacas empiezan a producir leche más tarde. Su alimentación es totalmente natural, exenta de piensos, y estos animales tardan más tiempo en alcanzar los 400 kg, que es cuando pueden empezar a dar leche. Además, las cantidades diarias también son menores. Es por eso que el precio de la leche ecológica sigue siendo superior al de la convencional aunque el aumento de la demanda —y de la oferta— tienden a moderarlos.
UNA FÁBRICA, TAMBIÉN SOSTENIBLE
Más allá de lo sano que resulta un producto elaborado de forma natural, respetando los tiempos y sin la utilización de productos químicos, la producción ecológica implica respeto por el medioambiente y sostenibilidad.
En esta línea, para el resto del proceso de elaboración de yogures, quesos y otros productos lácteos, la empresa mantiene numerosas iniciativas eco: apuesta por el desarrollo de energías renovables, utiliza embalajes y envases que siguen criterios medioambientales, han puesto en marcha medidas de control de la energía y gastos de agua en sus instalaciones y en las de sus granjeros colaboradores, además de apostar por la reducción de residuos, la disminución de emisiones de CO2 y de combustibles fósiles en el transporte, y el respeto por la naturaleza, en general, y por sus animales en particular.