La dueña del restaurante La Habana cuenta lo que no se ve del programa de Chicote y explota: "Es un montaje"
El programa de 'Pesadilla en la cocina' (laSexta) se ha desplazado a Gijón.
Del municipio cacereño de Navalmoral de la Mata a Gijón. Alberto Chicote y todo su equipo de Pesadilla en la cocina (laSexta) han cambiado el sur de España para desplazarse al norte a intentar resucitar La Habana, un restaurante dirigido por Juan y su hija Gemma.
El programa fue grabado en agosto del 2016 y dejó un mal sabor de boca a los propietarios del local. “Es un montaje, está todo preparado”, apunta una arrepentida y molesta Gemma a El HuffPost.
Con una amplia trayectoria en la hostelería, la que por aquel entonces aún se llamaba La Habana acabó en Pesadilla en la cocina de rebote. Gemma explica que se apuntaron a Pekín Express, pero que al suspenderse finalmente la temporada les ofrecieron la posibilidad de rodar un capítulo con Chicote. Tras muchas dudas, aceptaron.
“No teníamos descontrol, ni estaba sucio ni nada, así que nos ofrecieron hacer como un paripé. En nuestro caso nos comentan que lo van a enfocar como que mi padre se va a jubilar y yo iba a ser su sucesora, pero tengo un hermano más que también se ha dedicado al mundo de la hostelería y que no figura por ningún lado. También nos dicen que tenemos unas deudas. Todo eso a cambio de dar publicidad al negocio y de una compensación económica”, asegura.
Sin embargo, el proceso no fue el que esperaban: “Grabamos finalmente seis personas, pero es que nos dijeron que para hacerlo teníamos que quitar a otros tres: dos de cocina y un camarero. Mi cuñada, por ejemplo, tampoco sale”.
Para ella, esa falta de personal en la cocina junto a que las mesas las metían de golpe con figurantes obligados a elegir dos platos y devolver uno para ralentizar el servicio fue el detonante del descontrol que se muestra.
“Había una chica en la esquina y te metía de golpe diez personas, luego otros diez. Muchos de los que vinieron a comer los conocíamos y luego nos dijeron que de dos platos tenían que devolver uno. Tú no metes a 50 personas casi de golpe siendo dos personas en cocina cuando normalmente son cuatro. Es un montaje, está todo preparado”, reflexiona Gemma, que ejemplifica que había clientes que les decían que estaba mal una ensalada de tomate con lechuga.
También desvela que al principio no hay gente en el local porque “la policía corta la calle y no se puede aparcar”.
Otro de los aspectos que destaca es que las broncas entre ella y su padre eran fingidas: “A mi padre, que nunca ha dado una voz, le decían por el pinganillo que se enfadara. Él venía y lo hacía, pero se veía de lejos que no le salía. Nunca hemos tenido peleas ni nada parecido”.
Sobre este punto subraya que a ella la dejan como “la niña caprichosa y pasota” que no se quiere quedar a cargo del negocio y que se posiciona al lado de los camareros.
“Me dice Chicote que era muy pasota, pero a mí me ha tocado doblar el comedor de La Habana. Me pinchaba continuamente y yo lo que no quería era montar un show en la televisión por mis hijos. A ver si él es capaz de llevar un negocio con dos personas en cocina, una sin ser cocinera, y que te metan 60 personas de golpe. Cualquier persona sabe que es imposible”, vuelve a incidir.
La semana de rodaje tuvo tanta tensión que tras el primer día de grabación su padre ya les dijo que si iba a continuar así, que se fueran. “El último día yo le dije a Juan que esto o se acababa o me iba. También me dijo que esto no podía seguir así porque ni nos llevamos mal ni éramos de dar voces. A mí me dio por llorar, llorar y llorar hasta que al final me puse un poco borde porque me tocaba mucho (Chicote) las narices y una vez lo dejé con la palabra en la boca”, explica molesta.
Cerrado, pero por causas familiares
Desde el pasado 30 de noviembre, La Foguera se encuentra cerrada, pero no por una mala gestión. La madre de Gemma falleció el pasado 14 de noviembre y dos semanas más tarde, en una decisión en la que estaba de acuerdo toda la familia, decidieron cerrar el negocio.
Algo que también contrasta con lo que comenta de que en el programa se muestra que ella tiene que ser la sucesora de Juan. “He estado 27 años en la hostelería y estoy hasta las narices de este mundo”, confiesa.
Aunque en los últimos años solo tenían un restaurante, la familia apunta que llegó a controlar cinco establecimientos diferentes en Gijón. Por ello y a pesar de que el morbo de comer en un local por el que ha pasado Chicote existe, La Habana era conocida por mucha gente en la ciudad y, aunque en 2016 no llenaban siempre el local debido a su gran capacidad, sí que lo hacían casi todos los fines de semana.
Gemma no se extraña: “Nunca hemos ido mal. Es una sidrería que está en muy buena zona, con una gran terraza, etc”.
Además, concluye mostrándose extrañada por el hecho de que se emita cuatro años más tarde de su grabación y se muestra más o menos satisfecha por lo que se enseña.
“Pensaba que me iban a dar más caña, de lo malo malo no sale mal. Del negocio se habla bien y de la comida también. Después de cuatro años que más me da ya”, sentencia.