La gran tristeza del cine tras la alegría del subidón presupuestario en Cultura
Los profesionales lamentan que las ayudas al sector para la producción permanecen inalterables.
Todo parecían buenas noticias cuando el 13 de octubre se supo del subidón presupuestario en el ministerio de Cultura con la ayuda de los fondos europeos, con una dotación para 2022 de 1.589 millones de euros, un 38,4% más que el curso anterior. Sin embargo, días después llegó la decepción para el sector del cine: el Fondo de Protección a la Cinematografía —de donde salen todas las ayudas al cine español— se mantiene en la misma cifra, 70 millones. Una cantidad inalterada desde 2017.
“Fue una mala noticia, sobre todo en contraste con el primer titular. Llevamos muchísimos años defendiendo que es imprescindible que el fondo se dote adecuadamente. Además, hemos visto que los presupuestos incluyen determinadas cuestiones que no tienen nada que ver con el cine directamente, pero que acaban de rebote afectándonos, porque a las empresas grandes se les ponen unos suelos de tributación que hacen que ya no tenga sentido aplicar inversión al cine”, explica Fernando Riera de A Contracorriente Films.
El responsable de producción subraya que la noticia llega en un momento en el que “hay unos costes muy grandes porque cuesta encontrar dinero para el producto artístico”, que también el coste de los “técnicos buenos” se ha doblado, y que esos buenos profesionales son fruto de algo que se ha cultivado durante años. “Con las taquillas en reconstrucción es lo que nos faltaba, encontrarnos unos presupuestos tan limitados”, lamenta.
Ayudas ‘contradictorias’
El anuncio del bono cultural para jóvenes, que de alguna forma trata de incentivar que vayan a las salas de cine, contrasta con que primero no se empuje la producción de las películas. “La ayuda a las salas está muy bien, porque peligran, pero el fondo para la producción está estancado. Si queremos llevar a la gente al cine primero hay que hacer las películas, y si las ayudas no se reciben vamos a ver que la cartelera no se renueva”, detalla Yolanda Flores (De película, RNE).
En ese sentido, Riera añade que se está generando una demanda en un target que, en el caso de que se gaste ese dinero del bono en cine, ”verá las producciones de las majors, las que llegan con la fuerza de toda la vida y están concebidas para la explotación de un mercado global”. Sin embargo, recalca, los que pueden asegurar “que tengamos un patrimonio intelectual, de diversidad cultural y con identidad debemos ser nosotros. Nos obligan a estar en una guerra de precios para ser más baratos”.
Hay quien no termina de entender qué es el cine. Esa sería la postura de María Guerra, presidenta de la Asociación de Informadores Cinematográficos de España (AICE), que entiende “que la parte política no acaba de creer realmente que esa inversión es realmente necesaria. Tiene que haber un tejido de percepción ligera y creo que los últimos ministros de Cultura son piezas de partido”.
La periodista incide en que “muchísimos técnicos se van o se han ido”, aunque insiste en que “no estamos en el mal camino”: “Hay un éxito de penetración cultural que es tremendo y una demostración del talento, no solo como algo intangible, también en la gestión de ese talento”.
La pérdida de las grandes promesas
Según ella, hay otra barrera al hablar de la producción, y es que “el sentido económico se liga también a lo intelectual, además del problema de que queden genios y gente con mucho valor, pero muy empequeñecida por las grandes industrias”. En definitiva, que se esté fomentando “la gran industria, las películas pelotazo, y se estén perdiendo en el camino grandes talentos, como ocurre ahora en Francia”. Con ello se refiere a que Julia Ducournau, de 37 años, se convirtiera este año en la primera mujer en ganar en solitario la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes con Titane, “aupada por su propio sistema”.
“Me parece maravilloso que tengamos a Almodóvar todavía como mascarón de proa. Digo ‘todavía’ porque necesitamos que se crea y se financien a los nuevos Almodóvar. No hay que perder de vista ese talento e ir solo al éxito taquillero, sea en series o en películas. La gran financiación debe tener una mirada de futuro”, discurre la presidenta de la AICE.
Por ello, María Guerra apunta también como imprescindibles las ayudas en el cine para mujeres —también damnificadas—, para que “directoras jóvenes rompan el miedo y se lancen al género”: “Necesitamos un Álex de la Iglesia mujer. Además de dinero, referentes femeninas, un empoderamiento general para una juventud que está muy retraída haciendo filas detrás de las grandes sagas”.
En ello trabaja día a día CIMA, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales. Su presidenta, Cristina Andreu, explica que en la dirección cinematográfica “hay pocas mujeres referentes y muy pocas que hagan su segunda película, mucho menos la tercera”, es decir, que no tienen una carrera tan continuada como la de los hombres. “Las mujeres no solo podemos contar historias de mujeres. Podemos contar lo que queramos, y es un cambio que se va produciendo, pero cuesta cuando se ha estado ‘sometida’ durante tantos años. Tenemos que llegar a soñar de la misma manera y a cumplir los sueños de la misma manera”.
En cuanto al fondo de ayuda para la producción, Andreu sostiene que “podría haber subido comparado con otros países, por ejemplo Alemania, donde se ha duplicado. Es muy importante porque si las ayudas selectivas generales no tienen más presupuesto, muchísimas películas con una puntuación excelente, que pasarían el corte, se quedan fuera. Es injusto que películas solventes, que han pasado la comisión de los guiones, se queden sin ayudas porque hay poco dinero”.
Por otro lado, la presidenta de CIMA explica que el error está en creer que el fondo de recuperación europeo sirve para aumentar las ayudas a la producción en España, preguntarse por qué si recibimos dinero de Europa no se han aumentado las ayudas, “porque ese dinero no sirve para eso”. “Lo que sí se puede aumentar son las ayudas al desarrollo, que antes las había”. Estas sirven para poder desarrollar un proyecto, algo similar a una beca para dedicarse plenamente a una tesis doctoral sin necesidad de estar trabajando en otras cosas a la vez. “Esas ayudas al desarrollo sí pueden entrar en las ayudas de Europa. De momento no las tenemos, pero espero que lleguen el año que viene”, añade optimista.
Al mismo tiempo, Andreu subraya que lo más importante en estos momentos no es tanto el ministerio de Cultura como el de Economía y el anteproyecto de la ley general de comunicación audiovisual: “Ahí sí que está el futuro y ahí sí que hay dinero. Van a tener que pagar plataformas y otros agentes para que se haga cine europeo. Es fundamental en este momento, porque podría subir muchísimo el dinero que haya para el cine”.
El ‘viejo’ problema, el de siempre
Al final, sale a flote el debate de siempre. “El concepto que tiene la gente de que el cine está subvencionado me parece un atraso, hay otras cosas en este país que están subvencionadas y nadie pone una alarma. La Cultura es un pilar importantísimo de una sociedad y el cine contribuye a ello”, argumenta Yolanda Flores.
Un problema “muy viejo”, indica María Guerra. “La incultura es tan profunda que no se cree en que lo audiovisual sea realmente una gran inversión, no solamente en identidad, también en diplomacia, porque son realmente nuestros embajadores”, destaca. Aunque, según la presidenta de la AICE hay elementos muy esperanzadores, como la creación de una Agencia del Cine que sea un organismo autónomo, que no independiente, “como el Museo del Prado”, similar al “modelo francés”.
Porque para atajar el problema “hay que desligar el cine de la batalla partidista que tanto daño le ha hecho, y es inapelable la importancia de que es una industria estratégica”, enfatiza. Para ello, pone un ejemplo que puede llegar a todos: “Fíjate la que se está montando con El juego del calamar. Es una serie que tiene cero valores, y se está planteando si está permeabilizando en la educación. Estamos dando unos productos cuyo único valor es que se vean. El sector es estratégico en todos los sentidos y, desde luego, España es una potencia”.
Además de estratégico, el cine tiene otra fuerza, la de la “revisión cultural, identitaria e histórica, que es tremenda”, explica, y aporta otro ejemplo: Maixabel, de Icíar Bollaín. Por eso resulta mucho más triste, indica Guerra, “no conseguir que la gente joven llegue a los festivales”. Porque sin regeneración no hay futuro.